A pesar de que reconocen “vivir conectados”, los jóvenes universitarios mantienen costumbres “del siglo pasado” a la hora de estudiar y prefieren los textos impresos. Raquel Tarullo, doctora en Ciencias Sociales y Humanas por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y docente e investigadora de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA) lleva adelante un proyecto que indaga sobre el uso que los estudiantes hacen de las redes sociales. “Queremos saber si estos usos tienen incidencia sobre sus prácticas académicas y cívicas”, puntualiza.

- Según la investigación, ¿cuáles son las redes más utilizadas?

- WhatsApp e Instagram. WhatsApp es elegido por todos los grupos etarios, no hay diferencia. En cambio, los más jóvenes eligen Instagram. Facebook, entre las y los estudiantes de más de 35 años es la red más popular. Esta migración de Facebook a Instagram sobre la que hemos escuchado se evidencia empíricamente en los resultados de la investigación: un gran porcentaje dice haber dejado de consultar sus cuentas en Facebook.

- ¿Para qué utilizan las redes los jóvenes?

- Los que eligen Instagram, para mirar y ser mirados: ver qué postean sus contactos y publicar fotos y videos personales. Los que eligen Facebook, para leer noticias y estar en contacto con familiares. Sin embargo, dicen no informarse por WhatsApp: no leen las noticas que le llegan por este canal. En Twitter es donde se animan a opinar, pero no mucho. 

- ¿Cómo inciden estas nuevas prácticas en la forma de estudiar o acercarse a los textos académicos?

- Sus prácticas académicas continúan como las del siglo pasado. El 92 por ciento elige el papel para leer los textos. Este dato para el equipo fue revelador. Y se acompaña de otros: fotocopian los textos, los subrayan, leen solos y prefieren consultar al docente antes que hacerlo en páginas especializadas en Internet. 

- Se suele afirmar que los jóvenes no leen. ¿Qué opinás?

- Cambió la forma de leer. Hoy hay múltiples formatos para acceder a la lectura. Y eso nos obliga a ampliar la mirada y entender que la lectura es distinta a cómo la pensábamos hace diez años. Después analizaremos contextos, apropiaciones, competencias. Pero por lo pronto, el primer paso que debemos dar es entender y aceptar que la forma de lectura cambió.

- Estuviste en España con una beca posdoctoral. ¿Sobre qué temas trabajaste allí?

- Fue una gran oportunidad. Estuve en la Universidad de Valencia gracias a la beca que cofinanciaron la Fundación Carolina y la UNNOBA. Allí tuve la posibilidad de compartir nuestra investigación en dos grupos de investigadores bien distintos: MEdiaflows, que investiga sobre comunicación política, y ERI, que se ocupa de estudiar la lectura. El intercambio con ambos grupos fue muy enriquecedor. Durante la estancia comencé a investigar los procesos comunicacionales en Instagram. Y estoy fascinada, escribiendo con la doctora Agnese Sampietro, indagando en nuevos formatos de discursos y símbolos digitales. Hay tanto para aprender...

- ¿Cómo ves la situación de la ciencia en general y de las ciencias sociales en particular en Argentina?

- Creo que nadie se animaría a contradecir el carácter vital de la investigación y del desarrollo científico y tecnológico. Sin embargo, el desfinanciamiento que ha sufrido el sistema científico parece decir lo contrario. La noticia de este incremento de fondos que se dio a conocer a fines de mayo, entre otros anuncios, me lleva a preguntar: ¿por qué no pasó antes? ¿No pudo concretarse en alguna instancia anterior? En las redes se iniciaron campañas de desprestigio de quienes hacemos investigación aplicada. Más allá de los intereses políticos e ideológicos que guían esas cadenas de mensajes, considero que hay un profundo desconocimiento sobre qué son las ciencias sociales y qué estudian. Quienes desacreditan, por ejemplo, una investigación que tiene películas infantiles como objeto de estudio, tal vez no sepan que los resultados muchas veces tienen incidencia directa en programas escolares, que influyen en las infancias de nuestros hijos, que los análisis que producimos permiten conocer qué lugar ocupan los medios de comunicación en nuestra sociedad polarizada, que los memes pueden contener fake news y que éstas trabajan en pos de fortalecer las burbujas que atentan contra el diálogo, y éste es fundamental para la construcción democrática. 

- ¿Por qué es importante investigar en el campo de la comunicación?

- En nuestra universidad no hay carrera de Comunicación, sin embargo, estamos estudiando el campo con un grupo de especialistas de distintas carreras. Y esto no es una contradicción, porque la comunicación cruza todos los campos, porque hoy los procesos comunicacionales discurren en las pantallas, y hoy vivimos en las pantallas. Es preciso estudiar estas narrativas, que son hoy fundamentalmente digitales desde una mirada interdisciplinar.