El viernes jugaron las chicas, la otra selección nacional. Equipo chico. Colgadas del travesaño en un esquema 5-5-0 que hizo que las inglesas tuvieron el 90 por ciento de posesión. ¿Qué otra cosa podían hacer? Saben de sus limitaciones, de las diferencias técnicas con las rivales que son verdaderas profesionales. Hincha de cuadro chico, uno las veía por TV y pedía que aguantaran, nada más que eso. No pudieron. Perdieron 1 a 0, pero fue muy digno lo de ellas.

Este sábado jugaron los varones, equipo grande, con aspiraciones, mirado por muchos como candidato al título. Pero, como las chicas, los varones casi no pasaron de la mitad de la cancha en el primer tiempo. Y como en el encuentro del viernes los hinchas esperábamos en esa etapa inicial que se terminara de una vez porque el cero a cero se veía que era buen negocio. Con poco, sin mucha profundidad, presionando y usando la simple fórmula de pasarse la pelota entre los de camiseta del mismo color, los colombianos fueron ampliamente superiores.

Mientras Barrios (no debe haber habido hincha de Boca que no lo extrañara viendo este partido), James y Cuadrado disponían a voluntad, Di María era un fantasma, Messi no encontraba socios, los volantes de contención no contenían y los del fondo parecían tenerle miedo a la pelota. La jugada en la que Armani y Otamendi se dieron pases terroríficos en el área queda como imagen más nítida de ese cuadro de situación.

El supuesto equipo grande dio algunas señales de vida en el segundo tiempo, con la entrada del novato De Paul en lugar del experimentado Di María y con la decisión de Messi de intentar ponerse el equipo al hombro. Hubo algunos intentos, dos remates muy bueno de Paredes de media distancia, un cabezazo de Otamendi y alguna más. Se pusieron las pilas, pero se ve que no eran de larga duración, porque en un contraataque aislado Colombia llegó al gol y se acabó todo: se cayó a pedazos el ánimo y volvieron las dudas, los pases apurados, las miradas en el piso, la decepción traslada desde adentro hacia afuera.

Una mirada indulgente y conformista puede quedarse con ese ratito en el que la pelota estuvo más cerca de Ospina que de Armani y a partir de ahí elaborar la idea de que se puede mejorar, que si se amplia ese fragmento no habrá problemas con Paraguay y con Qatar y puede ser que eso ocurra. Pero el golpazo del 0-2 fue grande y no va a ser fácil levantarse.

En la conferencia de prensa Scaloni habló del estado del campo como para justificar al menos en parte la producción del equipo. Se supone que fue una declaración “pour la galerie”. Frente al espejo primero y delante de los jugadores después deberán ver todo lo que se hizo mal (¿volverán a jugar Saravia y Di María?) para levantar la puntería y jugar con pilas que no se terminen rápido.

 

Ojala que en el próximo partido cumplan una actuación digna, como la de las chicas que están jugando el Mundial de Francia.