Un libro de Atahualpa Yupanqui que apareció casi como una revelación. Ese fue el elemento central para construir el concepto creativo del disco De mi flor (2019), el primer material íntegramente folklórico de Los Tipitos. “El libro se llama Guitarra y lo encontré en mi biblioteca, era de mi vieja, lo heredé. Cuando surgió la idea de hacer un disco de folklore, me acordé que lo tenía y lo fui a buscar. Y me pareció que había poesías que podían ser musicalizadas. El primer día que nos juntamos con los muchachos a ensayar, lo tiramos sobre la mesa y a la media hora teníamos una chacarera”, cuenta el tecladista y cantante Walter Piancioli

Esa primera canción fue “Las cruces”, un texto al que ellos le pusieron música inédita. “Los climas que transmite Yupanqui, cómo describe, te lleva adonde está cantando”, suma Raúl Ruffino, guitarrista y vocalista de este grupo especializado en la canción pop. Presentarán el disco este sábado a las 21 en Centro Cultural San Isidro (Av. Libertador 16138).

Y el segundo elemento clave para la realización del disco fue la participación del productor artístico, Lucho González, guitarrista experimentado en músicas de raíz folklórica y latinoamericana. “Lucho nos traía propuestas para armar el repertorio y nos decía ‘esto les puede quedar bien’. Y las que más nos gustaban generalmente eran de Atahualpa... ¡Tremendo compositor y poeta!”, resalta el bajista Federico Bugallo. Del autor nacido en Pergamino versionaron también “Los Hermanos” (con Chaqueño Palavecino de invitado) y “Canción para Doña Guillermina” (con Orozco-Barrientos). “Esa chaya nos mató. Parece una letra de Los Redondos, es medio oscura”, lanza Willy Pancioli. Y rescata: “Lucho nos enseñó música además de producir las canciones. Nos hizo ver cosas de la armonía que no las teníamos investigadas. Y ofició un poco de coach con cada instrumento, con los ritmos en la guitarra o los arreglos con el piano. Fue como volver a estudiar”.

Y luego empezaron a aparecer canciones propias y otros clásicos del repertorio folklórico tradicional, como la zamba “Mujer, niña y amiga” (de Robustiano Figueroa Reyes), con Abel Pintos de invitado. “Nos interesaba hacer versiones, pero necesitamos meter composiciones propias, en este caso en 6x8”, enfatizan a coro. Entre ellas, nació la chacarera porteña “La sanatera” (“Ella no es del monte, esta chacarera se vino de Flores escondida en la guantera / No conoce el río ni la vuelta entera, pero ha visto a Pappo zapando en una cantera”, reza la letra, con la voz de Peteco Carabajal), la zamba “No me olvides”, el huayno "Río" o la andina “El ladrón”. 

Con base en La Paternal, Los Tipitos, claro, no le cantan al río Paraná o al cerro, sino a la realidad social que los rodea, como los pibes en situación de calle o los que salen cada mañana a “laburar con una esperanza”. “La idea es contar lo que vivís en tu lugar, sin perder identidad. Sin dejar de ser rockero o urbano”, dice Ruffino. “El folklore te permite hablar de otras cosas. Se habla mucho de vivencias, de historias particulares o que involucran a mucha gente”, retoma Piancioli.

Una de las mayores expectativas de la banda con este nuevo disco es ingresar al circuito de festivales folklóricos. Ya recibieron invitaciones de un festival de Saladillo y tocaron en la última edición de Trichaco, un evento solidario que se realiza en el paraje Rancho Ñato, en la salteña Santa Victoria Este. “Ahora estamos pensando qué va a pasar con nosotros cuando vayamos a un festival bien folklórico y tradicional. Nos encantaría estar en Cosquín Folklore o Jesús María”, se entusiasma Bugallo. 

“Está bueno regar de música extraña donde no se la esperan. Llevar el folklore a nuestro público de rock o al revés: hacer un show eléctrico en un festival folklórico. La gente del folklore es receptiva…”, dice Ruffino y Bugallo interrumpe: “Sí, es más abierta, les gusta divertirse y revolear el poncho. Y canciones como ‘Algo’, ‘Silencio’, ‘Campanas en la noche’ y ‘Brujería’ ya son patrimonio de la cultura popular, excedieron el rock y dejaron de ser nuestras”. En este disco, hay una versión de “Campanas en la noche” en ritmo de tinku, arreglada por Juan José Vasconcellos, de Los Huayra.

-¿Este disco fue una forma de reinventarse?

Raúl Ruffino: -Sí, y además reafirmar algo que nos viene pasando hace mucho tiempo. Porque si bien pertenecemos al rock, en cuanto al lugar que ocupábamos mediáticamente, la realidad nuestra era que nos pasábamos tocando más para toda la familia, para públicos de todas las edades y diversos gustos musicales; en fiestas populares, parques y en la calle; y no tanto en el circuito más ortodoxo y “puro” del rock. Creo que ocupamos otro lugar en la escena de la música popular, que tiene más que ver con la canción. Trabajamos más con Lito Vitale o León Gieco que con artistas estrictamente relacionados con el rock. Por eso también sucedió este disco de folklore.

-De todos modos, la música de raíz folklórica no les era del todo ajena…

R. R.: -No, no nos era del todo ajeno. Pero necesitamos zambullirnos en el género y volver a aprender otra vez y salir de un lugar de confort.

Walter Piancioli: -Los discos de pop rock son un elemento más conocido para nosotros. Pero al salir de ahí, nos reinventamos. Lo venimos pensando hace varios años. Pero una cosa es tener el deseo y otra cosa es dar con algo que te permita concretarlo. Tener la materia prima para hacerlo. Para este disco, dimos con el momento de la banda y con la persona indicada, con Lucho.

 

Federico Bugallo: -A Abel Pintos lo conocemos hace 25 años, nos hemos cruzamos en festivales, pero recién ahora pudimos hacer algo juntos. ¡Él se está yendo para el lado del pop y nosotros estamos entrando al folklore!