Ineludible empezar esta nota por la paliza electoral, el ocultamiento de resultados y la mentira a la ciudadanía –para variar– y encima mandándola a dormir. Grotesco que se coronó ayer lunes con el discurso del Presidente intentando zafar de toda responsabilidad.

Sabido es que para todo psicópata la culpa siempre es del otro. Y éste parece el caso, una vez más, en versión patética y grosera. Un presidente que sin asomo de última dignidad, en lugar de un silencio prudente y cauto, aunque sea por respeto a millones de ciudadanos y ciudadanas que ejercieron su derecho a decidir, se lanza a una verborrea negadora y carente de autocrítica, sin siquiera felicitar a los que triunfaron –como es de estilo– y ofendiendo a millones de votantes ilusionados en un cambio verdadero, necesario y urgente.

No dejó de ser más de lo mismo, claro está. El Presidente no entiende ni le importó jamás un país que hasta hace cuatro años era hermoso, pleno en derechos y libertades, trabajo y empleo, y fuertes inversiones en educación, salud pública, previsión social y ciencia y tecnología. Ciego y sordo ante los clamores del pueblo argentino, en dos discursos lamentables el Sr. Macri volvió a ofender groseramente a la ciudadanía toda. Ayer alentando implícitamente una corrida bancaria feroz y dañina, y antenoche con la fantochada de ocultar durante cuatro horas los resultados electorales, grotesca forma final de un fraude que algunos denunciamos sistemáticamente y contra el descreimiento de propios y obviamente ajenos.

Este presidente no entiende ni quiere ni puede entender nada. No sólo porque no hilvana bien los pensamientos, cuando los tiene, sino porque incluso lo que le instruyen lo repite mal, con pésima dicción y papelones constantes.

Y más allá de él, no menos grave es lo que hacen sus seguidores del poder financiero, bancario y empresarial a quienes protegió y dio carta blanca para el saqueo bestial de la república. Y sobre todo de trabajadores, pequeños y medianos empresarios, profesionales y empleados, docentes y jubilados a los que engrupió de la manera más infame asistido por una cara de nena entre linda y boba, y el hato de charlatanes autoritarios que integran su gabinete.

Lo más impresionante y obsceno es que con la compra de millones de dólares en la mañana del lunes, con la que provocaron una devaluación gigantesca en sólo unas horas, esos tipos se enriquecieron aún más y de un saque, puesto que tienen sus fortunas casi todas mal habidas en el exterior. Y además aquí son dueños, también gracias a este presidente, de empresas dolarizadas con millones de clientes cautivos.

Y por si fuera poco, hay que escuchar a pilas de pavotes, ignorantes y necios que todavía son capaces de creer que semejante latrocinio no fue planificado, y se siguen tragando el sapo de que "la culpa" de esta devaluación brutal fue del pueblo argentino por haber votado lo que votó.

Como escribió el notable periodista político Jorge Bernetti: "Dan batalla con todo: buscan el voto de los dos candidatos ultraderechistas, de Lavagna, del voto en blanco y de los que no fueron a votar. Para ello incentivan el terror económico y profundizarán las fake-news y los procesos judiciales. Van a ser 11 semanas de terror".

Así intentan desvirtuar que el pueblo los venció por paliza. Y de paso buscan desacreditar que el Frente de Todos fue un hallazgo y permitió una unidad sin exclusiones; que Cristina estuvo brillante en la decisión vicepresidencial y en la elección de Alberto como candidato a presidente; y que lo demás fue militancia pura y dura y constante en el anhelo de terminar la pesadilla y empezar el camino de reparación que el domingo a la noche anunció Alberto, eufórico.

Si hasta los medios oficialistas se desconcertaron, y fue un placer ver al elenco estable de periodistas pregoneros del régimen haciendo fintas orales para explicar lo que para ellos mismos es inexplicable.

Ayer lunes inventaron la demostración perfecta de lo amargos y antipopulares que son. Para silenciar el alborozo ciudadano operaron los malditos "mercados" para ratificar que dólar mata peso y que no tienen límites para destruir aún más al pueblo argentino. Son malos nomás. Como todos los psicópatas.

Entonces cuidado. Es imperativo frenar a los ansiosos que ya sueñan con movilizarse para sacarlos de la Rosada. Lo que sería muy riesgoso y capaz es lo que desean, para provocar y reprimir. Y además no hace falta: de hecho ya se vio que la pacífica campaña electoral permitió vencerlos en toda la línea. Y además, como decimos los futboleros: equipo que gana no se toca.

Así que tranquis, aguantarlos de pie y en voz alta, hasta que se vayan y todos y todas empecemos la reconstrucción de la Patria.