Desde Roma

Antes estaba seguro de que ganaría, de que lograría tirar abajo el gobierno, hacer nuevas elecciones y ser primer ministro gracias a las campañas anti-inmigrantes, pro “italianos primero” y anti Europa desde que subió al gobierno, hace poco más de un año. Pero ahora no está tan seguro. Tal vez quisiera volver atrás. Todo parece indicar sin embargo que no se lo permitirán. Matteo Salvini, ministro del Interior, viceprimer ministro de Italia y líder del ultra derechista partido La Liga, parece estar en un callejón sin salida.

Si bien hacía días que los enfrentamientos entre los dos aliados del gobierno, Salvini y Luigi Di Maio, líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), se venían haciendo demasiado evidentes, fue pocos días antes del 15 de agosto - una fecha tradicional para los italianos ya que muchos comienzan sus vacaciones de verano - que Salvini desencadenó la crisis. Su partido, La Liga, depositó una moción de desconfianza en el Parlamento contra el actual primer ministro, Giuseppe Conte. Mañana está prevista la presencia de Conte y sus ministros en el Senado para dar explicaciones, y donde tal vez Conte llame a Salvini para que justifique esa moción en su contra. Las dos cámaras del Parlamento deberán discutir y votar la confianza. Pero eso no impide que, según las normas oficiales, Conte vaya ante el presidente de la República, Sergio Mattarela, y presente su renuncia. La renuncia puede ser o no aceptada por el presidente, depende de la situación y del debate en el Parlamento.

Salvini mientras tanto, no renunció a su cargo de ministro, como en cambio se esperaba, ya que había puesto en discusión el gobierno del que forma parte e insistía en la necesidad de hacer nuevas elecciones.

Poco a poco, viendo las reacciones no sólo del M5S (donde algunos, como el diputado Alessandro di Battista, lo llaman a Salvini el “ministro de la traición”) sino también de los otros partidos, como el Partido Democrático (centro izquierda), Salvini empezó a hacer marcha atrás. Tal vez entendió que aunque se hicieran nuevas elecciones y se aliara con los otros partidos de centro derecha, como Forza Italia de Silvio Berlusconi, y de derecha, como Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) de Giorgia Meloni, no conseguiría la mayoría parlamentaria que en un país no presidencialista como Italia, se requiere para gobernar (el partido o la coalición que consigue la mayoría parlamentaria generalmente está autorizado a crear un gabinete de ministros y dirigir el gobierno).

Pero esa mayoría, que probablemente Salvini veía como muy posible después del resultado de las elecciones europeas de mayo y algunas encuestas, que le habían dado un crecimiento increíble de popularidad, ahora no parece ser suficiente. En las europeas, La Liga consiguió el 34,3% de los votos, el PD el 22,7%, el M5S apenas el 17%, Forza Italia el 8,8 y Fratelli d’Italia el 6,4%. Estos resultados, de todas maneras, no pueden ser equiparados automáticamente a los que podría conseguir en las elecciones italianas. De hecho en las elecciones municipales que se hicieron conjuntamente con las europeas, el centro izquierda ganó en 111 municipios contra 85 del centro derecha, según datos oficiales.

En estos últimos días, además, se ha hablado de una posible alianza entre el sector del PD liderado por el ex primer ministro Matteo Renzi y el M5S, a fin de no ir a inmediatas elecciones. También otro ex primer ministro PD, Romano Prodi, lanza la idea de un gobierno de coalición con el M5S, de larga duración y europeísta. Sin embargo, curiosamente, el PD oficial, liderado por el actual secretario del Partido, Nicola Zingaretti, prefiere que se hagan elecciones y no participar de un eventual gobierno “técnico” como se los llama, que en vez de convocar a elecciones inmediatas iría adelante hasta cumplir el período gobernativo establecido por ley, es decir cinco años, lo que significa hasta 2023 dado que las elecciones se realizaron el 4 de marzo de 2018. También puede suceder que el nuevo gobierno haga firmar un pacto entre los nuevos aliados, y prometa durar hasta que se pueda cumplir con todas las obligaciones establecidas por la Unión Europea para este año y aprobar las leyes que estaban en programa, entre otras cosas.

El domingo, los líderes del M5S se reunieron en Toscana, más precisamente en Marina di Bibbona, en una casa de veraneo del líder y fundador del partido, el cómico Beppe Grillo. Y una de las conclusiones, difundida en una nota entregada a la prensa fue: “Salvini no es más confiable”, “es un interlocutor no creíble”. La nota aseguraba además que el M5S estará maña a junto al primer ministro Giuseppe Conte en el Senado, cuando se discuta sobre la moción presentada por la gente de Salvini. Después de estas declaraciones, comenzó un ir y venir de “trompadas” orales, si es que así se pueden llamar, entre los dos partidos que todavía son aliados en este gobierno. Salvini, entre otras cosas, dijo que sería “una estafa” para el pueblo italiano, una eventual alianza entre el M5S y el PD. Según versiones periodísticas, Grillo ha dado el ok para una eventual alianza con el PD, cosa que a Di Maio no le gustó mucho, especialmente si el posible aliado se llama Matteo Renzi, un personaje que cuando estuvo en el gobierno despertó muchas críticas por su arrogancia.

Sintiéndose un poco acorralado, Salvini salió a decir: “No se las doy por ganada. O vamos al voto o me quedo en mi oficina y trabajo”. Lo que equivale a decir, se hacen elecciones o él sigue siendo ministro como hasta ahora. Y de hecho, dado que su partido fue quien provocó la crisis de gobierno, no es muy posible que pueda seguir en el ministerio.

Por su parte, Luigi di Maio, dirigiéndose hoy a los parlamentarios del M5S, les dijo: “Les pido compartir conmigo la completa confianza en el discurso que dirigirá Giuseppe Conte al Parlamento. Él no merece ser tratado como lo ha sido en estos días. Ni ser acusado de embrollos secretos. Es un hombre de gran rectitud, como no he visto nunca”.