Greta Thunberg, la joven sueca de 16 años que visibilizó la lucha contra el calentamiento global , se subió a un velero de competición que no emite gases nocivos para enfrentar al presidente estadounidense Donald Trump, el líder mundial menos comprometido con el cambio climático. Thunberg emprendió una travesía de dos semanas para generar conciencia entre el puerto de Plymouth (sur de Inglaterra) hacia Estados Unidos, en el desafío más difícil desde que inició su activismo.

“En Estados Unidos mucha gente no entiende y no acepta la ciencia. Haré lo que siempre he hecho: ignorarlos y decir solo lo que dice la ciencia", anticipó la activista, quien participará de la cumbre mundial de la ONU a favor del medioambiente prevista en septiembre en Nueva York. El objetivo de Thunberg será “crear una opinión y movimiento internacional para que la gente se una y presiona a los poderosos”. No tendrá una tarea fácil, teniendo en cuenta que muy probablemente asista Trump, quien abandonó el acuerdo del clima de Paris a poco de asumir, y el presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien está llevando adelante la mayor desforestación de la historia en el Amazonas.

La joven de 16 años, que dio vida a una movilización juvenil universal sin precedentes de más de 1,4 millones de participantes en 2083 ciudades, se negó a viajar en avión debido a las emisiones de CO2 que genera este medio de transporte. La embarcación de 18 metros en la que navega está dotada de paneles solares y turbinas subacuáticas que permiten utilizar electricidad a bordo sin emitir dióxido de carbono.

El viaje es una demostración de sus valores declarados, que giran en torno a la reducción de emisiones. Un vuelo a Nueva York habría sido mucho más rápido, pero bombearía cerca de 1,000 kg de dióxido de carbono a la atmósfera. Los cruceros convencionales a veces incluso lo superan.

Tras su paso por Estados Unidos, Thunberg planea estar al menos tres meses más en el agua para viajar hacia Canadá, México y finalmente a Chile, donde en diciembre prevé asistir a otra conferencia sobre la emergencia climática. Viaja acompañada por su padre Svante y por el hijo menor de Carolina de Mónaco, Pierre Casiraghi.

"Soy una de las pocas personas en el mundo que puede hacer esto, así que aproveché la oportunidad", dijo a la prensa poco antes de izar velas, vestida con el traje negro de la tripulación del barco. El viaje marca gran desafío para la joven sueca, a quien le han diagnosticado Asperger y en varias ocasiones ha experimentado depresión, ansiedad y mutismo selectivo.

Entre la falta de comodidades que enfrenta para disminuir la energía que utiliza el barco, abordo no hay baños ni duchas, sólo baldes azules de plástico. Para dormir hay cuatro camas superpuestas, para Greta, su padre y un cineasta que realiza un documental sobre su combate. El navegante alemán Boris Herrmann y Casiraghi se turnarán para usar la cuarta.

El "Malizia II", el yate de 18 metros

El barco en el que viaja, capitaneado por Pierre Casiraghi y el alemán Boris Herrmann, está equipado con paneles solares y turbinas submarinas que permiten generar la electricidad que alimenta los instrumentos de navegación, el piloto automático, los desalinizadores de agua y un laboratorio para medir el nivel de CO2 de las aguas.

El único consumidor de energía fósil a bordo de la embarcación es un hornillo a gas para calentar agua y así poder rehidratar los paquetes de comida vegana liofilizada con los que se alimentarán.

El yate, concebido para la competición, puede alcanzar una velocidad de 70 km por hora, pero el capitán prevé navegar más despacio. "El objetivo es llegar sanos y salvos a Nueva York", manifestó Hermann mientras ultimaba los preparativos del viaje en Plymouth, donde este miércoles el "Malizia II" soltó amarras.

De acuerdo a Hermann, el viaje de 3.500 millas náuticas demostraría que se puede viajar grandes distancias sin combustibles fósiles y acercarse a la naturaleza. "Quiero demostrar que esto puede ser positivo y emocionante. Y esa solidaridad con Greta no se limita a los eco-activistas", resaltó

Las reuniones que la esperan

Thunberg negó su interés en mantener un encuentro con el presidente Trump, porque consideró que "sería una pérdida de tiempo”. “El presidente no ha sido persuadido por los expertos con los que ya ha hablado. No soy tan especial. No puedo convencer a todos”, respondió la activista ante un potencial encuentro.

Con quien sí planea reunirse es con el secretario general de la ONU, António Guterres, así como con algunos políticos estadounidenses comprometidos con el cambio climático. La congresista Alexandria Ocasio-Cortez le ha prometido una cálida bienvenida, con quien ya ha discutido estrategias para aumentar las ambiciones climáticas y movilizar a los activistas.

El mes pasado, el jefe de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) describió la campaña de Greta y de sus seguidores como la “gran amenaza para la industria petrolera”, una frase que fue reivindicada por la sueca: “Nos ven así porque estamos generando un gran impacto”, celebró.