En medio de una campaña electoral insípida, donde la ocultación del desastre económico parece ser la única preocupación de Macri, Cristina Fernández de Kirchner rompió el silencio mediático impuesto por los medios de comunicación masiva restableciendo el verdadera significado de la elección:  la miseria en la cual se está hundiendo la Argentina. Y como no podía ser de otra manera los medios de comunicación internacionales, El País en España, y los sueltos en Le Monde de París y La Repubblica de Italia se le hicieron eco.

En la presentación de su libro Sinceramente, en Mar del Plata, CFK hizo en primer lugar alusión a la caída de la calidad de los alimentos en el país, a través de la creación o promoción de segundas marcas “Pindonga o Cuchuflito” más baratas pero aparentemente de menor calidad. Esta situación promovida por el Gobierno no deja de sorprender ya que Macri decía querer ser el supermercado del mundo, y en el mundo lo que talla es la calidad. En este sentido es importante señalar que las segundas marcas, emblema del programa del gobierno "Precios Esenciales", lanzado a fines de abril, pertenecen a las mismas empresas oligopólicas de la “primeras marcas” más caras. Esta nueva situación que había señalado en mi artículo "Demanda, Recesión y pobreza” ha sido señalada en los diarios financieros, que desde hace meses se alarman del empobrecimiento de los consumidores.

En segundo lugar y como correlato de lo señalado, el auge de las marcas de bienes de segunda calidad en el consumo masivo es para los estratos sociales de ingresos medios un recuerdo cruel de la crisis del 2001, donde los cómplices del actual equipo económico habían llevado al país a la depresión económica más grave que se haya conocido desde los años 1930. En ese momento, los consumidores del medio pelo iban a comprar jabón en polvo suelto al almacén de la esquina porque no podían ir al supermercado y pagar un paquete entero. CFK no olvidó esa época al señalar que en la actualidad el creciente empobrecimiento lleva a los consumidores a solicitar 100 pesos de carne o 30 pesos de pan, parágrafo de una contundencia impresionante porque describe de manera elocuente y más clara que todas las estadísticas la situación del país real. “Ahora están racionando. Esto es un régimen no capitalista, donde la gente no puede comprar lo que quiere ni la cantidad que quiere”, afirmó.

El tercer punto de la lección de economía de CristinaFernández de Kirchner hace referencia al capitalismo rentista de Macri, donde la inversión es la bicicleta financiera que no crea riqueza, sino que enriquece a unos pocos. La diferencia entre la economía del periodo 2003-2015 y el actual no solo es estadística. En efecto, se oponen la economía de la renta y sus rentistas en el sentido económico que tiene el significado. Vale decir que la renta no remunera ningún factor de producción ni el trabajo, ni el capital, las maquinas y el valor venal de la tierra. Se remunera la situación social y de monopolio. No solo la perciben los terratenientes o los banqueros, sino que se encuentra también promovido por Macri en las tarifas del gas, de la electricidad, el agua, el teléfono, el abono a la televisión. 

El capitalismo de los rentistas de Macri es diferente que el capitalismo de los empresarios descritos por Schumpeter, un economista austríaco que adoran algunos colegas de la academia, que deben innovar, invertir en maquinas y seguir una dinámica de crecimiento en la industria y los servicios. El capitalismo de los rentistas de Macri es el de las estanterías vacías, del desempleo y la miseria.

Por eso, como decía el 12 febrero de 1946 el General Perón, “debemos evitar el espectáculo de la miseria en medio de la abundancia e impedir que millones de seres perezcan de hambre mientras que unos pocos centenares de hombres derrochen estúpidamente su plata”.

* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ed. Ciccus, mayo 2019.

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