Convertir un drama en algo que provoque risas parece ser un ejercicio natural para Lía Jelín, experimentada directora del teatro comercial al cual supo aportar títulos recordados como Confesiones de mujeres de 30, El placard, Monólogos de la vagina, El día que Nietzsche lloró y la arrasadora Toc Toc. Y con ese espíritu disruptivo que la caracteriza es que encaró Buena presencia, su propia adaptación de la obra escrita en 1981 por el dramaturgo argentino Víctor Winer, quien buscó retratar de manera cruda la realidad de la economía local a través de cuatro personajes: el Joven, quien busca trabajo; Jordán, el empresario y financista que le promete al joven un puesto en su empresa; Elías, empleado de Jordán; y el Hombre, víctima de las estafas de Jordán.

Con flamantes 84 años, Jelín juega entre la escenografía que recrea la oficina donde se desarrolla la historia que ella pensó en clave de comedia pero que, según adelanta, concluye en tragedia. “Hacer esto es el sueño del pibe. Estoy encantada y enloquecida, porque esta obra no se parece a nada”, asegura la directora, quien ensaya en simultáneo No a la guita, otra comedia que se sumará a la cartelera de la calle Corrientes en agosto.

“Con el humor se soportan mejor las cosas”, reflexiona, aunque eso no le impide dejar de hacer foco en la lectura política que ella hizo de la pieza de Winer. “Entendí que Elías, el conserje mudo, es el pueblo, el hombre es la clase media que ahorra, invierte y siempre lo estafan; Jordán es la clase alta, que tiene dinero; y luego el joven representa la búsqueda de un mejor futuro”, detalla, y revela que Esteban Prol, Néstor Caniglia, Nacho Gadano y Manu Fanego serán quienes encarnen, respectivamente, a cada uno de esos personajes.

Junto a ella, ante la cámara de la fotógrafa, posa divertido el humorista gráfico Miguel Rep, quien asume por primera vez el desafío de ponerse al frente de la dirección de arte de un proyecto teatral. Aunque aclara que no trabajó solo, sino junto con Vanesa Abramovich, escenógrafa y vestuarista que llevó a cabo lo que él imaginó. “El texto de la obra tiene una dramaturgia casi naturalista, pero con esta adaptación se transformó en un cómic surreal”, define el dibujante de Página/12, que asegura que Buena presencia es su segundo proyecto más importante de este año, junto con la reciente publicación de su libro Evita, nacida para molestar. “En esta historia tal como la planteó Lía, el espectador va a ver un drama argentino, que se repite cada tantos años, pero con otro lenguaje. Y en eso la propuesta es muy novedosa, porque esto siempre se ha contado de una manera más melancólica y protestona”, señala.

-¿Cómo apareció la idea de trabajar juntos?

Lía Jelín: - Desde Shakespeare y Aristófanes, los temas teatrales, como la traición, la infidelidad, el amor, el poder o el dinero, siempre son los mismos, pero lo que cambia es la estética. Y yo quise trasmitir esta obra desde una estética movilizadora, como si fuera un cómic, y por eso pensé en Rep, porque ya nos teníamos prometido trabajar juntos.

Miguel Rep: -Ya había conversado con Lía y le había hecho un reportaje en mi programa de radio. Me había gustado su teatro, entonces trabajar con ella era una garantía. Y cuando leí la obra pensé qué aporte podía hacer, pero como inmediatamente hablamos de que la estética estuviera vinculada al cómic, no dudé de ir hacia el expresionismo, porque el dibujo grotesco me lleva a exagerar las cosas. Y aunque mi lenguaje es el humor, incluso cuando hay drama yo veo las cosas de una manera expresionista.

- Buena presencia fue escrita en 1981. ¿De qué manera creen que dialoga esta historia con la actualidad?

L.J.: -Nada cambió y cada día es peor. El mundo entero va hacia la derecha y la obra describe, de alguna manera, una realidad feroz que estamos viviendo desde hace mucho tiempo y que muestra que lo que importa es la patria financiera. La plata ya no es un símbolo para intercambiar, sino que se convierte en algo abstracto. Además está viniendo una revolución digital brutal y no sabemos qué va a pasar.

M.R.: -Estamos viviendo en el mismo ciclo en el que fue pergeñada esta obra. En 1981 se produjo la caída de las financieras y ese es el drama argentino que se repite, como ocurrió en 2001 y 2002, y que seguimos pensando que va a volver a ocurrir. En ese sentido, hay un presentimiento en esta obra. Esta experiencia ya la hemos vivido y, sin embargo, vamos otra vez hacia ella como corderos, votando.

-¿Cómo evalúa esta primera experiencia en teatro?

M.R: -Esta experiencia me modificó, en el sentido de que pasé de dibujar puntos y líneas sobre un plano a que mis dibujos funcionen en espacios tridimensionales. Aunque solo no hubiera podido, porque hay que saber cómo llevar ese plano a una consistencia volumétrica, y en ese sentido Vanesa Abramovich me enseñó todo. Además, veo mucho teatro, y hacer la escenografía y estar en la dirección de arte me transformó para siempre como espectador. Ya no miro teatro de la misma manera. Ahora no lo veo sólo desde la teoría, sino también desde la praxis. Y estoy seguro de que el teatro para mí no va a ser turismo.

-¿Le gustaría continuar con este tipo de proyectos?

M.R.: - Sí, es como cuando probé hacer murales y nunca más dejé de hacerlos. Me gustaría seguir en teatro e incluso con experiencias distintas, que no sean grotescas o vinculadas al cómic. Tengo que aprovechar mi imaginación y hacer mi aporte estético, porque muchas veces me parece que las imágenes con contenido faltan en el teatro. Lo que descubrí con los murales y el teatro es que es tiempo de poner el cuerpo en un mundo que cada vez es más virtual.

-Con una amplia trayectoria, le tocó dirigir Toc Toc, obra que batió todos los récords y que el próximo año hará su décima temporada. ¿Qué explicación encontró para ese fenómeno, Lía?

L.J.: -A mí Toc Toc no me favoreció y me encasilló, porque hay un prejuicio que cree que el teatro comercial no es algo cultural y no es así. La obra funcionó porque aborda un tema médico con el que el público se identifica. La gente esperaba en la calle al elenco y un espectador una vez le dijo a Mauricio Dayub: “Si yo fumo tres cigarrillos en Capital, tengo que fumar tres cigarrillos en la provincia”. En Toc Toc hay algo de A puerta cerrada, de Sartre, y de Esperando a Godot, de Beckett. Y yo trabajé, también, con la teoría del neurólogo Oliver Sacks, por lo cual lo que se ve en la obra es algo real. Ahí no trabajé con la comicidad, sino con la angustia. Creo que el teatro es como una realidad paralela, donde no se puede simular sino que hay que ser. Y si el espectador puede verse reflejado eso, ya es una posibilidad de éxito.

-¿Hay fórmula para el éxito?

L.J.: -No lo sé. Yo sigo mi intuición, mis conocimientos y mis deseos. Y pongo en primer lugar al espectador, porque el peor pecado del teatro es aburrir.

* Buena presencia puede verse en el Teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062), los viernes y sábados a las 21 y los domingos a las 19.