Stormzy no apareció en el escenario más grande del mundo con un chaleco antipuñaladas pintado por Banksy: llegó a ese momento paso a paso, con 25 años y un solo disco autoeditado. La 49 edición del festival de Glastonbury, que se realizó días atrás en la finca Worthy Farm del condado inglés de Somerset, era especial de por sí porque le seguía al año sabático pautado cada cinco ediciones, “para darle un respiro a la tierra y la comunidad”, según Emily Eavis, hija del fundador y una de las responsables del line up. En 2017, después de ver el show de Stormzy en el Other Stage, Eavis prácticamente lo anunció como el futuro headliner del Pyramid, el escenario principal de los más de quince en actividad durante el Festival: “Su potencia lo pide”, dijo entonces. 

Actuó por primera vez ahí en 2016, cuando encabezaron Adele, Coldplay y Muse, y fue el año del grime en Glastonbury, con un escenario entero dedicado al subgénero de electrónica veloz con MCs, heredero del jungle y el UK garage. Se acompañaba el éxito de un referente de la primera generación, Skepta, de 36 años, con el disco que lanzó luego de hacerse amigo de Drake. Una cultura crecida en la pobreza, iniciada por DJs y productores caseros en Londres a comienzos de los 2000, antes de que se lo llamase de alguna manera, el grime –que tiene elementos de dancehall, dubstep y una sequedad e imperfección punk en esencia, que hará que personas como Drake o Kanye necesiten ir a buscarlo– se difundió gracias a las radios pirata, y sus eventos fueron boicoteados sistemáticamente por la policía. Al grime lo trajeron hasta acá Dizzee Rascal, Wiley, Kano, Lethal B y otros, artistas prolíficos que negociaron más y menos con el pop y fueron la música de la infancia de gente como Stormzy, que nació bajo el nombre Michael Omari en 1993: “Ellos son nuestros Tupac y Biggie”, dice. 

Pero la noche del pasado 26 de junio, frente a una escenografía de varios niveles que emulaba un complejo de viviendas, en un escenario que han cerrado Jay Z y un intimidado Kanye pero nunca antes de Stormzy un solista negro británico, el retrato de Tupac fue él. Hacia el final ya sin remera con el borde del boxer salido de un jogging rojo, cuando puso a gritar a más de 200 mil personas “fuck el gobierno y fuck Boris” (Johnson, el candidato a Primer Ministro por el partido conservador) durante el tremendo nuevo hit “Vossi Bop”. En un descanso, un momento de silencio, nombró uno por uno 65 artistas sin los cuales no habría llegado él hasta ahí; y al hacerlo, más atención atraía sobre él, más ícono se volvía, más solo se quedaba.  

La juventud de Gran Bretaña tiene su héroe negro y a esa cumbre de visibilidad que fue Glastonbury llegó un Banksy al pecho de Stormzy: el contorno blanco de la bandera británica sobre el negro del chaleco, con apenas un suspiro de rojo que parece sangre seca. “El símbolo de una nación dividida y asustada”, escribió The Guardian. También fueron parte del show las palabras “crimen con arma blanca” en pantalla, el extracto de un discurso del laborista David Lammy sobre la disparidad en la criminalización de blancos y negros en el país, y el Black Ballet de Londres estrenando zapatillas del tono de color de piel de las bailarinas. 

Llegó al mainstream la música de un chico del sur de Londres criado en la calle porque la casa era chica y los hermanos cuatro, sin padre presente. La madre, una inmigrante de Ghana, lo contuvo todo lo que pudo ayudada por la religión, una herramienta que Stormzy sostiene. A Glastonbury llevó un coro gospel entero para hacer, entre otros temas, el nuevo single “Crown”, que habla sobre la pesadez de la corona, la responsabilidad, ahora, de ser “la voz de la juventud negra”. El video es directamente la performance en una iglesia. 

Empezó a rapear a los once años: se formó haciendo freestyle y en batallas hasta destacarse, cosa que ya haría con la altura y el vozarrón. Fue el alumno con buenas notas y mala conducta que terminó expulsado, el adolescente maldito que de adulto hay que perdonarse, el chico negro al que la policía revisa todos los días, y un muchacho más acuchillado en Londres –más de una vez–, que en un momento supo aprovechar una oportunidad: una beca de formación en ingeniería, que le abrió los ojos y lo puso a trabajar para llevar al grime a la excelencia. 

El crecimiento online arrancó en YouTube cuando Stormzy tenía 20 años, con la serie de freestyles “Wicked Skengman” –traducible como “el dueño de la calle”, según el slang londinense– que, por fuera del instrumental, recuerdan a los videos clásicos de hip hop, donde el MC exhibe sus habilidades rodeado y asentido por su ranchada. Ganó sus fans a fuerza de autenticidad: rapeando sobre su vida –no todo densidad–, primero en su entorno natural, enseguida en salas llenas. Y el reconocimiento en mayúsculas prácticamente llegó a la par de la música que regalaba: la categoría grime del MOBO (el premio británico a la música negra), aparición en el lateshow de Jool Holland (el primer músico sin contrato discográfico en hacerlo), el lugar entre los 30 artistas de grime invitados al escenario de Kanye West para su performance en los Premios Brit de 2015. “Shut Up”, el tema que lanzó después y lo consagró como lo más hot de la escena, es un freestyle –el primer freestyle en llegar al top 10 de la BBC– sobre un instrumental muy conocido entre entendidos, donde les responde a los que se burlaron de esa participación.

Stormzy ya había pasado por un retiro de las redes, cancelado shows y sufrido crisis de depresión cuando en 2017 salió el disco debut, Gang Signs & Prayer. Trabajado con un productor del alto mundo del pop, tiene grime pesado, himnos esperanzadores, mieles R&B y unos tremendos y oscuros lentos. Le dio dos premios Brit en 2018, y su primera actuación inolvidable: un freestyle bajo una máquina de lluvia que terminó con un reclamo a Theresa May por el incendio en la torre de viviendas Grenfell. Ese año, también lanzó una beca para que jóvenes negros vayan a estudiar a Cambridge. Por eso lo esperaba el escenario Pyramid hace dos semanas, y las estrellas Chris Martin y Ed Sheeran lo acompañaron, y el artista político emblema mundial lo vistió, y políticos y famosos lo celebraron, también los creadores del grime: Stormzy ya era un sobreviviente y tenía el aval de un pueblo.