
Por estos días está sesionando la Conferencia Mundial
de Población de las Naciones Unidas, cinco años después
de que por primera vez se reunieran para reflexionar sobre estos temas
en El Cairo. Y hoy como ayer, la Argentina sigue haciendo gala de la
ceguera que caracteriza a sus gobernantes. Ya no se trata de discutir
sobre la cantidad y la calidad de la pobreza en los márgenes
del Primer Mundo que se propone en los discursos oficiales, ahora lo
que intentan es volver a quedar bien con la Iglesia, cueste lo que cueste.
La verdad es que no termino de entender cuál es la necesidad
de exhibir las condecoraciones recibidas de manos de la Santa Sede,
cuando se trata con tanto desprecio a los religiosos que todos los días
se enfrentan con una dolorosa realidad. Pero lo cierto es que la cruzada
antiaborto de nuestro Presidente no parece tener más sentido
que una obsecuencia sin límites. En esta segunda Conferencia
los delegados argentinos tienen como misión ir más allá
todavía: deben oponerse a las propuestas que recomiendan programas
de salud reproductiva que incluyan métodos que, a juicio de la
Iglesia, son abortivos llámese DIU o espiral e insistir
con que lo único recomendable es el método que cuenta
los días (billing). Claro que no tienen en cuenta que son miles
las mujeres que apenas pueden expresar su consentimiento o no a la hora
de tener relaciones sexuales con hombres que descargan la violencia
que reciben en la calle sobre ellas o por tantas otras razones. Pero
eso no es lo peor. La avanzada moralista pretende plantear su desacuerdo
con que los menores puedan tener acceso a métodos anticonceptivos
en hospitales y centros de salud sin consentimiento de sus padres. Esto
no es grave, es tremendo, es anacrónico y es negar otra vez la
realidad. Los chicos tienen relaciones sexuales con o sin consentimiento
de sus padres, sufren embarazos no deseados, experiencias de mierda
por no poder hablar libremente con los adultos responsables que en teoría
deberían acompañarlos y educarlos en su vida sexual. Y
además corren el riesgo de contagiarse vih. ¿O cómo
creen sino que se sigue extendiendo la cantidad de gente que vive con
el virus? ¿Por arte de magia? Estamos hartos de palabras necias
y en estos casos no se puede hacer oídos sordos. Casi mil mujeres
mueren por año por abortos mal hechos, cientos de personas se
contagian vih cuando un forro un método anticonceptivo
barato y seguro si se consigue que el caballero se lo coloque, otro
tema difícil para muchas mujeres podría evitarlo.
¿Por qué? Por ignorancia y desinterés de quienes
tienen en sus manos la posibilidad de brindar herramientas para la salud.
Si están tan preocupados por la vida como dicen cuando se llenan
la boca hablando de su protección desde la concepción,
sería bueno que se note.
MARTA
DILLON