Etiopia estuvo al borde del golpe de estado. El intento comenzó en la región de Amhara y terminó con la vida del jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Seare Mekonnen, y el presidente de esa región, Ambachew Mekonnen. Horas más tarde, sin embargo, el gobierno etíope afirmó haber abortado “la intentona golpista”. Las primeras versiones oficiales apuntan al general de brigada Asaminew Tsige como posible cabecilla de la ofensiva. Tsige ya había señalado como responsable del plan para derrocar al ex primer ministro, Meles Zenawi, en 2009 hecho por el que recibió cadena perpetua. Un cargo que sin embargo fue condonado por el primer ministro Abiy Ahmed Ali en 2018. 

“La situación en la región de Amhara (norte) se encuentra actualmente bajo total control del Gobierno federal en colaboración con el gobierno regional”, dijo ayer la oficina del primer ministro en un comunicado. Acto seguido informó que la mayoría de las personas involucradas en el ataque habían sido arrestadas y que los próximos caerían con el devenir de las horas. La operación contra el gobierno se desarrolló principalmente en la turística ciudad de Bahir Dar, donde el fallecido jefe del ejército dirigió el contraataque. Según afirmó el portavoz del primer ministro, Nigussu Tilahun, Seare Mekonnen fue asesinado en su residencia por sus propios guardaespaldas. “Este intento de golpe pretendía desestabilizar nuestro país y no se limita solo a la región de Amhara”, advirtió el portavoz en una rueda de prensa en Adís Abeba, ciudad capital en la que también se reportaron disparos.

Al poco tiempo de que se hiciera público el intento de golpe, el acceso a internet fue restringido en todo el país. Una situación que duró hasta al menos 15 horas después. La capital del país, donde efectivos de las fuerzas especiales protegen la oficina del primer ministro, terminó el día con una tensa calma mientras grupos de soldados y policías patrullaban las calles. En su web, la Embajada de España en Etiopía recomendó ejercer la mayor vigilancia y cautela en todo el país. El gobierno etíope remarcó además su voluntad de salvaguardar la seguridad nacional e instó a sus habitantes a que sean “guardianes de la paz y apoyen todos los esfuerzos para hacer responsables a los individuos sospechosos”. Por su parte, la embajada de Estados Unidos en Adís Abeba lanzó alertas recomendando a su personal que se quedaran en lugares seguros. 

Algunos analistas sostienen que los acontecimientos que tuvieron lugar ayer en Etiopía ilustran la gravedad de la crisis que afecta al país africano. “Estos trágicos incidentes muestran desgraciadamente la profundidad de la crisis política en Etiopía. Hoy es esencial que los actores del escenario nacional no agraven la inestabilidad al intentar explotar la situación para sus propios fines políticos”, declaró William Davison, un analista del centro de investigación International Crisis Group (ICG). Davison apuntó a la situación inestable que atraviesa el país luego de la asunción del primer ministro Abiy en 2018. 

Etiopía, el segundo país más poblado del continente con un centenar de millones de habitantes, tiene la economía más dinámica de África del Este, y a pesar de eso sigue siendo uno de los países más pobres del mundo. Los amharas constituyen en Etiopía el segundo grupo étnico, luego de los oromos. Estas dos etnias estuvieron en la vanguardia de las manifestaciones que causaron la caída del exprimer ministro Hailemariam Desalegn. Su sucesor, Abiy, un oromo, en el poder desde abril de 2018, ejecutó políticas que apuntan, entre otras cosas, a liberalizar la economía y a garantizar la paz con la vecina Eritrea luego de 20 años de conflicto. El intento de liberalización económica expuso tensiones interétnicas vinculadas generalmente a la posesión de tierras y a la utilización de los recursos. Un hecho que quedó demostrado el 23 de junio de 2018 cuando un mitin multitudinario de Abiy en Adís Abeba fue objeto de un ataque con bomba que, según las autoridades, buscaba asesinar al primer ministro y que causó dos muertes y más de 150 heridos. Estas mismas reformas y un reparto de poder más equilibrado entre las nueve regiones autónomas del país significaron asimismo un aumento de las tensiones entre grupos étnicos etíopes, con fuertes espirales de violencia en los últimos meses.  Etiopía fue en 2018 el país con más nuevos desplazados internos en el mundo, más de dos millones, a causa de la violencia intercomunitaria en una nación en la que conviven más de 80 pueblos originarios. 

Otras de las medidas de Abiy al asumir fue restaurar las credenciales militares a Asaminew, supuesta cabecilla del intento de golpe. Abiy lo favoreció también con la pensión castrense. Asaminew había sido arrestado en 2009 por planear el intento de derrocar al entonces primer ministro. El militar pasó diez años en prisión, pagando una pena de cadena perpetua, hasta que fue liberado por Abiy.