Cumbias, chamarritas, corridos, samba-reggae, chamamés. Todo eso aparece en los discos de La Chicana, una de las bandas fundamentales del movimiento renovador del tango. A mediados de los 90, mientras otras agrupaciones buscaban recuperar el sonido orquestal del tango, Acho Estol y Dolores Solá se aprestaron a dinamitar amorosamente el género. “Desde el primer día la idea fue ‘pudramos el tango’, pisoteemos ese jardín que es legítimamente nuestro porque lo amamos y metámonos ahí”, recuerda el guitarrista y compositor. Puerta por medio, Solá trabaja con una alumna. Estol recuerda los orígenes del dúo, su encuentro en Madrid y la influencia del nuevo flamenco. Y sobre todo, se dispone a hablar de Puro tango, el nuevo show que presentarán este sábado –y otros dos más- en el Torquato Tasso (Defensa 1575). “Nos pasaba que terminamos haciendo shows con sólo dos o tres tangos”, señala él como uno de los motivos para volver a las fuentes del grupo.

“Lola hace muchísimos años quería hacer esto, pero yo respondía que no, que somos transgresores desde el primer disco, para mí el credo siempre fue ir hacia adelante; pero me di cuenta que lo más transgresor que podíamos hacer era tocar puro tango”, reflexiona Estol. Sucede, explica, que en los últimos años yendo a recitales notó que muchos de los grupos actuales de tango se le animan a otros géneros. “Todas las bandas de tango joven de ahora tocan una cumbia o una chacarera, todos transgreden y se salen del tango como empezó a hacer nuestra generación hace veintipico de años”, celebra el compositor. “Nuestra tarea está cumplida: la rockeamos todo lo que pudimos y pervertimos desde nuestro lado, nos fuimos a la mierda muchísimas veces, entonces desde nuestro esquema, la novedad es hacer sólo tango”.

El resultado de esas reflexiones es que en estos tres shows la banda recorrerá los tangos, valses y milongas fundamentales de estos últimos veintipico años. Desde el primero que compuso, “Farandulera”, hasta “La uva”. Y volverán a aparecer hits inoxidables, como “Juguete rabioso”, que hace siglos no tocan sobre un escenario. “La selección es casi demagógica”, ríe Estol. Junto a sus temas también volverán a temas de Arolas, clásicos como “El aguacero” y algunos covers “raros” de esos que la dupla disfruta.

En esta idea de revisión de la carrera del grupo, Estol advierte que con los años sus colegas empezaron a versionarlo. Muchos de sus temas fueron grabados por otros intérpretes. “Ahí sentís que te trascendió realmente, que no soltaste vos la canción, sino que la canción te soltó a vos”, cuenta. Esto, evalúa, también obedece a un cambio de época que “costó mucho conseguir”. Si en la edad de oro del género las orquestas se versionaban unas a otras constantemente, en el tango post-rockero eso es mucho más raro. “Eran menos canutos, pero también tenían un pudor a tocar muchos de sus temas con la orquesta propia, y había compositores y letristas que estaban en su casa y componían, no se subían a un escenario a defenderlos, ahora post-rock, ya inventada la figura del cantautor, lo más común es que la gente interprete sus propias obras. Si yo hiciera lo que ellos, a mis tangos tampoco los conocería nadie”, reflexiona.

El proceso, sin embargo, supuso empezar por versionar a sus contemporáneos. “Ya en el primer disco grabamos un tema del Tape Rubín y en el segundo de nuevo, con la actitud de entrar en el tango y armar una movida donde todos toquemos los temas de los demás”, plantea Estol. “En muchos reportajes conté que venían colegas y me decían ‘qué buenos tus tangos, vamos a hacerlo’ y al otro día los veíamos en el diario diciendo que no había tangos contemporáneos, que el género era gigante, megalítico y que los actuales no se podían comparar con los clásicos”, recuerda. “¿Cómo puede ser? ¿Cómo hay intérpretes que quieren competir con Susana Rinaldi, en lugar de interpretar a sus contemporáneos? Si en tu género se hace música hoy, ¿vos preferís hacer lo de hace 50 o 60 o 70 años, en lugar de los que te representan hoy, de tus coetáneos?”

Para la ocasión la banda tendrá una incorporación poderosa: Noelia Sinkunas en piano. Con la joven pianista ya compartieron escenario en varias “Menesundas” de Cucuza Castiello (a quien también acompaña en su Trío Inestable). Sinkunas no sólo es una intérprete versátil que puede ir desde un tango más académico y etéreo hasta el barro milonguero o la escena de la cumbia queer, también es una compositora notable (su disco solista, Escenas de la nada mirar, es muy bueno). “Es una genia, una gran compositora”, elogia el guitarrista y cuenta que para él incorporar su piano era condición indispensable para encarar esta revisión de su repertorio tanguero. “Quería que fuera milonguero, más bailable, más cerca del sonido de una orquesta típica y con piano es un sonido más gordo, más puro”, considera. “No tener piano te hace a la banda más gitana, más movediza, el piano te ata al suelo y te convierte en una banda de salón”.