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Jueves 28 de Octubre de 1999
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Agustín Pichot, crack de Los Pumas
El jugador trip hop

Lo habrás visto en televisión, en algún partido del Mundial de Rugby -que todavía sigue– o en cualquier repetición o nota referida a la cuestión. Se sabe: Los Pumas hicieron mucho más de lo esperado en la competencia y se volvieron con un digno 8¼ puesto. Pero él sobresale. Ya sea porque no es un oso cuadrado de los que abunda en este deporte, ya sea por su pinta de Burrito Ortega de la ovalada (medias bajas, pelo largo, gambeta). Según el circunspecto Daily Telegraph inglés, se trata de alguien “con un look de estrella pop, nacido del fútbol y con temperamento de artista”. Famoso por un voluminoso arsenal de ropa fina (y cara), tanto como por su especial habilidad para sacar limpia la pelota de cualquier formación fija –su palomita es marca registrada–, Pichot acaba de firmar contrato con Bristol, club de la ciudad de Tricky y Massive Attack recién ascendido a primera en la competitiva liga inglesa. A los 25 años, ganará 400.000 dólares por un año de sus servicios como medio-scrum atrevido y pícaro con la pelota. Hincha de Boca y orgulloso dueño de un BMW a la James Bond, Agustín Pichot tiene el mundo en sus manos.


Daniel Tognetti, después del golpe
En la boca

BRUNO MASSARE

Difícilmente alguien no se haya enterado. La noche del martes previo a las elecciones, la boca ensangrentada de Daniel Tognetti escupía insultos y se indignaba por la pasividad de los policías. Recuérdese: en la cobertura del acto del peronismo, el sábado 17 de octubre, lo golpearon y nadie se hizo cargo de... nada. “Recién cuando empezamos a filmar y a increparlos, los tipos tomaron conciencia de que tenían que hacer algo”, asegura hoy, ya pasado el mal momento. Pero la cosa no terminó ahí. Tras la agresión –que demandó tres puntos de sutura en el labio–, Tognetti fue hasta la comisaría para hacer la denuncia y se encontró con los muchachos duhaldistas. “Yo estaba muy enojado, muy dolorido, y los tipos estaban de lo más tranquilos. Son militantes rentados, inclusive a uno ya lo tenía visto de antes. Están los videos, están los nombres, no tendría que haber inconvenientes para que esto se esclarezca”, dice. Y la boca lastimada no es casualidad, dice. “No en vano me pegaron ahí. Es mi herramienta de trabajo y seguramente es el lugar de donde salen cosas que a ellos les molestan.”
–¿De ahora en más cambia algo en tu forma de trabajar?
–Todavía no lo tengo muy claro. Seguramente va a repercutir en mí y es como que voy a tener que andar con mucho cuidado, trataré de tomar todos los recaudos posibles. Pero considero que en el poco tiempo que llevo trabajando me he ganado cierto respeto y una banda de militantes violentos y rentados no me va a decir adónde tengo que ir a trabajar.


Una cadena de e-mails distinta
Reíte de
los elefantes

JAVIER AGUIRRE

A cualquier usuario habitual del correo electrónico le molesta bastante la llegada imprevista de e-mails enviados por desconocidos. Pero si alguna vez te llega uno con el título La Saga Paquidérmica, abrílo. Estarás ante una sorpresa. Se trata de una serie de absurdos chistes de elefantes, compilados e inventados por Leonel Mauro D’Agostino, de 24 años; guitarrista, guionista y humorista oriundo de Lomas del Mirador. “La Saga comenzó como un divertimento para compartir con mis amigos, pero empezó a tener buena repercusión y muchos me mandaron e-mails de conocidos para que los suscribiera”, dice Leonel. Las entregas de La Saga Paquidérmica llegan aproximadamente una vez por semana, y el perfil habitual de sus chistes es: “¿Qué hace un elefante vestido de obrero de la construcción? Respuesta: Un solitario homenaje a los Village People”. O bien: “¿Flotaría un elefante sumergido dentro de una piscina llena con jalea de damasco? Respuesta: Es recomendable no llevar a cabo tal experimento, ya que la jalea de damasco suele ser desagradable”.
D’Agostino explica, a modo de justificación teórica de su idea, que La Saga cuenta con un Manifiesto Paquidérmico que él resume así: “El propósito íntimo es analizar el recorrido y la formación de los chistes. Ocurre algún acontecimiento importante y al día siguiente ya todos conocen el último chiste sobre... Nadie sabe quién crea ese chiste, o si se trata de una organización supersecreta destinada a inventarlos. Ahí surgió La Saga. Y elegí al elefante porque es el animal que más chistes ha inspirado en la historia de la humanidad. Ya Groucho Marx hacía chistes de elefantes. Ojo, yo no me siento el Groucho Marx argentino. Más bien el Joe Rígoli ecuatoriano”.
Para terminar, nada mejor que citar otro capítulo de La Saga: “¿Sabés cuándo un elefante calza pantuflas de peluche? Respuesta: Luego de pasar por un criadero de conejos”.

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