Decía Kafka que un libro puede ser una expedición a la verdad; de cierto best seller alemán, sin embargo, mejor sería decir que ahorra un viaje a la farmacia. Después de todo, si The Tampon Book ha sido fenómeno de ventas en tierras germanas, es por los 15 tampones orgánicos que trae escondidos en su interior, tesorito oculto con reverberante significado. Y es que para sus creadoras, las emprendedoras Ann-Sophie Claus y Sinja Stadelmaie, lejos están de ser un mero bonus track: son ante todo un modo de protestar, de manifestarse contra el impuesto del 19 por ciento que pesa en su país sobre artículos de higiene femenina, y que dista años luz del modesto 7 por ciento que cae sobre libros. Ergo esta curiosa y muy efectiva manera de “reducir notablemente el sexista gravamen de tampones, que transforma un bien de primera necesidad en un producto de lujo”. “¡Encontramos un vacío legal!”, se jacta esta dupla de Stuttgart, al suroeste de Alemania: base operativa de su empresa The Female Company, dedicada precisamente a vender bio-tampones, hipoalergénicos, libre de químicos y pesticidas. Comprometida dupla que busca generar conciencia sobre “medidas que fueron tomadas antaño, que discriminan a las mujeres y que necesitamos sean modificadas de inmediato”.

Ojo, The Tampon Book no solo es un packaging piola que ha pirateado el sistema tributario alemán. Es –efectivamente– un libro de 45 páginas, impreso en papel reciclado, bellamente ilustrado por las artistas feministas Ana Curbelo y Alica Läuger, rebosante de información e historias de menstruación que van desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad, apostando por un enfoque desenfadado que no desdeña el humor, y a la vez pretende mostrar “cuán culturalmente rico y relevante es el tema hoy en día”, en palabras de las autoras. Pues, tan buena acogida ha tenido el tomo que la primera edición fue un sonado sold out: al módico precio de 3 euros, se agotó en apenas un día. La segunda tirada, luego, voló en menos de una semana. Desde su lanzamiento el mes pasado, llevan vendidas 10 mil copias en sus dos versiones (en alemán, en inglés). Jugaron un rol central en la viralización de la iniciativa muchachas influencers que alborotaron el avispero en redes al enterarse que las tasas para ¡trufas!, ¡caviar!, ¡pinturas! son del 7 por ciento, mientras que las de tampones –dicho está– son del 19. “¿¡Pero qué entienden por lujo las autoridades teutonas!?”, pusieron el grito en el cielo virtual.

“La historia de la menstruación es una historia de supresión, superstición, de leyendas y ficciones, que acabaron volviendo a la regla en un tabú. En estos últimos años las mujeres hemos desandado muchos mitos, pero queda un largo camino por delante. Empezando por este impuesto sexista, que se decidió en Alemania en 1963. Entonces, 499 hombres y solo 36 mujeres votaron. Ya está siendo hora de cuestionar estas decisiones desde una perspectiva que contemple las necesidades reales y apremiantes de las mujeres”, insta Ann-Sophie, en sintonía con un reclamo compartido por activistas a lo largo y ancho del globo. Activistas que no se cansan de subrayar la importancia de eliminar una tasa que dispara otros factores de desigualdad. La imposibilidad de acceder a estos productos, harto sabido, incide en la asistencia escolar y laboral; aquello sin mencionar los problemas de salud que generan las malas prácticas sanitarias…

Perjuicios que han contemplado países como Canadá, Kenia, Irlanda, Malasia, Australia, donde la tasa al tampón es del cero por ciento, al igual que en algunos estados de Estados Unidos (Nueva York y Minnesota, entre ellos). En Inglaterra es del 5 por ciento; en China, del 17; en Rusia, del 18; en Alemania, dicho está, del 19 ¿Y en Argentina? Las exenciones no alcanzan a los productos vinculados con la gestión menstrual; por tanto es del 21 por ciento, una de las más altas del mundo. En ese sentido, en huestes locales, imposible no destacar la campaña #MenstruAcción del colectivo Economía Femini(s)ta, que labura arduamente para motorizar proyectos de ley que quiten del IVA a los productos de higiene menstrual; para que sean provistos en forma gratuita en instituciones públicas y comunitarias; para que se realicen investigaciones serias, existan estadísticas oficiales fiables en esta temática.

Vale mencionar que, pergeñada la iniciativa alemana en colaboración con la prestigiosa Scholz & Friends (agencia publicitaria berlinesa que acaba de recibir notorio laurel por esta campaña, el PR Grand Prix del Cannes Lions International Festival of Creativity), Claus y Stadelmaie enviaron el libro a 100 políticos del Bundestag y a 100 líderes de opinión de redes sociales. Gesto que acabó siendo una efectivísima manera de promocionar el ejemplar. Al cabo de unos días, sin más, el tráiler de The Tampon Book ya había sido visionado por millones y millones; la historia replicada en comments a diestra y siniestra, la noticia levantada por los principales diarios, radios y canales de tevé germanos; ni qué hablar de la estupenda respuesta de blogs y revistas feministas. “En apenas dos semanas, la presión de los medios de comunicación obligó a los políticos de varios partidos de la oposición a reaccionar, invitando a las fundadoras de The Female Company a conversar con ellos”, relata la agencia sobre las rápidas réplicas de -en sus palabras- “haber burlado a la ley con la ley misma”. Así y todo, Claus reconoce que hay que seguir luchando para ganar la pulseada: “El ministro de Finanzas, Olaf Scholz, nos dijo que no piensa reducir el impuesto porque no puede garantizar que las empresas disminuyan los precios de toallitas y tampones, que no puede garantizar que la baja impacte realmente en el bolsillo de las consumidoras”.

Al menos, el truquillo literario ha logrado uno de sus objetivos: reavivar el debate sobre esta forma de discriminación estructural, generar presión para que el parlamento discuta eliminar el impuesto. Y, de paso, ha conseguido que más y más personas lean páginas que desarticulan mitos y leyendas sobre la regla. Porque como anotó Santa Teresa de Ávila, “lee y conducirás; no leas y serás conducida”.