El mundo según Berp
 Hasta no hace mucho, la campaña de Absolut Vodka funcionaba como acertada sinopsis de las más diversas tendencias artísticas: basta recordar los afiches de Absolut Warhol, Absolut Psycho (en homenaje al film de Hitchcock) o Absolut Marilyn. Las incursiones en la literatura habían sido restringidas a un escueto absolut cummings, en el que todo el texto estaba escrito sin mayúsculas, según el estilo del poeta homenajeado. Pero se ve que los cerebros creativos de Absolut perdieron el rumbo o decidieron que ya era hora de que otros trabajaran en su lugar: primero le encargaron al escritor canadiense (y pope de la Generación X) Douglas Coupland un brevísimo cuento que recibió un diseño gráfico estilo Generación X en el afiche de Absolut Coupland (ver Radar N-o 97, El tonto de la colina). Ahora les llegó el turno al cronista social Dominique Dunne, la novelista étnica Julia Alvarez y el hasta hace poco genial John Irving. El relato escrito especialmente por el autor de El mundo según Garp alude a un hombre casado que, una noche de furiosa nevada y desde su coqueto departamento neoyorquino que da al Central Park, rememora sus conquistas amorosas de juventud en distintas pistas de esquí del mundo (trama a la que Irving agrega una singularidad algo burda: la esposa del otoñal narrador no esquía ni bebe, lo que da al relato una suerte de camaradería testicular entre varones otoñales que ya no pueden disfrutar las diversas pasiones de su juventud). En el breve relato, primero aparece una chica dinamarquesa conquistada en las pistas de Klosters (Austria) que se las ingenia para no atenuar su frenesí sexual a pesar de una pierna enyesada. Acto seguido, es el narrador el herido, cuando sus encantos lo llevan hasta una ducha de hotel en Aspen con una alemana que deja caer un vaso de Absolut (ya se sabe: ducha hirviendo, vodka helado) y le corta el pie. Excusa para que ambos terminen en la cama: La chica alemana propuso que cada uno tomara el vodka semicongelado del ombligo del otro. Según recordaba, el de la chica era profundo como un aljibe y él se tomó cada gota sin derramar nada. Como corresponde a este tipo de nostalgias, el narrador va entonces hasta la heladera y saca una botella de Absolut que esconde en el freezer, detrás de la comida congelada que adoran sus hijos. Y no se lamenta de que su esposa no esquíe ni beba ni, probablemente, vea con buenos ojos que él derrame vodka helado en el cuerpo en pleno invierno. Porque, según afirma expresamente, ya no lo tientan ni el esquí ni los encuentros románticos. Y pasa a rematar el relato con una originalidad que ni el publicitario más destruido por el alcohol se atrevería a redactar: Ahora, incluso cuando nieva, el Absolut es suficiente. A este paso, ¿para cuándo un Absolut Tolstoi en el que Anna Karenina, en vez de morir bajo un tren, termine agonizando por una cirrosis, de tanto tomar Absolut?
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De acuerdo con lo publicado por la revista científica BBC Wildlife, Kate Byne y Richard Nichols, dos catedráticos de la Universidad de Londres, han descubierto, en el subte de la capital inglesa, una de las mutaciones evolutivas más radicales de la historia y que involucra al mosquito Culex pipiens. Esta clase de insecto entró a los túneles del subte londinense durante su construcción, hace un siglo, donde habitó y se procreó durante todo este tiempo privado de su dieta habitual: sangre de pájaros. Frente a esta necesidad alimenticia, los mosquitos empezaron a picar indiscriminadamente a ratas y ratones. La investigación de Byne y Nichols habría comenzado luego de una ola de picaduras a pasajeros y personal de mantenimiento y, según declaran los científicos, el Culex pipiens habría mutado, en un salto evolutivo que acostumbra durar miles de años y que en este caso apenas llevó un siglo, en una especie bautizada algo estúpidamente Molestus. Debido a las corrientes de aire que no les permitirían a las bandadas de mosquitos pasar de una línea a otra, la flamante mutación podría encontrarse en distintos modelos, según la estación y la línea que se tome. A todo esto, nada se sabe de una posible excursión de los científicos a la Argentina, para investigar qué clase de monstruo posatómico se está engendrando en la eterna prolongación de la línea D del subte de Buenos Aires.
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Para atrapar a un ladrón
 En su anteúltimo número, la revista Caras pareció decidida a sublevar los valores que defiende semana a semana, publicando en una página lo que sin mucha dificultad puede considerarse una incitación pública a extorsionadores y secuestradores cortos de ideas. El título de la nota, La hija de Gregorio Pérez Companc, Catalina, hace footing en Palermo, parecía en principio una más de las tantas vacuidades publicadas por la revista: en el breve texto que acompaña las fotos se informa que la chica estudia agronomía en una universidad privada y no tiene novio. Sus profesores comentan que es una estudiante con mucha voluntad que alcanzará el título en el tiempo estimado, algo que pondrá orgulloso a su padre. Pero no: nada de vacuidades. Porque en la nota también se lee que la futura agrónoma es una de los seis herederos del hombre más rico de la Argentina, cuya fortuna rondaría los cuatro mil millones de dólares. Y sedetalla a continuación el itinerario y los horarios de la solterita heredera en sus jornadas de jogging por los lagos de Palermo. Si bien la nota aclara que Catalina trota con su personal trainer, las fotos la muestran nítidamente sola, lo que lleva a pensar que el caballero en cuestión quizás haya sido el autor de las fotos. A no ser, claro, que las fotos hayan sido tomadas por algún secreto guardaespaldas de la empresa de papá, y todo se trate de una emboscada familiar para atrapar sin esfuerzo a los posibles tentados en secuestrar a la millonaria aficionada al jogging.
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