“¡Sos todo un rockero!”, le dijeron hace poco a Nico Lippoli, pero el pampeano les paró el carro: “No, yo hago rock & roll pero no soy un rockero argentino porque el rockero argentino es un hijo de puta. Y es el mismo cliché del rockero internacional. Eso ya fue. Te podés vestir como Roger Waters, Ozzy o Jimmy Page, pero eso es una estética: no da para vivir esa fantasía del rockero que tiene todo a sus pies, porque ese poder no es tuyo sino de la música”. Con esa misma seriedad, Lippoli toca la guitarra hace 13 años. Junto a Mauro López en bajo y Roberto Figueroa en batería, acaban de terminar III, sin dudas su mejor disco.

Baladas bucólicas pero ventosas, pianos, órgano Hammond y alta dosis de efectos analógicos marcan el sonido de la banda que en este álbum hasta se animó a sumar una orquesta de cámara. Desde Pez hasta Carca, pasando por Los Natas, La Renga, Poseidótica o Las Diferencias, Knei se suma a cierta glorificación del sonido de los primeros ‘70 del rock argentino, época dorada pero también ultra violenta. Pero en el caso de este trío, la pampa húmeda parece casi pedir, implorar por un sonido telúrico, progresivo pero cancionero.

“No me gusta para nada que digan que somos una banda stoner”, distingue Lippoli. “El stoner fue algo copado con Kyuss, cuando lo hacían Los Natas o bandas locales como Aguas Tónicas o Humo del Cairo, que sonaban cuando ese estilo era relativamente nuevo acá. Después eso pasó a ser una moda”, analiza el guitarrista, quien colaboró con Banda de Turistas, toca en Las Sombras (donde López se ocupa de la batería) y se dio el lujo de zapar con Junior Castello, baterista de Aeroblus.

 

“Grita no te ocultes nunca más/ No te culpes por tus penas nena no vale la pena, ya verás/ Nunca nos dijeron la verdad/ Que somos hijos de una guerra que a muy pocos representa y lastima”, canta Knei en ¿Qué está bien y qué está mal?, un sobrio final en el que ese “más allá del bien y del mal” que el rock malinterpretó durante décadas queda en jaque (mate). “En ésa y en algunas otras letras del disco nuevo hablamos de muchas cosas así: de no hacerse el boludo, de no hacer la vista gorda, de fijarte qué es lo que inquieta a esta generación, que es una generación que no se calla y que no quiere que nadie la ensombrezca con pensamientos anticuados acerca de lo que está bien o está mal”, expone Lippoli.

Knei también ayuda a poner en escena un sonido de calidad, pampeano y rocker. “Sinceramente, las bandas que hoy más me inspiran son las de mis amigos. En cuanto a la cuestión federal de la música, con Las Sombras y Los Siberianos nos está pasando algo que nunca nos sucedió con la música pampeana, que es estar tocando fuerte y haciendo movidas en capital. Nosotros tocamos juntos desde que tenemos 15 años y creo que logramos cierta comunicación; la única falencia que tenemos es organizarnos, porque solo somos tres”, evalúa el cantante y violero.

Todos los caminos, para Knei, llevan a La Pampa: “Hay muchas sequías, algo que genera muchas pérdidas en los campos. Pero lo mejor que tiene La Pampa es el silencio y la grandeza: vos allá esperás el atardecer y te das cuenta de que la Tierra es perfectamente redonda: como no hay montañas ni nada, tenés el llano formando una línea perfecta entre el cielo y la tierra. Aunque evidentemente no es una atracción turística, visualmente es un paisaje muy poético”.

* Knei presentará III este sábado 3 de agosto en El Emergente de Almagro, Acuña de Figueroa 1030.