Una nueva edición de los Premios Grammy, entregados anoche en Los Angeles, volvió a ratificar lo que ya se sabía: que se trata de un premio creado y decidido por la industria de la música y el entretenimiento, y que obedece a sus reglas. También que, explícita o implícitamente ponen en escena el estado actual de esta industria, y que, como se dijo sobre Adele, una de las protagonistas de la gala, al equivocarse en medio de un tema y pedir volver a empezar de cero, “el show debe continuar”. Además de protagonizar un homenaje a su compatriota George Michael, la británica fue “la gran ganadora” de la noche: se llevó a su casa cinco gramófonos –esa es la forma que tienen los premios que otorga la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación–, con su hit “Hello” y con su disco 25, coronado como Álbum del Año.

Parte del condimento de la previa de esta edición era un supuesto “duelo” entre Adele y Beyoncé, que con tanto premio terminó saldándose en la madrugada de ayer en favor de la primera. La británica se encargó de bajarle los decibeles a la supuesta rivalidad: “No puedo aceptar este premio. La artista de mi vida es Beyoncé. Lemonade es monumental”, dijo entre lágrimas, una de las veces que fue a buscar un premio. Y luego rompió (o se le rompió accidentalmente, no hay acuerdo en este punto) su premio a la mejor grabación del año por “Hello”, para terminar ofreciendo la mitad de ese Grammy a Queen Bey.

Por su parte, la cantante y bailarina nacida en Houston se llevó dos trofeos, entre los nueve a los que estaba nominada: uno al Mejor Álbum Urbano Contemporáneo, por Lemonade, y otro al Mejor Video por “Formation”. Ambos, con cierto corte polìtico y social: en ese disco se enfoca en las dificultades y la resistencia de las mujeres negras, y en ese video rinde un homenaje al movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), con imágenes de policías levantando los brazos, como rindiéndose, frente a un niño negro. “Mi intención con el film y el álbum era crear un cuerpo de trabajo que le diera voz a nuestro dolor, nuestra lucha, nuestra oscuridad y nuestra historia, enfrentar temas que nos son incómodos”, expresó en una de las pocas declaraciones por fuera del espectáculo que se escucharon en la noche. Menos clara fue su participación artística, enfundada en un ceñido vestido dorado y adornada con enormes joyas, mostrando algo que parecía remitir al antiguo Egipto, o a la espiritualidad india, o vaya a saber a qué. Como pocos días atrás había anunciado por las redes que estaba embarazada de mellizos, pronto la intervención fue interpretada como una oda a la maternidad.

El verdadero acontecimiento artístico iba ser otro: la reunión de Lady Gaga con Metallica. Pero algo falló en el audio y la voz de James Hetfield no se escuchó en toda la primera parte del hit “Moth into flame”, en un papelón que mostró que, hasta en las mejores galas, la cosa puede fallar. Otro traspié de los premios tuvo lugar cuando Megadeth subió a recibir su premio a la Mejor Canción de Metal, por “Dystopia”, y se escuchó la música de... Metallica. 

También fue protagonista de la velada –aunque póstumamente– David Bowie. Trece meses después de su muerte, el icónico cantante británico y su disco Blackstar fueron premiados en cinco categorías, entre ellas la de Mejor Actuación Rock, Canción Rock y Álbum de Música Alternativa. Un detalle anecdótico: en vida, Bowie había ganado un solo Grammy en toda su carrera.  

Otros premiados fueron el joven Chance the Rapper, que ganó como Mejor Artista Nuevo, además de llevarse los premios de Mejor Álbum y Actuación Rap, con 23 años. Y el dúo mexicano Jesse & Joy, que se llevó el gramófono al Mejor Álbum de Pop Latino por “Un besito más”, dedicó el premio “a todos los hispanos” y a las minorías estadounidenses. A diferencia de lo que ocurrió en otros escenarios públicos, hubo pocas alusiones al flamante presidente de Estados Unidos. Una de ellas, la de los veteranos hiphoperos A Tribe Called Quest, quienes en su actuación junto a Anderson Paark, destruyeron un muro y calificaron a Donald Trump de “presidente agente naranja”, en un juego de palabras con su bronceado y el gas utilizado durante la guerra de Vietnam.