Una fantasía no paraba de dar vueltas por la cabeza a Ismael Serrano: grabar un disco en vivo en Argentina, a guitarra y voz y a orillas del mar. El plan era perfecto, salvo por un detalle técnico. “Entre la fantasía y la realidad a veces hay un tramo insalvable, como el hecho de que es muy difícil grabar en una playa porque el estruendo del mar y el viento se hubieran colado permanentemente en la grabación. Entonces, se me ocurrió ir a un ambiente más controlado”, cuenta el cantautor madrileño, quien finalmente terminó grabando el disco en una casa de Tigre, en un ambiente íntimo, rodeado de amigos y amigas y el Delta del Río Paraná como telón de fondo. “Lo gracioso fue que cuando empezamos a grabar había un estruendo de pájaros que se colaba todo el tiempo por el micrófono. Al principio me preocupó porque era notable… ¡Era como si estuvieras en la jungla! Pero luego escuchando lo que quedaba me di cuenta que era muy bonito”, recuerda el músico sobre la gestación de Todavía (2019), su primer disco grabado a guitarra y voz.

Después de realizar una gira por localidades del Conurbano y el interior de la provincia de Buenos Aires, el español se presentará el 28 y 29 de noviembre en el Teatro Ópera Orbis (Corrientes 860). “Tenía la idea de grabarlo en Argentina porque el anterior lo había grabado en Madrid y gran parte de mis mejores amigos y de mis afectos están aquí. Y gran parte de mi carrera también se desarrolla aquí”, explica Serrano, quien grabó con Mercedes Sosa, le dedicó alguna canción a Buenos Aires y está en pareja con una actriz argentina. En 2017 había celebrado veinte años con la música con el lanzamiento del disco y DVD Hoy es siempre, que fue grabado en formato banda y una puesta escénica espectacular. Por eso, sintió la necesidad de volver a la “esencia del oficio” y entregar un disco despojado y acústico: “Era curioso el hecho de que en estos veintitantos años de carrera no había grabado nunca un disco de estas características aun cuando yo empecé así. En mis inicios iba por los cafés de mi ciudad, Madrid, solo con mi guitarra. El diálogo era en ambas direcciones, contar historias, no solo interpretar las canciones; buscar complicidad con el público. Creo que todo lo que sé hacer lo aprendí en aquella escuela: los bares”, dice.

El disco recorre canciones de todo su repertorio –clásicas y no tanto—, una versión de “Palabras para Julia” (José Agustín Goytisolo-Paco Ibáñez) y una canción inédita, “Crucé un océano”, dedicada a su hija. “Lo que me interesaba de registrar este tipo de conciertos no era grabar solo voz y guitarra, sino también captar el ambiente general del público, el aplauso de los amigos, el rumor de los pájaros, que cuando cae la noche callan y empieza a escucharse el sonido de las copas de los árboles mecidas por el viento o la lluvia que cae sobre un techado de chapa”, cuenta este músico de 45 años admirador de Silvio Rodríguez y la canción latinoamericana. “Cuando las canciones se hacen solo con la voz y la guitarra las dinámicas son otras: no negocias el tiempo con una banda; el tempo es elástico, no riguroso. Las palabras y los silencios son otros. Las imperfecciones tienen una magia especial, llegan a ser musicales también. Me divirtió mucho todo el proceso de realización del disco, pero sobre todo la gira. Es un reto, que te obliga a hacer un balance. Te preguntas cómo era al principio y cómo es ahora”.

-¿Y le interesa la cercanía con el público?

-Sin duda. Pero también es verdad que yo fomento ése diálogo. Es más fácil la comunicación, porque es otro código, otro formato, otra forma de estar en el escenario. Uno se para de otra manera sobre las tablas. Entonces, surge el diálogo, que no siempre es explícito. Además juego a construir un relato a lo largo del recital. A mí me gusta mucho guionar teatralmente el concierto. Y hay un juego que consiste en entrar y salir del guión, hacer participar al público, y eso genera una complicidad muy especial. Yo valoro mucho la naturalidad de lo cotidiano, en todos los aspectos de la vida.

-Viene de grabar el disco en vivo Hoy es siempre, en el que repasó lo más representativo de su obra.  ¿Y en este caso cómo pensó el repertorio?

-La verdad es que lo que pretendía era elegir canciones que no estaban en mi repertorio habitual. Es curioso, porque yo soy fatal eligiendo singles para la radio. Hay canciones que las elijo para la radio pero muchas veces no las toco en mi repertorio, como "Casandra", que hace mucho no la canto y ha sido single de un disco. Y algunas de ellas las incorporé ahora. También algunas versiones, como un poema musicalizado por Paco Ibáñez, "Palabras para Julia". Y me apetecía cantar estas canciones, que forman parte de mi imaginario, de mi educación sentimental y musical. También incluí “Crucé el océano”, una canción inédita que tenía escrita desde hace un tiempo, pero no deja de ser actual porque habla de la distancia, de lo que supone el viaje constante. Lo mejor que me ha dado la música son los viajes. Y de repente uno es padre y te das cuenta de que es algo maravilloso pero también la distancia es la parte más difícil. Cuando tienes una hija la distancia tiene otra dimensión. Ahora lo que hago es ir y venir. Antes pasaba periodos más largos fuera.

-Y estas canciones que elige interpretar, ¿tienen que ver con un estado de ánimo afectado por la coyuntura social y política?

-Sí, el hecho de cantar "Podría ser" (de Acuérdate de vivir, 2010), por ejemplo, que adopta otra lectura. O "Papá cuéntame otra vez", aunque se cante desde otro lugar. Para mí siguen teniendo una vigencia absoluta. Que haya una búsqueda de un relato propio como generación en un momento de crisis moral, política y económica es importante. Y quizás la apuesta por un formato de voz y guitarra, por lo pequeño, en un momento en el que todo está dado como objeto de consumo de usar y tirar, en el que las radiofórmulas musicales exigen cierto tipo de producción, quizás también sea una postura política. Convengamos que una canción a voz y guitarra no va a sonar en ninguna radio. Y es un problema que eso sea así, porque a mí me encantaría poder escuchar en la radio este tipo de música pero eso no ocurre. Los cantautores estamos como en tierra de nadie.

-¿Por qué?

-Porque para la gente de la literatura somos poetas menores que tenemos que defender nuestras canciones a través de la música. Y para los músicos somos músicos menores que privilegiamos los textos por encima de la música. Ninguna de las dos cosas es cierta. Y además esto solo ocurre en el mundo latino, no así en la tradición anglosajona, en la que los cantautores son sumamente respetados por la gente del rock y del pop. Entonces, quizás apostar por este género es un elemento de resistencia en estos tiempos. No sé qué pasa en Argentina, pero si en España dices que tus referentes son Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute o Serrat suenas un poco anacrónico; sin embargo si tú dices que tus referentes son Bob Dylan, Joan Báez o Neil Young es algo cool, que le da un barniz de modernidad a tu propuesta musical. Creo que a veces tiene que ver con el desprecio hacia las propuestas culturales que tienen un componente de compromiso político.

-¿Y a usted el hecho de tener un compromiso político le trajo problemas en España?

-No me puedo quejar porque me ha ido muy bien, pero siempre hay un prejuicio hacia los cantautores que se expresan políticamente. Y de hecho tú puedes escuchar a compañeros de profesión diciendo que les da pudor hacer una canción política porque puede sonar panfletaria. Y sin embargo nunca les escucharás decir que les da pudor hacer una canción de amor porque puede sonar cursi. Somos más pudorosos a la hora de pronunciarnos políticamente que a la hora de expresar nuestra intimidad.

-¿Y qué es lo que más le preocupa de la realidad social global?

-Me di cuenta de algo que está ocurriendo a nivel global y es que se han roto ciertos consensos sociales. Ciertos discursos políticos que habían sido absolutamente reprobables y excluidos del debate público hoy vuelven a aparecer. Por ejemplo, en España el auge de la ultraderecha ha permitido que en la actualidad tenga representación parlamentaria por primera vez en la historia de la democracia. Eso se explica porque se han normalizado conductas y discursos xenófobos, de intolerancia y de odio. Hace algunos años todos hubiéramos reprobado esos discursos, pero eso hoy se ha roto. En España antes era impensado que alguien cuestionara el estado de bienestar, pero ahora se tolera. En América latina también está ocurriendo con algunos personajes, como Jair Bolsonaro (presidente de Brasil). Cuando tú normalizas con las palabras, lo que haces es legitimar ciertas conductas o delitos de odio en el seno de la sociedad.

Recambio generacional

“Hay un recambio generacional que además presenta una gran calidad, no solo como escritores, sino también como intérpretes”, considera Serrano, en alusión a una camada de músicos y músicas que están revitalización la canción de autor española: El Kanka, Rozalén, Pedro Pastor, Juanito Makandé, Carmen Boza, Muerdo, entre otros. “Valoro mucho lo de Rozalén. Ella tiene todos los elementos clásicos de la trova tradicional, porque tiene compromiso y poesía, pero lo renueva porque es una joven que tiene otra mirada y otra cultural musical”, resalta. Sin embargo, el músico dice que el término “cantautor” despierta algunos ruidos por esos lados. “Cuando se les pregunta por la canción de autor son muy cautos y enseguida se desmarcan. Y eso me llama la atención. Yo siempre he reivindicado la canción de autor porque es una tradición que ha dado artistas que formaron parte de la banda sonora de nuestras vidas, se han escrito gran parte de las mejores canciones. Pero siempre hay un pero, les preocupa que los encasillen en el formato de cantautor. Esa palabra tiene un signo peyorativo y nosotros tendríamos que reivindicarla. Lo que me parece súper interesante de ella es que sus orígenes suponen una renovación del folklore tradicional. Víctor Jara con el folklore andino, Silvio Rodríguez con la nueva trova cubana o Bob Dylan con el folklore anglosajón, por ejemplo”.