Pablo Echarri coincide en que la gestión presidencial de Mauricio Macri, que culmina en unos meses, deja muchas deudas con la sociedad argentina, no sólo con el FMI. Si se enfoca en el tema de la cultura, el actor apunta: “El déficit es total y absoluto. Si partimos de la cultura, ya de la degradación de un ministerio a status de secretaría estamos viendo cuál es el interés de este modelo político, ideológico con respecto a la cultura. Hay un concepto diametralmente opuesto a lo que opino yo con respecto a lo que debe ser el hecho cultural y el acceso irrestricto de todas las clases sociales a ese patrimonio cultural”. Echarri cuestiona también aspectos puntuales. Entiende que hay déficit en la cultura audiovisual, a la que divide en el medio televisivo y el cinematográfico para analizar. “En el televisivo hay una ausencia de leyes que hoy no nos permiten constituirnos en una industria, no nos permiten salir a competir cabeza a cabeza con industrias que son mucho más jóvenes que nosotros pero que han tomado decisiones políticas y medidas estatales que la han hecho elevar y poder constituirse en una industria”, sostiene Echarri. “Entonces, en lo televisivo lo que demando es una Ley de Televisión y Nueva Plataformas que ayude al talento argentino a ponerse a la par de las grandes industrias del mundo”. En relación a la otra pata de la cultura audiovisual, el cine, dice: “Contamos con una Ley de Cine que es reconocida en todo el mundo”. En este momento, Echarri considera que “el fomento que otorga el Instituto de Cine está muy por debajo de lo que aportaba en años anteriores”. También cuestiona que antes se producían películas en seis o siete semanas y en la actualidad en tres. “Eso significa que la película no llega al estándar de calidad para luego salir a competir al mundo. También hay un problema grave con respecto a la financiación. El Instituto de Cine dejó ser un ente financiador sobre todo para productoras pequeñas y medianas que no tienen ese respaldo financiero para poder llevar adelante una película y hoy la producción de cine está casi supeditada a productoras que tienen esa posibilidad de poder impulsarlas. Eso impacta en lo que es el contenido cultural”, plantea Echarri.