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Jueves 29 de Marzo de 2001

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MARTA DILLON

Así, sin que nadie diga nada, sin más que escuetos comunicados o boletines oficiales que sin duda la gente no consulta, resulta que el 2 de abril es feriado, tal y como lo había decretado la dictadura militar. Ahora resulta que ya no recordamos la soberanía sobre las Islas el 10 de junio –día que existía como tal en el calendario desde mucho antes de que Galtieri tomara el suficiente whisky como para mandar a morir a cientos de colimbas que apenas sabían manejar sus armas– sino que conmemoramos el Día del Veterano de Guerra y de los Caídos en la Guerra en Malvinas. Así lo anunció el diario. Supongo que Leopoldo Fortunato Galtieri, seguro en la impunidad que lo ampara, está brindando una vez más por su aventura. Ese día fue el que el general eligió para invadir las islas del sur, tres después de la primera movilización masiva en contra de la dictadura que terminó con una violenta represión y un muerto entre los manifestantes. La supuesta gesta patriótica fue pensada como un golpe de efecto por los militares, que veían como se resentía su poder. Y para esa operación, quienes pusieron el cuerpo en las primeras filas fueron jóvenes de 18 o 19 años que cumplían con un servicio militar que se ocupaba de denigrarlos y maltratarlos durante un año completo. Servicio que dejó de ser obligatorio en 1994, cuando quedó a la vista la conspiración de todo el Ejército en el encubrimiento del asesinato de un colimba –por eso de corre, limpia y barre–, Omar Carrasco, en un destacamento del sur. La mayor cantidad de caídos en la guerra de Malvinas fueron colimbas, colimbas a los que sus propios mandos estaqueaban al piso como en la época de la colonia para disciplinarlos. Colimbas que no tenían ni abrigo ni comida suficientes, que tenían armas defectuosas y a quienes nunca llegaron las numerosas donaciones que se juntaban en el país para ellos. No son los 30 mil desaparecidos lo único que hay que recordar: esos chicos que murieron lejos de su casa, en una guerra inútil también exigen memoria, y memoria es justicia. ¿Cómo puede ser que no haya un sólo responsable preso por haber mandado a morir a pibes que no tenían un carajo que ver con genocidas que buscaban mantenerse en el poder inventado gestas patrias? Que el 2 de abril se transforme en una fecha patria es mucho más que una vergüenza. Es escribir otra vez una historia falsa, es mancharnos a todos las manos de sangre. Los caídos en esa guerra inútil, los que quedaron allí mutilados, los que vieron imprimirse para siempre en su memoria la cara de la muerte, merecen nuestro respeto. Y que no se los confunda con quienes los usaron como carne de cañón y que todavía hoy se enorgullecen de sus crímenes.

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