"Mueren dos personas y un boliviano” tituló un canal de TV cuando dio a conocer un choque fatal. Esa placa roja se recuerda como una anécdota “de color” de la prensa nacional, pero también es un ejemplo aquello a lo que estamos acostumbrados cuando se habla de los migrantes de países limítrofes.

En Argentina hay aproximadamente tres millones bolivianos y un número similar de paraguayos y peruanos, y si bien la mala prensa debería ser proporcional, son los bolivianos y su gobierno los más atacados. En vez de redactar noticias con información verificable y retratando las dos caras de cada conflicto, los medios adecuan la información a sus intereses utilizando diferentes técnicas de manipulación: omiten opiniones contrarias a su línea editorial, hacen juicios de valor despectivos y ponen con valor de verdad la opinión de los sectores de derecha. Una técnica muy utilizada en la prensa gráfica consiste en redactar el título y las primeras líneas con información negativa junto a una foto amarillista, y en los últimos párrafos algunas palabras con la otra versión del acontecimiento. Diferentes estudios comprobaron que la gran mayoría del público no pasa del título y la foto, por ende, con solo “acomodar” las primeras líneas se consuma la manipulación.

Desde que Evo Morales asumió como presidente en 2006 hay miles de ejemplos. Uno de esos primeros días fue cuando la página digital Infobae, entonces propiedad de Daniel Hadad, tituló una noticia: Mala Decisión, juzgando como negativa y “medida extrema” la nacionalización del gas y el petróleo, tal como lo había prometido en su campaña electoral. En los siguientes 13 años los medios en Argentina incrementaron los ataques, haciéndose eco de diferentes manipulaciones como en la “Masacre de Pando” donde fueron asesinados decenas de campesinos y la prensa ocultó las filmaciones, o cuando inventaron “un hijo no reconocido” del presidente, para perjudicarlo en la última elección. Del mismo modo, radios y canales de TV realizaron “programas especiales” desde barrios donde abunda la colectividad boliviana culpándolos de la inseguridad. Así construyen una imagen despectiva de Bolivia con términos como crisis, peligro, alarma, y extremistas.

En estos 13 años Bolivia se convirtió en potencia energética, en la economía de mayor crecimiento de la región y las más beneficiados fueron las mayorías históricamente excluidas. Por ende se perjudicaron intereses económicos de algunas empresas trasnacionales, vinculadas a los grupos mediáticos. En ese contexto, no es sorpresivo que algunos medios argentinos estén tan interesados en ciertos problemas bolivianos, pero que “olviden” otros. Hasta 2010, había 5.000 talleres clandestinos de confección de ropa, y sólo en el Gran Buenos Aires funcionaban unos 15.000 talleres que movían más de $ 2.500 millones por año. En 2019 los datos son más graves y se sabe que el 80 % de esa mano de obra es boliviana, que vive en condiciones de esclavitud y trabaja más de 16 horas diarias de lunes a sábado, en recintos donde duermen hacinados. Pero los medios argentinos no retratan esta situación.

Entonces, al preguntarse si detrás de ese palabrerío racista y las manipulaciones de noticias se esconden otros intereses. Sirve recordar que, en respuesta al diputado argentino Alfredo Olmedo que había propuesto construir un muro en la frontera, el periodista y ex cónsul boliviano, José Gonzales, le contestó: “…quisiera sugerirle a ese diputado que hable con la esposa del señor Macri, que la señora Awada le cuente cómo trabajan los bolivianos (…). Yo personalmente he estado participando en procesos donde esta señora estaba involucrada por trabajo esclavo. Así que, señores, antes de pensar en muros, piensen bien en su economía".

Darío Giavedoni es Licenciado en Periodismo UNLP