“La situación económica actual es consecuencia de un diagnóstico muy errado de los problemas que había y de la aplicación de una suerte terrorismo económico para generar un efecto electoral. El Gobierno no sólo tenía la agenda de bajar salarios sino que resultó ser tremendamente incompetente. Deja un agujero demasiado grande. Por eso, hay que manejar las expectativas para lo que viene”, analiza la situación económica actual el economista Matías Vernengo. En diálogo con PáginaI12, el profesor de la Universidad de Bucknell (Estados Unidos) detalla el pesado legado macrista en materia de pauperización social y endeudamiento externo y propone una serie de medidas como puntapié inicial para un posible próximo Gobierno peronista: el esquema de tasas de interés, la necesidad de un banco de desarrollo, retenciones, programas sociales y renegociación del acuerdo de deuda con el FMI.

- ¿Cómo evalúa el proceso de endeudamiento externo del gobierno de Macri?

- Macri recibió un problema de restricción externa. Había problemas de cuenta corriente y falta de reservas internacionales, por lo cual Argentina no podía crecer más que el 1 o 2 por ciento. Era necesario volver al mercado de crédito, es decir, había que terminar con el problema de los fondos buitre, aunque Macri hizo una negociación muy mala. La idea de conseguir financiamiento externo para utilizarlo en determinados fines del desarrollo era razonable, pero se usó para cualquier cosa. ¿Había un problema de estancamiento económico? Sí, había. Pero no era necesario tirar todo a un pozo. Este gobierno duplicó la deuda en dólares en cuatro años. Es uno de los grandes problemas que hereda el próximo Gobierno y era evitable.

- ¿Por qué era evitable el endeudamiento externo?

- Desde la crisis de 2008, el mundo se ha inclinado a prestar en moneda doméstica y en Argentina no había necesidad de tomar toda esa deuda en dólares porque no se utilizó para ningún proyecto de sustitución de importaciones ni para reducir necesidades energéticas, no se hizo nada. La Reserva Federal está llena de títulos del Tesoro, así como el Banco Central podría prestarle al Tesoro nacional. Lo hace Brasil, que toma prestado en reales.

- Hay una amplia corriente de economistas, opinólogos y políticos que se aterrorizan ante la idea de que el Banco Central financie en pesos al Tesoro.

- Ese monetarismo burdo es el de Federico Sturzenegger, que decía que cuando suben tarifas no aumenta la inflación porque bajan otros precios. Son estupideces que acá en Estados Unidos no las defiende nadie. Pero los economistas argentinos neoliberales publican papers en el American Economic Journal y entonces parecen serios. Es un chiste, el eterno retorno de economistas que ya fracasaron en 2001. Hay un paralelo con Brasil en el sentido de la influencia norteamericana sobre los gobiernos de derecha. Y esa influencia aparece justamente en el momento en que Estados Unidos se mueve hacia la derecha nacionalista, o sea, no a favor del libre comercio. Es un buen momento para que la periferia piense políticas propias, como negociar tecnología con los chinos o desarrollar YPF con financiamiento externo, pero en cambio hemos hecho un liberalismo a ultranza, justo cuando el mundo avanza hacia otro lado.

- ¿Cómo se imagina un gobierno de Alberto Fernández?

- Las condiciones son malas. Esta gente hablaba del legado de Cristina… Dios mío. Van a dejar una deuda externa muchísimo más alta en dólares, inflación y tipo de cambio disparados, desempleo mucho más alto. Yo pensaba que esta gente no estaba loca, que la idea era acelerar un poco la inflación paro luego sostener el tipo de cambio y la tasa de interés y así estabilizar precios. Pero no sólo tenían la agenda de bajar salarios sino que resultaron ser tremendamente incompetentes. Hicieron un agujero demasiado grande. Por eso, hay que manejar las expectativas para lo que viene, no vamos a crecer al 8 por ciento, los salarios no van a subir rápidamente ni la inflación va a bajar rápidamente. Brasil va camino a tener una década perdida y eso también nos afecta. Por el lado del tipo de cambio, creo que se ha ido demasiado lejos, hay que atraer dólares con tasa de interés y renegociar pagos con el FMI. Reimponer retenciones y hacer del Banco Nación un banco de desarrollo con tasa baja para proyectos productivos, como hizo el Brasil de Lula, que utilizó el BNDS para apuntalar el desarrollo. El escenario internacional no nos juega en contra, porque hay tasas bajas. Hay que revertir un poco el brutal proceso de dolarización de los últimos años. Con estabilidad cambiaria y tasas todavía altas se puede manejar la inflación a pesar de tener aumentos de salarios, que son indispensables. Así como el neoliberalismo baja salarios, nosotros tenemos que subirlos. No podemos recuperar el poder adquisitivo que se perdió en dólares, pero sí ir en esa dirección. Y acumular dólares para prevenirse ante una situación complicada. No va a ser como el primer mandato de Néstor.

- ¿Cuál debería ser el eje de una negociación con el FMI?

- No queda otra que renegociar el acuerdo, pero es mucho mejor que lo haga Alberto Fernández a Macri. El FMI es un organismo que tiene rigideces e intereses que defiende, pero tampoco le conviene que la Argentina se vaya al tacho. Un default también es un grave problema para el FMI. Entonces ellos van a tener interés en negociar y dar un poco de espacio para que el país crezca. Un punto central debe ser la necesidad de expandir fuerte el gasto público para apuntalar los planes sociales y sacar a la gente de la miseria.

- ¿Cómo analiza el frente fiscal?

- Sigo creyendo que el déficit fiscal correcto es el que permite tener pleno empleo. Nuestro problema es la restricción externa, o sea la falta de dólares. Argentina recauda bien en términos de proporción del PIB, similar a Brasil. Hay capacidad de cobrar impuestos.