El conjuro es una de las franquicias más inesperadas de los últimos años. Estrenada en 2013, la primera película giraba en torno a uno de los casos de actividad paranormal solucionados por los demonólogos Ed y Lorraine Warren, y fue un éxito inmediato. Hablar de “éxito” en el Hollywood actual es hablar de universos expandidos, secuelas, precuelas, spin off y demás, algo de lo que El conjuro se hizo cargo creando también una saga paralela alrededor de Annabelle, la muñeca poseída que disparaba fenómenos sobrenaturales. La criaturita de plástico funge aquí como “solista”, capaz de generar todos los males atrayendo espíritus que encontrarán en ella un canal para poseer humanos, tal como explican los Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga) en una de las escenas iniciales. Por esa razón no la rompen:  las consecuencias podrían ser peores. Las cosas se complican cuando los enormes ojos pintados de celeste de Annabelle se posen en la hija del matrimonio. 

La ópera prima de Gary Dauberman remite a otras épocas del cine de terror. Aquí la referencia son los ‘90, más precisamente Scream. O al menos eso se desprende de la larga introducción que muestra la dinámica entre dos amigas adolescentes, coqueteo con un cajero de supermercado incluido. Desde ya que encarnan los arquetipos de este tipo de relatos: una es rubia, algo tímida, responsable y bondadosa; la otra, morocha, irreverente y explosiva. Ambas quedarán al cuidado de la hija de los Warren en el caserón familiar que incluye un sótano repleto de objetos tan malditos como para que una vez por semana venga un cura a exorcizarlos. Cuando una de ellas no tenga mejor idea que husmear y abrir la puerta del mueble donde reposa la muñeca, Annabelle 3 dejará de lado su pátina noventosa para abrazar los tópicos habituales del terror contemporáneo. 

Poco hay de novedoso en el largo recorrido de esas tres chicas en busca de la supervivencia, ni en la forma reglamentaria y despersonalizada con la que Dauberman genera sustos en los espectadores. Con más golpes de sonido que enrarecimientos climáticos y la búsqueda de impacto como norte, Annabelle 3 se convierte en un producto igual a tantos otros que circulan semana tras semana.