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Jueves 1 de Julio de 1999
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¿Quién fue?
Un pequeño y confuso episodio sucedió la semana pasada con un afiche que publicitaba, de manera enigmática todavía, el nuevo disco de Illya Kuryaki and the Valderramas, titulado Leche (ver fue/será, pag. 8). Ciento veinte gigantografías se repartieron por toda la ciudad de Buenos Aires con la frase “¡A mover el culo! (Se nos acaba la era), en letras blancas y sobre fondo negro. El lunes por la mañana, la producción de la banda se enteró que, de acuerdo a lo comunicado por la empresa Girola y Asociados -encargada de la pegatina–, desde un área del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se los había intimado a retirar los afiches. La razón del “pedido” tenía que ver con una serie de llamados de vecinos molestos con el tono de la frase. El No habló con las partes en cuestión y nada quedó claro: nadie se hizo cargo de la supuesta advertencia y en la empresa no quisieron hacer comentarios. Pero los afiches fueron retirados. Y desde la banda se dice que no se quiere convertir esto en una “contienda”. Pero los afiches no están más.
E.P.


UnitE a The POlicE
No, no es el afiche de una próxima película de policías y ladrones. Pero sí es de policías: es la promoción que invita a los jóvenes ingleses a unirse a Scotland Yard, como parte de una campaña de reclutamiento que intenta recuperar el prestigio de la institución, perdido luego del caso de Stephen Lawrence, joven negro asesinado en 1993 por una pandilla de skinheads. Afiches y video publicitario difundido en Tv costaron, nada menos, 250.000 dólares. Desde aquí, el cantito de la popular cobra nuevamente fuerza: borombombom, borombom, el que no salta es un botón...



Cómo se hacer rock en todo el país
¡Argentina! ¡Argentina!

CORDOBA. El rock cordobés tiene un problema: convive con el cuarteto y pierde por goleada. Los cuarteteros cuadruplican a los rockeros. Tienen los medios a su favor y al fútbol también. La Mona y Talleres, la Mona y Belgrano, la Mona e Instituto, entre vino y joda, determinan el sentir cordobés.
Pablo, de Menac Partú –música industrial con matices alternativos– lo explica desde adentro: “El cuarteto da muchísimo dinero y el rock es todo lo contrario. Entonces no conviene. Acá primero está el cuarteto, después el folklore y los boliches, y por último el rock. Mientras ellos meten 10 mil personas por fin de semana, La Renga, con todo lo que implica, no mete ni la mitad. Creo que está todo orquestado. Una vez, en la Municipalidad, nos negaron un permiso para organizar un recital porque no les gustaba ver gente de negro dando vueltas por el centro”. Kaled, cantante de Hierrock –heavys con cd editado–, trata de buscar más causas. La primera, negativa, tiene que ver con la posición cómoda de ciertos grupos: “Una banda no debe existir solamente para tocar en una ciudad. Yo, a mi grupo preferido iría cinco veces a verlo, no cincuenta. Y en Córdoba pasa eso”. Y tampoco esquiva la fobia a las bailantas “en Buenos Aires hay gente que baila cumbia y escucha rock. Son más abiertos. En Córdoba, en cambio, el público del cuarteto es muy cerrado. No escuchan otra cosa”.
La realidad no es la misma en el interior de la provincia. En Alta Gracia, por ejemplo, hay una movida interesante impulsada por fuerzas vivas rockeras como la gente del fanzine Fauno y algunos sellos independientes. Entre ellas están Ultrasuave, grupo pop, Rolo Casas, guitarrista de blues, y Los Navarros. Y otros que vivorean entre el pospunk y el hardcore como Pura Diversión, Forma de vida, Guaska y Venus Chanel.
Pero es Hammer la que trasciende fronteras. Con un cd en la calle (A New Damage, de 1995), este grupo heavy nacido en 1987 todavía se mantiene en la lucha. Un caso aparte es el de Los Rústicos del Viejo Sueño. Celosos de Kapanga, se dice, representan el verdadero sentimiento local al fusionar el reggae con el cuarteto.

CRISTIAN VITALE
“En Córdoba no hay buena onda con el rock. La Municipalidad
lo boicotea permanentemente. Es una provincia totalmente cuartetera.
En Córdoba, los músicos de rock siguen teniendo la imagen de sospechosos.
Increíble” (Germán Daffunchio, cordobés por adopción).