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“Además del bajón de precios, el agro sufre la recesión interna”

Gabriel Casaburi, de la Mediterránea, no cree, empero, que al campo le vaya peor que a otros sectores de materias primas.

Gabriel Casaburi, investigador del Ieral, de Fundación Mediterránea.
No se necesita un salvataje generalizado, porque hay subsectores o productores en buena forma.

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Por J. N.

t.gif (862 bytes) ¿Preparados para alimentar al Mundo? El agro argentino frente al siglo XXI. Desde el título mismo, ese libro publicado por Fundación Mediterránea en agosto de 1998 propagaba el optimismo de los tres investigadores que lo escribieron: Gabriel Casaburi, Eugenia Perona y Alejandro Reca, contagiados de la bonanza que vivió el campo entre 1996 y 1997, cuando ellos realizaron el estudio. Hoy la situación se invirtió, y en medio de la crisis Página/12 quiso conocer el diagnóstico actual de Casaburi, economista doctorado en Yale, docente de la Universidad Di Tella e investigador del Ieral.
–¿Está tan grave el agro como denuncian sus entidades?
–El campo sufrió una seguidilla de shocks externos e internos. La crisis es seria, aunque a veces los dirigentes exageren el llanto. Los golpes se sienten aún más porque el sector venía pasando años buenos.
–¿Qué ocurrió?
–Por un lado, que los buenos precios llevaron a aumentos de producción en todo el mundo, no sólo en la Argentina. Pero más fuerte que eso fue el recorte de demanda, sobre todo por la crisis del Asia, que era un comprador grande y creciente. Con Rusia pasó otro tanto. Esto hizo caer los precios, y como nuestros grandes competidores, la Unión Europea y Estados Unidos, estaban subsidiando su producción por debajo del tope negociado en la OMC, ante la baja de precios aumentaron sus subsidios.
–¿En plata cuánto es?
–Tomemos a Estados Unidos, que subsidia mucho menos que los europeos. Este año tiene presupuestados 18 mil millones de dólares para apoyo agrícola, que es la cifra más alta desde 1987 y es más que el total de las exportaciones agroalimentarias argentinas. En la Unión Europea los subsidios equivalen al 40 o 50 por ciento de su producción agrícola. Son subsidios directos para exportar, no admitidos en ningún otro sector del comercio.
–La Argentina no subsidia...
–No. El otro shock que sufrió el campo es Brasil, destino importante para varias producciones regionales: fruta, ajo, cebolla, lácteos, arroz, algodón, etcétera. Pero además del cierre de mercados externos y de la baja de precios, el agro sufre la recesión del mercado interno, que también para el campo es el más importante.
–¿Cómo le llega al productor esta crisis?
–Al productor le pasan un montón de cosas: le pagan menos, se le encarece el crédito y se encuentra con una reforma impositiva que no lo ayuda.
–¿Qué tiene de malo la reforma?
–Una de sus intenciones es gravar más al capital y menos al trabajo. Tiene un impuesto nuevo a los intereses, y otro a la ganancia presunta, y como contrapartida baja algunos tributos al trabajo. Vista macroeconómicamente, la reforma puede ser razonable porque el país sufre una alta tasa de desempleo. Pero el agro sale perdiendo porque usa mucho capital y poca mano de obra.
–El agro no es el único sector que recibió golpes en los últimos tiempos. El fisco mismo está acorralado. ¿Por qué ayudar particularmente al agro, y cómo podría hacerse?
–Es peor aún que eso. No sólo es difícil decir que al agro le va peor que a otros sectores, sino que dentro del sector agropecuario las situaciones son dispares entre subsectores, y dentro de cada subsector hay claras diferencias entre los productores que se reconvirtieron y modernizaron, en tecnología y métodos de gestión empresaria, y el resto. ¿Qué política aplicar? ¿Conceder una amplia refinanciación a través del Banco Nación? En ese caso se estaría tratando de salvar a algunos que no tienen salvación y dando ayuda a otros que no la necesitan.
–Como Soros o Benetton... –Hay una irrupción de fondos de inversión en el campo, pero apostaría que manejan un porcentaje muy bajo del área de cultivo. El agro sigue siendo un sector mucho más atomizado que cualquier industria.
–Si al campo, que es el sector naturalmente competitivo de la Argentina, le va mal, ¡cómo le irá al país en su conjunto!
–Como sector primario, el campo está siempre expuesto a fuertes variaciones de precios y rentabilidad. Esta variabilidad es mucho más limitada fuera del ámbito de las commodities (materias primas e insumos). Es verdad que la Argentina es un productor eficiente, pero esto no evita los shocks de precios, y hay que buscar la forma de suavizarlos. El productor medianamente sofisticado tiene algunas vías de cobertura financiera frente a las fluctuaciones de precios, pero los más chicos van al vaivén de las olas.
–En realidad, el agro no es el único sector que produce y exporta commodities...
–Es cierto. Si al campo le va mal, ¡qué se puede decir del petróleo, de la minería –que recién está empezando– o de la forestación –que apenas se insinúa–! Pero no hay que olvidar que el sector servicios, que es básicamente de no transables, es hoy el de mayor peso en la Argentina.

 

Cómo atender los reclamos

–¿El Gobierno tiene forma de atender los reclamos del campo?
–Muchas herramientas no hay. Lo que menos hay son recursos fiscales. Una respuesta que da Economía es intentar reducir el costo del riesgo país, lo que por abstracto que parezca terminará beneficiando al agro, si es que está tan endeudado como dice. Ahora, sin arriesgarse a tener problemas fiscales serios, el Gobierno podría rever la aplicación de la reforma tributaria, teniendo en cuenta que perjudica a los sectores más golpeados por la crisis. Pero en el corto plazo no hay mucho más que hacer, más allá de ayudar a los productores a encontrar mercados alternativos a Brasil. Hay programas oficiales que funcionan bien, pero con un financiamiento muy escaso.

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