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Jueves 25 de Noviembre de 1999
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Los discos y los artistas que definieron la década

Qué han hecho ellos para merecer esto


El recuento y la selección dejan margen, por supuesto, para poner/sacar/poner y volver a sacar. Es parte de la religión. Aquí van, entonces, sesenta discos claves para entender estos diez años desde el mundo pop-rock y varios de los personajes que hicieron algo por merecer un lugar de privilegio. No es una versión definitiva de la historia, ni mucho menos, simplemente un acercamiento a la música que hizo de los noventa un tiempo más placentero y agradable de estar y vivir.

))) Mercury Rev. Yerself is Steam (91). Uno de los debuts más impactantes de la década, combinando el ruido de Jesus and Mary Chain con la hipnosis de los Roxy Music experimentales y una dosis de demencia absolutamente propia, con planos sonoros irreales, voces deformadas y lírica alucinada. Chequear también Deserter’s Songs (98) donde se reinventan virando a un clasicismo orquestado de alto vuelo.

))) Massive Attack. Blue Lines (91). El disco que disparó esa fusión comatosa de hip hop y soul que se denominó trip hop. Utilizando samplers, bandejas, instrumentos convencionales y un tándem rotativo de cantantes consiguen un sonido seductor y elegante, luego obligatorio en los sectores más chic, con una descendencia (Olive, Morcheeba) no siempre tan inspirada.

)))Guns’n’Roses. Use Your Illusion (91). Shockearon en el ‘87 con Appetite for Destruction, pero fueron ineludibles durante los primeros 90, desatando algo parecido a una efímera beatlemanía (en Bs. As. una chica llegó a suicidarse por no poder ir a verlos). En este monumental segundo álbum (¡doble cd!) amplían sorpresivamente los límites sonoros su clásico hard rock, con “Coma” como estandarte.

El ermitaño
En 1991, cuando aparecieron las dos versiones de Use your illusion, todo parecía que ésta sería la década de Guns’n’Roses: el grupo vendía millones de discos y se embarcaba en gira mundiales extenuantes, que los trajeron dos veces a Buenos Aires (con funciones a pleno en River). La primera fue pura controversia: el nunca confirmado rumor de que Axl había quemado una bandera argentina –lanzado desde Ambito Financiero– provocó amenazas de bombas, les allanaron el hotel, la visita fue repudiada por Quarracino (otra vez) y ¡Seineldín!, y Menem dijo que los muchachos eran “unos forajidos” a quienes le hubiese gustado prohibir. El tuvo que salir a mostrarse desde los balcones del Hyatt como un turista orgulloso de pisar suelo argentino (ver foto). Sin embargo, los shows fueron demoledores y el grupo volvió para cerrar el tour. Y luego, el silencio. Axl echó a todos sus ex compinches, se quedó con el nombre de la banda y se recluyó. Todos los años se anunciaba un nuevo disco de los Guns, pero era falsa alarma. Ahora se dice que vuelven en el 2000, hay una recopilación de tomas en vivo y un disco de nuevas canciones ¿hecho? ¿Axl desempolvará la vincha y las calzas?

))) Public Enemy. Fear of a Black Planet (90). Quizá su trabajo definitivo sea It takes a Nation... (88), pero Chuck D y los suyos han obrado como referente fundamental para la explosión del rap afronorteamericano, combativo, enojado y concientizado de la década. Todavía explotan esquirlas por ahí.

))) Metallica. Metallica (91). La banda insigne del thrash metal pisa los frenos y profundiza el romance baladístico iniciado con “One”. Coqueteando también con el hard rock oscuro (“Enter Sadman” es, quizás, el “Smoke on the Water” de los ‘90) se convirtieron en el prototipo de banda heavy de fin de siglo, una posición que ni siquiera su reciente filtreo con el pop MTV pudo destruir.

))) My Bloody Valentine. Loveless (91). Si Hendrix viviera seguramente hubiera llegado a las mismas conclusiones. Malabaristas de la electricidad, reinventaron la guitarra, redujendo su estilo a un magma de sonido viscoso, tan celestial como sinuoso. Cuentan con amplia descendencia, llegando hasta Ride, Soda Stereo (“En Remolinos”) o los Juana La Loca iniciales.

))) Beastie Boys. Check your head (92). Los Beastie vuelven a los instrumentos eléctricos que alguna vez empuñaron en sus años punk, consiguiendo este intrincado collage de hip hop progresivo que tritura funk, psicodelia, hard rock, soul, punk y lounge. De aquí en más estos neoyorquinos fueron sinónimo de mentes abiertas para el -.a veces– rutinario mundo del rap.

Los modernos
Aquellos tres desvergonzados muchachos judíos de Brooklyn que peleaban por su derecho a la fiesta terminaron organizando conciertos benéficos para la causa del Tíbet. Rapeaban canciones misóginas y terminaron pidiendo respeto para las mujeres. Los Beastie Boys crecieron en más de un sentido. Hoy cuentan con su propio sello discográfico, son vanguardia siempre y se los respeta tanto por su activismo social como por sus conciertos siempre excitantes (como pudo apreciarse en Buenos Aires en 1995) y sus innovadores discos. La revista Spin escribió que se trataba de quienes “siempre, lleven lo que lleven puesto y digan lo digan, parecerán cool”.

))) R.E.M. Out of Time (91). El álbum con el que estos clásicos soldados del rock independiente norteamericano 80’s conquistaron a las masas. La culpable: “Losing my religion”, una melancólica y adictiva tonada. El megaestrellato que desequilibrió a Kurt Cobain sirvió a R.E.M. para ubicarse en una posición relajada, sin preocuparse por correr tras el hit.

))) Orb. Adventures beyond the ultraworld (91). Estos ingleses dotaron de pulso dance a dos tendencias (el ambient y los viajes cósmicos del kraut rock más electrónico) que yacían olvidadas. Consiguieron ingresar a los rankings e influyeron a toda una generación de músicos que delinearon la explosión tecno de los ‘90. La Biblia para los amantes del microchip.

))) Red Hot Chili Peppers. Blood Sugar Sex Magik (91). Su trabajo más popular y acabado. Fundamental influencia para la actitud “callejera” de fin de siglo, tanto estética (tatuajes, bermudas) como sonora (mixtura de punk, hard y funk). Además, el bajista Flea (una suerte de Jaco Pastorius con mal de Parkinson) es uno de los pocos virtuosos del post punk.

))) Nirvana. Nevermind (91). El poder de la canción, esté recubierta por samplers, orquestas o guitarras furiosas. Bastaron sólo cuatro acordes, la entrada de batería más espectacular de la década y una melodía hechizante (“Smells like Teen Spirit”) para descubrir un estilo (el indie rock) a las masas, fundar un subgénero (el grunge) y deformar tan drásticamente lavida de su autor hasta conducirlo a su destino de Mártir Eléctrico. Cambió la historia.

El ángel caido
La canción se llamaba “Smells like teen spirit” y el disco que la contenía, Nevermind, explotó casi un año después de su lanzamiento, pasandole el trapo a los por entonces poderosos U2 y Michael Jackson. Entre otras cosas, aquel impacto hizo que las multinacionales del disco metieran las patas en el fango del rock under y que los oídos masivos estuvieran preparados para guitarras afiladas y gritos desgarrados. Sin quererlo, Kurt Cobain encarnó al desencanto de la llamada Generación X. Incluso llegó para mostrarlo a la Argentina, en un recital desangelado que igual es histórico. Pero, mientras que la mayoría de los clones de Nirvana armaban sus canciones siguiendo el manual, el rubio cantante las sacaba de su propia y conflictuada existencia. Abrumado por sus propios fantasmas, Cobain se suicidó de un escopetazo. Y se convirtió en el último mito rockero del siglo.

))) Aphex Twin. Selected Ambient Works Vol 1 (92). El álbum que ha influido a toda una generación de techno-heads. El personaje más importante de la década en el ámbito electrónico, no sólo por su apertura estilística (ha transitado por el ambient, el trance, el jungle, el breakbeat, el intelligent techno) sino por su capacidad de pervertir y dotar de trascendencia lo que en otros suena a mero ejercicio de estilo.

))) Primal Scream. Screamadélica (91). El momento convencionalmente establecido en que el rock acepta a la cultura dance, por más que los Clash tocaran funk y dub en el ‘82, Blondie se dejara remixar y New Order sonara en todas las discotecas. Se ha hablado tanto de este álbum y sus consecuencias que su inclusión es obligatoria. A los mitos no se los debe cuestionar.

))) Cypress Hill. Black Sunday (93). Dotaron de oscuridad gótica y psicodélica (responsabilidad de DJ Muggs) a una escena hip hop demasiado tradicionalista en su concepción sonora. Sus alegatos promarihuana provocaron polémicas y, de alguna manera, blanquearon masivamente el perfil de una subcultura febrilmente activa, pero hipócritamente negada.

))) Rage Against the Machine. Rage Against the Machine (92). Con el punk ideológicamente domesticado, fueron, junto a las tribus del hip hop, los principales culpables en mantener el elemento subversivo en la década. Además, abrieron una nueva puerta para el metal con su combinación de hard rock, funk, rap, punk y el indie neoprogresivo de Jane’s Addiction. El trabajo del guitarrista Tom Morello también fue muy influyente.

))) Mano Negra. King of Bongo (91). Otros ochenteros que recién influyeron en los ‘90. Auténticos culpables de la alterlatinidad (Fabulosos Cadillacs, Todos Tus Muertos, Café Tacuba, etc.) que conquista otros mercados, su fórmula es, a su vez, una ampliación del desprejuicio estilístico que The Clash mostró en Sandinista! (80): punk, ritmos latinos por doquier, reggae, rap, dance, ska, sudor y mucha, mucha conciencia social.

El herrante
Hacía frío y Obras estaba semivacío. Sin embargo, los pocos que vieron a Mano Negra (aunque ahora suman varios miles) en su única visita a Buenos Aires difícilmente podrán olvidar ese show de 1992. La banda francesa fue fundamental para dar forma a lo que hoy se conoce como rock latino. Cuando la Mano volvió a América, se subió a trenes destartalados y visitó los lugares más recónditos. Aquello fue la inspiración para el disco clave del período, Casa Babylon. Luego, las diferencias hicieron que el grupo se separara. Manu Chao siguió viajando por las zonas menos turísticas del continente, recogiendo experiencias y grabando, casi sin notarlo, las canciones que conformaron Clandestino, su gran disco solista debut. Y por ahí debe andar, con su guitarra y su grabador.

))) Jamiroquai. Emergency on Plant Earth (93). El emergente masivo de la cultura acid jazz generada en Gran Bretaña a principios de década, con bandas como Young Disciples, Brand New Heavies o Incógnito. Blanco, bonito, con una imagen distintiva y fácilmente imitable (el gorro de piel) y un discurso extramusical políticamente correcto (ecologista) no halló obstáculos para ubicar su soul suave y lujoso (heredero de Steve Wonder).

))) Suede. Suede (93). Uno de los grupos británicos más promocionados de la década que ha logrado sobrevivir y forjarse una sólida carrera. Con su álbum debut reformularon las premisas estéticas del glam rock 70’s, tanto sonoras como sexuales (reinstalaron la ambigüedad como tema) e introdujeron a un guitarrista original como Bernard Butler (actualmente solista), el más interesante desde Johnny Marr.

))) Combustible Edison. I, Swinger (94). Catalizaron el revival de algo tan, supuestamente, opuesto a la rebeldía-rock como la hedonista y superficial cultura lounge (música funcional de salón, favorita de los playboys en los sixties). Inyectándole un componente bizarro y altamente cínico, lograron dotar de interés a unos sonidos que, en manos de otros, resultan excesivamente efímeros.

))) Green Day. Dookie (94). Junto a Offspring, los máximos vendedores del punk de supermercado de fin de siglo. Gracias a una imagen caricaturesca, melodías boy scout, rebeldía de pupitre y videos inteligentemente divertidos lograron fascinar a los preadolescentes y adolescentes, demasiado nerviosos como para entretenerse con los clásicos repertorios infantiles.

))) Hole. Life Throgh This (94). Concebido antes de la muerte de Cobain y los flirteos de Courtney Love con Hollywood, el álbum se sitúa en un punto equidistante entre el desgarrante debut Prettty on the Inside y el pop satisfecho de Celebrity Skin. Courtney Love se convirtió en modelo de Riot Grrrrl: chicas enojadas, rebeldes, autodeterminadas y sexualmente agresivas. Punk menstrual.

))) Korn. Korn (94). Otra metamorfosis para el viejo metal. Estados Unidos encuentra otra senda para capitalizar la angustia adolescente de fin de siglo, superado el grunge. Combinando rock industrial (cosecha Ministry) y hip hop, Korn modeló una estética cargada de agresión, oscuridad, angustia existencial, volumen a tope y una imagen deportiva fácilmente imitable.

))) Nine Inch Nails. The Downward Spiral (94). Trent Reznor y su alter ego Nine Inch Nails fueron (junto a Ministry) principales culpables de la fusión máquinas/guitarras metálica/enojo perenne que domina el último lustro del siglo. Creador del concepto Marilyn Manson (además de diseñarles el entorno sonoro, los lanzó por su sello). Este álbum es como una catedral de violencia, construida con la minuciosidad de un torturador.

El príncipe oscuro
En 1992, el mismo año en que fundó Nothing Records (el sello que editó el debut de Marilyn Manson), Trent Reznor obtuvo su primer Grammy por el Ep Broken. En el ‘88 se había formado Nine Inch Nails, el proyecto mediante el cual sonorizaba sus obsesiones. Con The Downward Spiral (94) se consagró héroe truculento e industrial, y la crítica lo señaló como el hombre que salvaría al rock en los noventa. Golpe de efecto: el disco fue grabado en la Casa de Cielo Drive 10050, la misma en que la Familia de Charles Manson asesinó a Sharon Tate y sus amigos en 1969. Pasaron cinco años hasta la edición de su nuevo y esperado disco: el doble The Fragile. Pero en el medio produjo dos bandas de sonido alucinantes: la de Asesinos por naturaleza, de Oliver Stone, y Carretera perdida, de David Lynch. Courtney Love lo acusó de someter a las groupies, y David Bowie lo invitó para “I’m afraid of Americans”. Es, efectivamente, un hombre clave de los noventa.

16) Pantera. Vulgar display of Power (92). Un sacudón para el mundo pesado. Raíces punk y un vocalista que desciende directamente de Henry Rollins (Black Flag) revolucionan el thrash metal y se convierten (junto a Metallica) en el ejemplo a seguir por cientos de bandas. Además, “Walk” rankea alto, junto a “Enter Sadman” (Metallica) en el rubro “Tema metálico de la década”.

Los intocables I
En sus dos viajes a la Argentina, los Rolling Stones tocaron diez veces en el estadio Monumental y convocaron a unas 700.000 personas, legitimando la instauración definitiva de la patria stone argentina. En 1995, cuando los trajo por primera vez el Voodoo Lounge Tour, comieron pizza y tomaron champagne con Menem (el Presidente no había querido recibir a los Guns’n’Roses, pero posó sonriente para la foto junto a sus Majestades Satánicas con un caro traje amarillo, en plena campaña por la reelección), McDonald’s lanzó el combo Satisfaction, hubo un modelo Gol-Rolling Stone y el mapa argentino tuvo por una semana la forma de la lengua que pergeñó Andy Warhol. En marzo del ‘98, volvieron con Bridges to Babylon, las mismas morisquetas de siempre y repitieron la marca y la fiebre. Como si fuera poco, compartieron dos noches y escenario con Bob Dylan, nada menos. Allí hubo una gran versión de “Like a rolling stone” (el “momento del año” 1998 para el No).

))) Pavement. Slanted and enchanted (92). El grupo insigne del sonido indie de los 90: actitud despreocupada, cínica, levemente intelectual, lejos del prototipo “ganador” –habitual en los medios y las fórmulas radiales–. El noise de sus guitarras, las armonías disonantes y su deshilachada dinámica grupal fueron uno de los iconos sonoros de estos años.

))) P.J. Harvey. Dry (92). Prototipo de mujer inteligente y creativa, demostró que no es necesario contar con una belleza deslumbrante para derrochar sensualidad, femineidad y ubicarse como referente cultural. Dueña de un repertorio carnal y jadeante, nunca ha ocultado sus raíces blues, al que ha sometido a potentes tratamientos de electroshock. Psicoterapia a 220 voltios.

))) Blur. Modern Life is Rubbish (93). Aturdido por el aluvión norteamericano del grunge y el rap, el rock británico se vuelve orgullosamente autorreferencial, y con este álbum como punto de partida. Con la valija llena de discos de Bowie, los Who, los Beatles, Ultravox! y los Kinks, Blur se convierten en espontáneos instigadores del brit pop.

))) Tricky. Maxinquaye (94). Popular a raíz de sus colaboraciones con Massive Attack, Tricky no tardó en convertir al trip hop en un viaje fascinante y osado, descubriendo senderos vírgenes para los cuarteles del groove. Esta álbum debut descubre una forma imaginativa de manejar el sampler, inaugurando una discografía que se ubica entre lo más intrépido de la década.

))) Bjork. Debut (93). El astuto Nellee Hooper (ex Soul II Soul) consiguió, por fin, ubicar a la personal y virtuosa garganta de Bjork en el entorno sonoro que estaba necesitando desde los Sugarcubes. Así consiguieron esta obra magna del pop inteligente: ritmos dance, ambientes cool, suntuosos arreglos orquestales y una oportuna mirada sobre el jazz. Inclasificable.

))) Beck. Mellow Gold (94). Uno de los personajes de la década. Con su eterna cara de sorprendido y una declaración de principios tan rotunda como “Loser” (Perdedor), resumió el sentir de la generación de la Nación alternativa, con una escala de valores opuesta a los del triunfalismo típicamente norteamericano. Además, su mixtura de hip hop, folk, psicodelia y samplers, resultó completamente novedosa.

El cerebrito
Un cowboy que nunca empuñó un revólver. Desde Los Angeles, le alcanzó para conquistar el mundo con un micrófono, un par de bandejas, teclados analógicos, samplers, guitarras y canciones. Grandes canciones. Beck es el músico más singular del rock norteamericano de esta década. Sedujo al planeta proclamándose perdedor (Mellow Gold, 1994, hecho con 300 dólares), lo maravilló con Odelay (96), y se consagró bluesman universal con Mutations (98). Fue premiado, venerado, renovó el folk y el hip hop, exploró la bossa nova, grabó videos geniales y se incorporó al jet set californiano. Con Midnite Vultures a punto de editarse, cierra la década a la altura de su talento. La Argentina todavía espera la visita de este mesías folk-cósmico.

))) Chemical Brothers. Exit Planet Dust (95). Album debut. Disco fundacional. Sonidos nuevos. Los emergentes más populares del subgénero dance llamado break beat (o también Big beat): ritmos fastuosos, arengadores, bajos distorsionados, sonido pesado, sirenas, máquinas que suenan como humanos. El tecno en su estado más rockero, algo así como los AC/DC de la electrónica.

))) Oasis. (What’s the Story) Morning Glory (95). Un repertorio que resume grandes momentos del pop británico (Beatles, Faces, Bowie, Slade, T. Rex, Sex Pistols), un compositor exquisito, un cantante de registro tan particular como adhesivo y un atractivo componente extramusical (las constantes peleas entre los hermanos) sirvieron para hacer de Oasis la definitiva banda pop-rock de la década. Altamente pop y altamente rock.

Los forajidos
En 1991 Liam Gallagher le ofrece a Noel hacerse manager de Oasis, pero el hermano mayor reformula la oferta: quiere ser el guitarrista y compositor. Como para que no queden dudas, les toca una de sus canciones: “Live forever”. De acuerdo, se rinden los otros, y el norte inglés escupe otra máquina de canciones cuasiperfectas. El rock orgulloso, arrogante, patotero y demoledor de hoteles recupera el protagonismo gracias a sus desventuras. En marzo del ‘98, más de 15 mil argentinos asistieron a dos shows inolvidables y a todo volumen en el Luna Park. De entonces a hoy, los hermanitos tuvieron hijos, vieron cómo el resto de los integrantes abandonaba la banda, y prepararon un álbum que se editará en febrero del 2000, Standing on the Shoulder of Giants. Como escribió un periodista inglés: “Oasis está destinado a convertirse en la banda de sonido de la película de tu vida”.

))) U2. Achtung Baby (91). Las tácticas del pop británico underground de principios de década adoptadas (y adaptadas) por estos megavendedores after punks. De esta forma, millones de hogares contaron con una versión para estadios de Primal Scream, My Bloody Valentine, Curve y Jesus Jones.
Para ellos, fue un quiebre artístico que les deparó supervivencia digna.

Los sobrevivientes
Tres discos editó en esta década, y fueron bastante buenos (Achtung Baby y Zooropa muy buenos). Pero las noticias en torno de Bono y compañía tuvieron más que ver con el compromiso social: son acaso los máximos exponentes de la corrección política rockera, sin perder la pátina cool. Abonados a Greenpeace y Amnesty, ya en el ‘92 donaron las regalías del encantador single “One” para la lucha contra el sida. Pero la intervención solidaria más ambiciosa de Bono es Jubilee 2000, la campaña que encabeza para que las grandes potencias del mundo perdonen la deuda a los países más pobres y sometidos. En Argentina, llenaron 3 veces River (180 mil personas), montaron un show ampuloso y de calidad, y al final invitaron a las Madres de Plaza de Mayo a subir al escenario. Las hicieron todas. ¿Volverán?

))) Smashing Pumpkins. Mellon Collie and the Infinite Sadness (95). Con este ambicioso doble cd (!), Billy Corgan cerró la última puerta en la habitación del grunge. Una obra grandilocuente, un monumento al riff que demostró el agotamiento de una fórmula, y el peligro de volver a la pretensión setentera. Por algo, el siguiente álbum del grupo (Adore) evitó todo tipo de conexión con el pasado. Igualmente, ineludible referencia.

))) DJ Shadow. Endtroducing (96). Una de las novedades de la década fue la ascensión de la figura del Disc Jockey al status de cuasi-músico (artista), y este álbum es un fuerte argumento para aseverarlo. Lejos del propósito hedonista de la discoteca, se trata de intrincados y desafiantes collages sonoros. Una cumbre para el trabajo con samplers.

))) Garbage. Garbage (95). Por primera vez en muchos años, las novedades Pop llegaron de la mano de un grupo de adultos (y una chica con mucho manejo mediático). Butch Vig (productor del Nevermind de Nirvana, nada menos) capitalizó las enseñanzas tecno-rock de Jesus Jones y Curve, las volcó sobre un repertorio atrayente y las decoró con una producción ultrasensorial. Máquinas, guitarras, canciones y sexo.

))) Goldie. Timeless (95). He aquí una de las pocas estrellas del drum’n’bass (subgénero dance británico), que jugó con su imagen llamativa, sus contactos farandulescos (romance con Bjork, amistad y colaboración musical con Noel Gallagher) y su olfato para el hit, para terminar firmando el álbum más popular el género, uno de los pocos ritmos propios de la década.

))) Moby. Play (99) The Beta Band. The Beta Band (99). Es muy temprano como para evaluar la trascendencia de estos trabajos, pero, desde la perspectiva actual, en un año con pocas sorpresas estilísticas, representan posibles nuevas direcciones. Moby aporta su lúcida combinación de samplers bluseros dentro de un contexto de canción groove, mientras que la Beta Band pervierte al pop británico, jugando con lo insólito.

))) Manic Street Preachers. Everything Must Go (96). Elegido “Disco del año” en la mayoría de los medios europeos. Un punto culminante para el pop orquestado que proliferó en los últimos años. Con un repertorio altamente épico, cercano al himno, actualizaron el muro de sonido de Phil Spector, las maneras compositivas de Burt Bacharach y la crudeza del punk,coronados por una alta conciencia proletaria. Demostrando que el barrio no está necesariamente reñido con la sutileza.

))) Sepultura. Roots (96). La primera banda sudamericana (brasileña) en conquistar el Primer Mundo del rock. Además, supo incorporar sonidos tribales y étnicos (principalmente percusivos) a su enloquecido thrash metal, inyectando novedad al género. Así, es el punto más alto de su discografía y un absoluto clásico para el metal fin de siglo.

))) Stereolab. Emperor Tomato Ketchup (96). En ellos conviven varios atributos como para transformarlos en la banda más chic del planeta: cantante francesa de estilo distante, fascinación por el recuperado Krautrock (sobre todo Neu), temprano enrolamiento en el retrofuturismo, portadas confeccionadas en base a las últimas tendencias del diseño gráfico, look nerd. Artys que no llegan llegar al hermetismo.

))) Spiritualized. Ladies and Gentlemen we are floating in Space (97). La Psicodelia. Este momento tan fértil en la cultura Pop siempre es un buen lugar para revisitar cuando se está en busca de emociones fuertes. Luego de varios amagues, Spiritualized concretó este rascacielo psicodélico, obra magna ultraorquestada, un viaje a Neptuno en la nave-camarote más lujosa. La curiosidad: la tapa es igual a la del debut de Cienfuegos.

))) Underworld. Beaucoup Fish (99). Aunque no contenga “Born Slippy”, el himno más excitante de la cultura rave (editado como single y en la Banda de Sonido de Trainspotting, después versionado para la publicidad de Quilmes), he aquí la muestra más acabada de su talento para dotar al trance de un perfil cancionero, humano y desenfrenado. Electrónica cálida, tan bailable como inteligente.

))) Radiohead. OK. Computer (97). El Rock vuelve a buscar la elaboración, con cambios de ritmo y estructuras que trascienden su habitual (e inicial) cuadratura. Radiohead corre tras la trascendencia apostando a la seriedad, el drama y la épica, con buenos resultados. Puede decirse que es el álbum que U2 nunca pudo hacer y no se faltaría a la razón.

))) Marilyn Manson. Antichrist Superstar (96). Definitivamente, una de las personalidades de la década. Catalizador de todo lo políticamente incorrecto que puede ser el rock en estos tiempos violentos, es más importante por sus declaraciones, atuendos y videos que por su música. Este disco representa, acaso, su personaje más acabado y revulsivo. Suma y sigue.


El quilombero I
“Somos lo que se supone que el rock and roll es: la tradición de Jerry Lee Lewis quemando su piano y cogiéndose a su prima de trece años”, dijo una vez, poco después de ser ordenado Reverendo por el fundador de la Iglesia de Satán, Anton La Vey. Habría que mencionar también a Alice Cooper y David Bowie, entre otros, para rastrear el personaje que Brian Warner representó en esta década y que alimentó el instinto cazador de padres conservadores, religiosos, gobernantes y otras inquisiciones. Manson fue anticristo (y le atribuyó al de Belén la invención del LSD), estrella ciberespacial (Mechanichal Animals), inspirador de Say No More (!) y supuesto protagonista del más inverosímil anecdotario sexual. En la Argentina estuvo dos veces, cuando todavía usaba ligas y los videos reflejaban sus obsesiones odontológicas. Cuando estaba por venir la tercera vez, una caza de brujas se desató en su contra por el asesinato en masa que perpetraron dos fans adolescentes en una escuela secundaria de Colorado. La última: hizo de JFK para el video de “Coma white”.

La mamita
En diez años, Madonna pasó de ser el icono sexual que ofendía al por entonces cardenal Quarracino a la mujer madura y madre de una niña que todavía es capaz de enloquecer, sólo que ahora, a Austin Powers. “Cuando se cansen, dejarán de hablar de mí”, profetizaba la ex chica material a principios de la década. Pero ella se encargó de que nadie pudiera olvidarla: su libro de fotos-en-bolas Sex, sus videos y la película A la cama con Madonna la mostraron provocadora, tuvo infinidad de romances, la Iglesia argentina se opuso a su primera visita al país y una fracción ortodoxa del peronismo chilló y amenazó cuando se supo que, en el mismísimo balcón de la Rosada, sería por un rato Evita para el engendro fílmico de Alan Parker. Menem la recibió y ella contó cómo el Presidente le miraba el escote. No era para menos: a los cuarenta, cada día está más sensual (los cuarenta le sientan bien). Y Ray of light, su último disco, es lo mejor que produjo en mucho años, de la mano del laboratorista electrónico William Orbit.

))) Andrés Calamaro. Honestidad Brutal (99). El álbum de la turbulencia. Luego de la separación de Los Rodríguez y su inesperado megaéxito como solista (Alta Suciedad), Calamaro ingresa al Olimpo de los Grandes Solistas Argentinos. Este ambicioso álbum doble es un tour de force, un strip tease emocional poco habitual en figuras de alcance masivo. Orgía de palabras y la referencia omnipresente de Dylan.

El ascendido
En 1990, era un ex Abuelo de la Nada cuyos buenos discos solistas estaban lejos de ser un éxito. Cansado de la indiferencia, se fue a vivir a España y formó Los Rodríguez junto a Ariel Rot. Y en Madrid comenzó a escribir un hit atrás de otro: el grupo (él) se hizo grande en España y Argentina. Después de desarmarlo, volvió al ruedo solista en gran forma, con Alta suciedad, su pasaporte al estrellato. Justo en ese momento, fue el centro de un debate sobre la famosa frase “Qué linda noche para fumarse un porrito”, pronunciada en para nada amable concierto gratuito en La Plata. También se separó de su mujer y de una cuestión privada se hizo una bola pública. Entre otras cosas, porque se midió en ofensas y amenazas (batazos incluidos) con Charly García y vomitó un disco de explícito título, Honestidad brutal, pasado de todo. También abrió una serie de recitales para Bob Dylan, un sueño del pibe o algo así. En breve, volverá a tocar en Buenos Aires y todos volverán a hablar de él.


))) Soda Stereo. Canción Animal (90). Cerati echó una mirada hacia atrás en su cultura musical para recuperar los clásicos de su adolescencia (Pescado Rabioso, Color Humano) y consiguió esta actualización del rock autóctono cosecha 1972. La activa colaboración de Daniel Melero aporta una visión futurista que evita toda nostalgia. Además, en “De Música Ligera” –el más grande hit de la banda– se adelantaron, de alguna manera, a la dinámica calma/ruido de Nirvana. Una de las pocas bandas que pudieron combinar popularidad y búsqueda artística.

Los separados
“Gracias... ¡totales!” La frase con la que Gustavo Cerati despidió a Soda Stereo en la cancha de River, apenas empezada la primavera de 1997, ya quedó en la historia del rock argentino como el “¡Rompan todo!” de Billy Bond o el “¿Estamo’ todo’ loco’ o pasó una hormiga, Cacho?”. Aquello era el final de una banda que expandió su música y su imagen por todo el continente (buena parte del actual boom del rock mexicano se debe a la sodamanía de los ochenta en aquel país), se paseó por los géneros con elegancia, hizo masivas las búsquedas del under e influyó con notable fuerza en los grupos de pop rock de América latina. Nadie ha podido cubrir el hueco que dejó y probablemente nadie pueda hacerlo. Pero no hay que desesperar: no es verdad aquello de que “nada más queda”. Ya lo dijo el mismo Cerati en su regreso solista: “Quedan las canciones”. Nada menos.

))) Fito Páez. El Amor después del Amor (92). El disco de la redención. Luego de una etapa decididamente oscura, Páez reorganizó su vida einauguró su etapa luminosa con éste, el disco más vendido de artista argentino alguno de todos los tiempos (700.000 copias). El repertorio sigue transitando por las influencias habituales (García, Beatles, Costello, folklore), con su talento para contar historias creíbles que logran conectar con la gente.

EL privilegiado
Recordará esta década como la de los grandes cambios. Empezaron a cicatrizar las heridas de los asesinatos de su abuela y su tía, llegaron Cecilia Roth, el éxito de Tercer Mundo, el record de El amor después del amor, la fama, los estadios llenos y los años en que el artista maldito que prefería estar borracho en el subte se convirtió en una estrella latinoamericana mimada por Catalina Dlugy y demás. Se mostró en tevé como la figura del rock antimenemista, recuperó el peso, se cortó el pelo, siguió escribiendo canciones y grabando discos. Editó Enemigos íntimos con Joaquín Sabina, se peleó con él, adoptó un hijo, volvió este año con Abre, fundó el sello Circo Beat y se consagró songrwriter maduro. Acaba de provocar cuatro sobrias apariciones de Charly García como invitado a sus conciertos (en donde estuvieron, además, Cerati y Mollo). Tuvo con qué entretenerse.

))) Cerati/Melero. Colores Santos (92). Uno de los álbumes nacionales más arriesgados de la década. En perfecta sincronía con el entorno histórico internacional (eran los años de Screamadélica) el dúo trabaja la canción de manera poco ortodoxa para el ámbito local, incorporando grooves dance, guitarras noise y mantras hipnóticos. El mundo del Rock y la cultura Dance se encontraron en este disco que anticipó, de alguna manera, el final de Soda Stereo.

))) Divididos. La Era de la Boludez (93). El trío logró combinar el legado de Sumo (el reggae, la inflexión vocal), el amor hacia Jimi Hendrix (guitarra encendidamente virtuosa, la dinámica grupal), rasgos folklóricos y una lírica suburbana de fácil acceso, convirtiéndose en una de las bandas más populares de la década. Además, con el hit “¿Qué Ves?” lograron saltar el cerco rockero.

))) Babasónicos. Trance Zomba (94). La cabeza más visible de lo que alguna vez (a principios de década) se denominó “Nuevo Rock Argentino”. Organizados, trabajadores, siempre audaces, este álbum resume muchas de las ideas que luego desarrollarían en sus trabajos posteriores, más una inesperada e inteligente mirada sobre el Folklore-Rock nacional del tipo Arco Iris.

))) Los Visitantes. Espiritango (94). Tan amplio en su concepción estilística hasta planear sobre el delirio, se trata de su álbum definitivo (elegido “Disco del Año” en varias encuestas). Las influencias del rock nacional de los ‘70 se combinan con new wave, tecno, bolero, hardcore, ritmos latinos y tango, junto a la poesía carnosa de Palo. Además, fueron alterlatinos antes de tiempo.

))) Los Auténticos Decadentes. Mi Vida Loca (95). Los representantes sonoros de la tradición porteña reflejada cientos de veces en el cine de Olmedo y Porcel que casi todos los argentinos, alguna vez, vieron: minas, joda, vagancia y sentimentalismo etílico. Además contiene el hit “La Guitarra” (“no quiero trabajar/no quiero ir a estudiar/no me quiero casar”), donde se ríen de sí mismos y resumen su ideología.

))) Los Piojos. Ay, Ay, Ay (95). Surgidos dentro de la tribu de las bandas Stone, rápidamente fueron modelando su propio sonido y personalidad. Incorporando lunfardo, ritmos murgueros, candombe y un talento espontáneo para el hit, se convirtieron en el ejemplo más inteligente del ¿mal? llamado “Rock Barrial”. Este segundo álbum es el punto de partida en su evolución estilística, preanuncio del impacto masivo de Tercer Arco.

))) A.N.I.M.A.L. El Nuevo Camino del Hombre (96). Los representantes locales de las nuevas corrientes metálicas internacionales (Pantera, Biohazard) devinieron en una de las bandas argentinas con más presencia internacional de la década, con chances de seguir los pasos de Sepultura. Este, su tercer álbum, es su primer síntoma de madurez: sonido contundente y letras conscientes.

))) Los Fabulosos Cadillacs. Fabulosos Calavera (97). Con nuevo guitarrista (decisivo en el sonido), y gozando de amplio reconocimiento internacional, el grupo se arriesga saludablemente, adentrándose en terrenos musicalmente más complejos, aun descuidando un poco su facetahitera. Una versión corregida, aumentada, virtuosa y excelentemente producida de la demencia planteada por Espiritango (Visitantes).

))) Spinetta. Spinetta y los Socios del Desierto (97). Después de varios años de silencio discográfico y eternas negociaciones con las compañías, se produjo el demorado regreso, esta vez arropado por un nuevo trío. Con ellos, consigue inyectar nueva energía a sus canciones (y hasta se permite algún inesperado arrebato hard rockero). Obra generosa (doble cd) de uno de nuestros clásicos absolutos. Su mejor álbum en mucho tiempo.

))) Fun People. Kum Kum (97). Las cabezas popularmente más visibles de lo que alguna vez fue el movimiento “Buenos Aires Hardcore”. Fervorosamente independientes, altamente ideológicos, logran conectar con los adolescentes más combativos. Su hardcore “mente abierta” acepta influencias glam, pop y alternativas, y se traduce en uno de los sonidos más personales en el ambiente local. Lástima que canten en inglés.

))) Charly García. Say No More (96). El símbolo indiscutido del rock local produce su álbum más experimental, que reproduce sonoramente las vivencias de sus turbulentos días. Diálogos constantes (a veces casi subliminales), canciones entrecortadas y efectos de sonido provocan una sensación de confusión paranoica, de psicodelia lunática absolutamente única. Digno de Syd Barrett o Brian Wilson.

EL quilombero II
Estos fueron años de escándalos, constant concept y say no more que música: la pobre vuelta de Seru Giran en 1992, las internaciones, los conciertos suspendidos o caóticos, los discos irregulares –con excepciones, como el bastante prolijo unplugged o Say No More, revalorizado desde cierto modernismo—, su pelea de polleras con Andrés Calamaro y hasta los vaivenes políticos que lo llevaron de militar contra la campaña presidencial de un tal Carlos Menem, a tocar para él en privada cena en la quinta de Olivos. En estos diez años, Charly se dedicó más a consolidar su personaje público que a componer continuamente canciones de alto nivel, como en las décadas anteriores. Y le salió bien: lo quieren hasta las abuelitas y lo conocen los taxistas. Porque es reloco.

))) Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Ultimo Bondi a Finisterre (98). Un verdadero culto, iniciado en los ‘80 y desarrollado plenamente durante estos diez años. Consiguieron rodearse de un entorno absolutamente masivo, fanático, de clase media baja y perfiles futbolísticos, lideradndo desde su sobriedad (paradójicamente) el denominado “Rock chabón”. En este álbum deciden colocarse en cierta sincronía con el contexto internacional, adoptando una electrónica absolutamente tabú para la mayoría de sus seguidores. ¿Seguirán así?

Los intocables II
Los Redondos editaron cuatro discos en los noventa: La Mosca y la sopa, Lobo suelto, Cordero atado, Luzbelito y Ultimo bondi a Finisterre. Pero se convirtieron en la banda más popular y enigmática de la historia del rock argentino gracias a los viajes en tren o a dedo, los desmanes, la transformación de los pueblos donde iban, Crónica TV y todo lo que rodeó a los recitales lejos de la Capital y el conurbano bonaerense. La vida en la ruta del público ricotero es una de las secuencias más apasionantes (en todo sentido) de la cultura joven de estos años, con una carga de desamparo social que podía sentirse en cualquiera de esos vagones llenos de pibes, cánticos y cartones de vino. Y su (pésima) relación con la policía, que en 1991 mató a golpes a Walter Bulacio después de detenerlo antes de un show en Obras, terminó de definir el lugar en el mundo de los “desangelados”, como bautizó el Indio Solari a sus fieles.