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Jueves 14 de Octubre de 1999
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Pezones Cardozo y sus ilustres invitados

Los Tetas

Cristian Vitale

Pese a ser una banda nueva, Pezones Cardozo cuenta con un handicap que los ayuda a escapar del anonimato: en su primer trabajo, Saliendo Despacio, cantan en carácter de invitados y amigos, Chizzo y Cucho, dos grandes exponentes del rock argentino y popular. “A Gustavo (Chizzo) lo conozco del barrio. Lo llamé para cantar y se copó. Apareció en la sala sin drama, es un tipo muy simple”, cuenta el baterista Claudio Calderón. Con Cucho la historia es similar. Claudio fue plomo de Los Auténticos “en los comienzos” por lo que los une “un buen feeling afectivo”. Además, Martín La Mosca Lorenzo, otro auténtico, es el productor artístico del cd.
Pezones, hoy septeto, hace base en Lugano. Su historia se remonta a junio de 1996 cuando era un power trío. Luego la música del grupo fue evolucionando hacia una mezcla de ritmos disímiles. En Saliendo Despacio, hay de todo un poco: candombe, folk, ritmos latinos y cierto aire piazzolesco. El nombre, llamativo por cierto, data de una noche de borrachera y gran comilona: “estábamos medio en pedo y mirando MTV. En eso aparece una mina en remera y sin corpiño, cantando. Se le notaban los pezones bien nítidos. Yo salté y dije, ésta es Pezones Cardozo, en vez de carnosos. Por supuesto, todos murieron de risa y la anécdota se repitió hasta convertirse en el nombre de la banda”.

Pezones Cardozo toca el sábado en Coco Baiano (Balcarce 958), a las 24.



Crónica del Congreso Nacional de H.I.J.O.S.

A nuestros
viejos

RAQUEL ROBLES

Chaco, IV Congreso Nacional de H.I.J.O.S., octubre de 1999. Desde aquel octubre del ‘95 en el que acordamos nuestros lineamientos básicos hasta este encuentro, donde las únicas cámaras que disparan son las nuestras y ya no hay periodistas documentalistas deseosos de registrar paso a paso cada momento, muchas cosas han cambiado y muchas siguen intactas. Algunos somos cinco años más viejos, han nacido niños en este tiempo, se han formado parejas y se han deshecho, hemos crecido en nuestra forma de pensar, en nuestra forma de sentir, en la manera de hacer política. Y parte de ese crecimiento es este estar siempre queriendo más. Durante tres días discutimos cómo hacer para profundizar los escraches, este invento nuestro que tanta satisfacciones nos ha dado, y que ya no es nuestro sino de todos. Cómo hacer para que sean aún más efectivos, más dinámicos, más participativos. Porque así somos, siempre andamos queriendo más. Entre olor a repelente y mosquitos que trataban de atravesar toda valla, los Hijos de todo el país y también de Chile, Madrid, Barcelona y París, compartimos experiencias, planificamos el año y nos rompimos el coco para tratar de resolver los problemas de comunicación que provocan las distancias y la falta de recursos. Después, bien temprano el lunes, marchamos hacia el escrache a José Ruiz Palacios, gobernador de Chaco durante la dictadura, responsable de miles de secuestros, torturas y asesinatos y, como ejemplo clarísimo de la impunidad, actual diputado de la Nación. Cantamos hasta dejar las gargantas en los cantos. Los vecinos nos traen agua y nos acompañan. No quedó nadie sin enterarse: misión cumplida. Después asado, abrazos, subirse a los micros y volver cada uno a su lugar. Con el corazón más delicado, con la certeza de estar construyendo historia, sabiendo que nuestros viejos y sus compañeros estarían felices de saber que estamos juntos, que somos rebeldes, que no nos conformamos con esta realidad que nos toca, y que ni siquiera nos conformamos con nuestros propios logros: siempre queremos más. Cuando logremos todo lo que queremos (quién duda que el presente es lucha pero el futuro es nuestro), aún así seguiremos queriendo más.



En la Plaza de Mayo no se puede

El recital
que no fue

P.P.

Era sábado a la tarde en Plaza de Mayo y un flete cargado de instrumentos y equipos estacionó sobre Hipólito Yrigoyen. Ahí, El Sepulcro Punk pensaba llegar, improvisar un escenario y tocar un show mínimo, eléctrico y rabioso. Cuando la camioneta llegó a la plaza, dos policías de la comisaría 2» la interceptaron y el fletero –algo inocente él– le dijo que traía los equipos para un recital. Uno de los policías resopló una risita. “¿Tenés permiso?”, le preguntó. Los músicos pedían explicaciones. La discusión se trasladó a la plaza, a unos metros de la Pirámide de Mayo (la foto que ilustra estas líneas corresponde a esa escena).
–¿Por qué no podemos tocar? –preguntó Batra, cantante de El Sepulcro Punk y gestor de este ciclo de recitales callejeros que hubiera culminado con el del sábado.
–Porque no tienen permiso –contestó un policía–. Acá no se puede, flaco. Esto es monumento histórico nacional. Mirá la gente... Si querés andá a quejarte al gobierno de la ciudad.
–Pero nosotros lo único que queremos es tocar, es un hecho artístico. ¿No me puedo expresar libremente?
–Te podés expresar.
–Vamos a tocar igual. Vamos a bajar los equipos y tocar igual -intervino Gustavo, cantante de Responsables No Inscriptos y partícipe de la movida.
–Hacé lo que quieras, padre. Ya estás advertido. Después hablaremos en otros términos.
Mientras hablaban –y más punks y policías se acercaban, y una chica sacaba fotos y un agente le preguntaba “de qué medio” era–, alguno de los policías avisó por handy a un Fiat Regatta blanco de la SIDE que custodiaba “la plaza”. Los del Servicio de Inteligencia pararon el flete (que se había alejado unas cuadras), le pidieron al conductor algún papel que no tenía, y le incautaron la camioneta, con equipos y todo. Los músicos estaban buscando una manera de tocar sin “avivar a los ratis” cuando les cayó la noticia. Los que se habían juntado –unos cien en ese momento– caminaron hasta la esquina de Avenida de Mayo y Florida y se sentaron sobre el escenario que se había montado para los festejos del 12 de octubre. Ya estaba atardeciendo. Batra fue a la comisaría a buscar las cosas, pero el trámite demoró más de la cuenta. Cuando volvió era de noche y casi todos se habían ido. Se sentía frustrado y víctima de la censura. Un chico con remera de los Pistols se acercó a los músicos y preguntó qué se podía hacer. “No madurar”, contestó el cantante de Responsables No Inscriptos. “Eso se puede hacer.”