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Tintín es argentino


En medio de una nueva ola de acusaciones que lo tildan de anticomunista, racista y colaboracionista nazi, proliferan a granel las celebraciones por los 50 años de la creación de Tintín. Dentro de esa tendencia, el domingo pasado, el suplemento cultural de Clarín publicó una nota a propósito del rotundo éxito de ventas de la edición francesa de Tintín en el país de los soviets, que en menos de un mes ya lleva vendidos más de 700 mil ejemplares. Justo debajo, a manera de ilustración, se veía un dibujo de Tintín, que cualquiera hubiese supuesto se trataba de una reproducción de la vendedora historieta del héroe ambientada en la ex Unión Soviética. Error. Lo que se ve no es la ex URSS. Es más: el que aparece en Clarín ni siquiera es el Tintín original. Sino que se trata de parte del dibujo publicado por la revista trespuntos una semana antes, hecho a pedido por el dibujante argentino Fernando Glionna y en el que Tintín pasea por Caminito, en el poco soviético barrio de La Boca. Encima, Clarín ni siquiera pidió permiso a trespuntos para publicar el Tintín apócrifo. A menos que el gran diario argentino esté denunciando al semanario, de manera solapada, por algún tipo de infiltración bolchevique en la Argentina.
 

Punta del Este
es argentina

Según se puede inferir de la última edición de la revista Time, las relaciones entre la Argentina y Estados Unidos no pueden estar mejor: ahora el semanario norteamericano no sólo da indicaciones acerca de lo que este país tiene que hacer sino que, además, y para que no queden dudas de que efectivamente la Argentina es el pueblo elegido por el gran país del Norte, se dedica a hablar pestes de nuestros países limítrofes. En su número del 8 de febrero, Time afirma lisa y llanamente: “Argentina bien querría considerar conseguirse nuevos vecinos”. Los motivos son dos: la crisis económica brasileña y el viaje trunco de Pamela Anderson a la Argentina después de que la diva padeciera un desborde hormonal adolescente en las playas de Punta del Este. Según Time, por culpa de la horda de “uruguayos calentones” (sic) que la atosigaron, Pam no visitó las civilizadas costas argentinas. Algo que delata los escasos conocimientos de demografía del gran semanario norteamericano: la horda que manoseó a Pam era de argentinos. Calentones. Muy parecidos a los que la esperaban en Pinamar.