Como en la película que consagró a Kim Basinger, el encanto duró nueve semanas y media. Pasado ese período, los actores volvieron a comportarse de manera escurridiza, tal como lo venían haciendo desde principios de año. A diferencia del film estadounidense, a los inversores internacionales no los mueve la pasión sino sus expectativas de obtener ganancias. Con esa convicción decidieron disminuir su exposición en los mercados latinoamericanos, y en los últimos días -por primera vez en nueve semanas- el flujo de fondos hacia los países de la región volvió a ser negativo.
En total, la salida neta de inversiones resultó de 51 millones de dólares en la última semana del mes pasado. Si bien el monto representa apenas el 2,4 por ciento de la masa de dinero que administran los trece fondos internacionales dedicados a América latina, el balance negativo es toda una señal de que, tras dos meses de bonanza, se ha abierto un nuevo proceso de desconfianza hacia los activos de Argentina y Brasil, especialmente.
Mientras que en Brasil han retornado las agitaciones políticas y las presiones sobre el tipo de cambio -a tal punto que Arminio Fraga se vio obligado a intervenir vendiendo divisas del Banco Central para frenar la suba del dólar por primera vez desde que asumió-, la Argentina es mirada con lupa por los financistas. Después de los temblores generados por las versiones de una devaluación del peso, las reservas netas no han dejado de ceder y la caída ya supera los 2500 millones de dólares, el 11 por ciento del total. Por otra parte, la transición política de cara a las elecciones presidenciales aportan lo suyo: a las debilidades del Gobierno se suma la certeza que tienen los financistas de que las flaquezas exhibidas por la economía no podrán ser resueltas en el corto plazo. Como así tampoco una salida rápida del ciclo recesivo.
Y así como los inversores internacionales buscan achicar el riesgo, lo mismo acontece con los financistas locales. En el último mes, el patrimonio total de los fondos comunes de inversión disminuyó en 545 millones de dólares y ahora se ubica en 7656 millones. El declive marca, por un lado, la depreciación que los activos (acciones, títulos públicos) tuvieron en los últimos treinta días. Pero, por el otro, refiere al rescate de inversiones llevado a cabo por los ahorristas. Un buen ejemplo de este movimiento lo dan los fondos de plazo fijo. Salvo una excepción, todos los fondos comunes de este rubro dieron rentabilidad positiva desde que comenzó el año. Sin embargo, el patrimonio cayó de 5700 a 5300 millones en un solo mes.
En la city escasean los optimistas. Los operadores coinciden en que no existen demasiadas razones para aventurar un segundo semestre positivo. Y no son pocos los que miran el almanaque, obsesionados por una fecha: el próximo miércoles 30 se reúne el directorio de la Reserva Federal (banca central estadounidense). De la actitud que esos banqueros tomen respecto de la tasa de interés depende, también, que en la city se revivan, al menos, otras nueve semanas y media de seducción.