“¿Cómo el sueño de un mundo conectado nos terminó separando?”. Esa pregunta es el disparador del documental The Great Hack (“Nada es Privado”, según la traducción al español), un viaje atrapante por el escándalo que envuelve a la compañía Cambridge Analytica: un complejo entramado que incluye intercambio de datos privados, comentarios racistas, operaciones y noticias falsas. Esa receta fue aplicada con éxito en distintos procesos electorales, aunque cobró mayor notoriedad a partir de dos casos: la elección de Donald Trump en Estados Unidos, y la campaña a favor del Brexit en Reino Unido.

Dirigido por Jehane Noujaim y Karim Amer, el film, que se estrenó recientemente en la plataforma de streaming de Netflix, incluye declaraciones de ex empleados de Cambridge Analytica, investigadores y periodistas, junto a imágenes del juicio. Empleando una estética accesible, el recorrido está, en cierta forma, a cargo de David Carroll, profesor estadounidense de tecnología, quien presentó en 2017 una denuncia contra la compañía en Reino Unido: quería conocer los datos personales a los que ésta tuvo acceso, y las fuentes de donde los obtuvo.

Carroll comienza su proceso de deconstrucción exhibiendo las distintas formas, a veces insospechadas, por las que nuestros datos se ponen al descubierto: usar la tarjeta para pagar un café, retirar efectivo del cajero, realizar búsquedas en Internet o publicar contenido en redes sociales: todo habla de nosotros y opera en la construcción de perfiles.

Beat Crooked Hillary

En el aceitado proceso de aplicación de datos privados a comicios electorales, el documental considera especialmente la campaña por la reelección de Barack Obama en 2012: ese proceso, según varios analistas, “inventó” la comunicación de las redes con los votantes. Cambridge Analytica pasó de trabajar con el candidato demócrata, a operar para Ted Cruz, político desconocido en varios distritos, pero que llegó a competir con Trump en las primarias que elegirían al candidato republicano en 2016. La historia aún esperaba otro giro: de promover a Cruz, la compañía movió todo su aparato propagandístico hacia el actual presidente. Entendió, en base a los datos recolectados, que ese podía ser un negocio más rentable.

Pero, ¿cómo trabajó Cambridge Analytica sobre los potenciales votantes del actual presidente? En primer lugar, tuvo acceso a una aplicación para Facebook llamada This is Your Digital Life (“Ésta es tu vida digital”), test de personalidad que combinaba las respuestas de los usuarios con la información personal que obtenía de sus perfiles. “Recolectamos 5 mil datos que podemos usar para predecir la personalidad de cada adulto del país. La personalidad condiciona la conducta. Y la conducta influye en nuestro voto”, se jactaba Alexander Nix, ex CEO de la consultora, ante un auditorio colmado.

Los cañones del gigante de la comunicación política apuntaban a un target específico: los indecisos. A ellos había que convencer, y ellos fueron bombardeados con contenidos replicados en todas las plataformas imaginables. Un proceso que, en palabras de Nix, debía continuar "Hasta que (los indecisos) vieran al mundo como nosotros queríamos". Y que funcionaba a través de un plan implacable: el jefe de la campaña 2016 de Trump, Brad Parscale, informó haber publicado 5,9 millones de anuncios en Facebook, a diferencia de los 66 mil a los que apeló su rival demócrata, Hillary Clinton.

Otro acierto del documental es la mención al fiscal Robert Mueller. El ex director del FBI lideró una investigación que buscaba determinar si existían evidencias que vincularan al equipo de campaña de Trump con funcionarios rusos. Brittany Kaiser, ex empleada de Cambridge que declaró en la causa, reconoció que fue citada por el equipo del fiscal. También confesó que viajó a Rusia, mantuvo reuniones con Julian Assange, y realizó donaciones a WikiLeaks, organización que había tenido acceso al correo electrónico de Hillary Clinton. Presuntamente echando mano a esa información, el mensaje de campaña ideado por Cambridge Analytica, fue Beat Crooked Hillary ("Derrotemos a la corrupta Hillary"). 

Una de las grandes causas de la caída de la compañía fue la difusión de una cámara oculta, obtenida por Channel 4, que desnudó la forma en que se manejaban sus directivos. El video demostraba que no sólo se valían de tests de personalidad, o bombardeos de mensajes: los directivos de Cambridge Analytica presumían de poder cambiar tendencias fabricando escándalos con prostitutas, o exigiendo sobornos para afectar (o no) la reputación de figuras políticas. Empezaban a florecer las "fake news", noticias falsas.

Faltaba todavía descubrir la última pieza de un rompecabezas perfecto. Steve Bannon fue uno de los grandes operadores de la campaña 2016 de Trump. Como impulsor del sitio web Breitbart News ayudó al actual mandatario a propagar su célebre slogan, "Estados Unidos Primero". Bannon fue uno de los que instaló la “Doctrina Breitbart”: “Si quieres hacer cambios profundos en la sociedad, primero hay que dividirla”. Fragmentar aún más a la sociedad estadounidense era un condimento extra para favorecer a una u otra tendencia, y la consultora política tampoco desaprovechó esa oportunidad.

Pese al fallo favorable de la justicia (Cambridge Analytica fue finalmente declarada culpable, y se le aplicaron multas, irrisorias en relación a su poderío económico), David Carroll nunca pudo recuperar sus datos. “¿Cómo el sueño de un mundo conectado nos terminó separando?”, se preguntaba el profesor al inicio del documental. La respuesta aún es una incógnita, aunque The Great Hack nos permite, a través de un minucioso recorrido, acceder a una realidad hasta hace poco inaccesible, y tomar conciencia de que un simple click puede generar efectos impredecibles.

Informe: Guido Vassallo.