Desde 2014 al frente de la Compañía de Repertorio, Jorge Azurmendi acaba de estrenar Mucho ruido y pocas nueces, de William Shakespeare, montaje que, junto a las puestas de Noche de reyes (2011) y Como les guste (2014), configura un trío de comedias escritas pocos años antes de comenzar el siglo XVII, todas de tema amoroso y con escenas de teatro dentro del teatro. Aunque entre ambas puestas Azurmendi realizó dos espectáculos en formato de semimontado, en los cuales integró fragmentos de otras piezas del autor isabelino, el director no se reconoce como un especialista en Shakespeare sino como “su amigo y compañero, siempre dispuesto a aprender de su enorme humanidad”, según le dice a PáginaI12. Entre actores y músicos, el elenco está integrado por Martín Urbaneja, Cristina Dramisino, Hernán Muñoa, Francisco Andrade, Jorge Noguera, Daniel Toppino, Antonia Bengoechea, Maia Francia, Natalia Giardinieri, Divina Gloria, María Rosa Frega, Gustavo Monje, Gustavo Bassani, Mariano Rojo, Mike Zubi, Livia Fernán, Gustavo Bassani, Martín Palladino y Carolina Senes. La escenografía es de Carlos Di Pasquo.

Si entre los jóvenes Beatriz y Benedicto hubo un romance fugaz, tras el reencuentro ambos sienten temor al rechazo. Será necesario que otros armen un escenario ficticio para que ellos se convenzan de que están enamorados. Pero otro engaño complica el panorama que se oscurece con el repudio de una novia a punto de casarse, prima de la protagonista. Y si Beatriz, deseosa de vengar a esta muchacha, se dice “quemada por el sol”, según destaca Azurmendi, es porque de ese modo se está diferenciando del pálido aspecto de la mujer ideal de la época isabelina: “Como otras mujeres de Shakespeare, ella es decidida, independiente y valerosa, y además vence al hombre en cada esgrima verbal como si tuviera una inteligencia superior”.

“Mucho de la obra está construido por los equívocos que genera el lenguaje, por homofonía o por aliteración”, explica el director, señalando que este aspecto dificultó su versión. También la duración fue parte del límite que debió imponerse: “Un espectador actual no está dispuesto a ver una obra de cuatro horas ni hay sala que pueda programarla”, sostiene. La estrategia del teatro dentro del teatro, uno de los motivos recurrentes de Shakespeare, es un rasgo que le interesa especialmente a Azurmendi: “Las situaciones de confusión y los engaños que se producen en esta comedia tienen que ver con lo que los personajes creen que ven o escuchan sin percatarse de que hubo un malentendido”, analiza. “Pero la principal causa de estos desajustes es la puesta en escena que realizan los personajes mismos: porque todos juegan a representar su puesta en escena y es ese mismo exceso de representación lo que lleva a la obra al borde de la tragedia”, concluye el director.

-El teatro isabelino era interpretado solamente por actores. En cambio, aquí hay actrices que asumen personajes masculinos. ¿Cuál es el motivo?

-Me interesa ver cómo un discurso masculino dicho por una mujer revela su humanidad, más allá de los géneros. En Noche de reyes y Como les guste, los personajes femeninos (Viola y Rosalinda) se visten como hombres, dejando ver que lo femenino y lo masculino fluctúa constantemente, hasta confundirse en la misma representación. Es la mirada del otro la que los construye en su identidad y en su deseo.

-¿Porqué el espectáculo no comienza directamente con la obra y propone, en cambio, un juego entre músicos, actores y público?

-Yo veo que el público actual está muy aburguesado, sentado en sus lugares a la espera de la obra. Y quiero volverlo activo, para que los monólogos y apartes dirigidos al público sean recibidos desde su complicidad

-¿Cómo sucedía en tiempos de Shakespeare?

-En época isabelina, el teatro era una celebración, y había un ida y vuelta permanente con el público. Muchos de aquellos espectadores estaban de pie, comiendo o peleándose entre sí, y era por eso que Shakespeare tenía que generar una empatía inmediata con los personajes, para captar su atención. A ellos estaba dirigido el lenguaje llano y los chistes de la época. En cambio, para el público de la galería estaba dirigida la reflexión filosófica. En cuanto a esta comedia, para mí hay un tema central en mostrar lo cambiante, lo voluble que es el género humano.

 

Mucho ruido y pocas nueces, Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062) los martes a las 20.30.