A la frase en apariencia inapelable de que el trabajo dignifica, la Compañía Teatral Oveja Negra sumó sus propios interrogantes e hipótesis para invitar a desandar desde el arte la complejidad del mundo laboral. Y con esa premisa como punto de partida fue que creó Dejame tu CV que te llamamos, su segunda obra después de la reconocida y premiada Indiscriminadamente discriminados (2014).

Nacida en 2013, la compañía de teatro inclusivo integrada en parte por personas con discapacidad se formó inicialmente con egresados de la Escuela de Recuperación y de Educación Especial Portal del Sol, de Tapiales, y luego fue sumando nuevos actores y actrices a su elenco estable, aunque siempre con el humor como recurso y las anécdotas de la vida cotidiana como materia prima para sus espectáculos. “Muchos empatizan con nuestro laburo porque hay algo de ellos que se ve reflejado en la escena, y ahí es donde el público hace una conexión”, dice al respecto Gisela Amarillo, directora del grupo.

A partir de una dramaturgia pensada y construida de forma colectiva durante dos años, y con las actuaciones de Alejandra Manso, María Eugenia Aparicio, Julieta Díaz, Marcela Rodríguez, Federico Zizmond, Fernanda Vega, Gisela Sabatella, Iván Perri y Micaela Luna, la nueva propuesta expone las principales problemáticas a las que se enfrentan no sólo quienes tienen trabajo sino también quienes lo buscan. “La obra habla de la alienación de los sujetos, de la precariedad laboral, del desempleo, de la opresión y la explotación, de la relación entre la discapacidad y el trabajo, y de las leyes que no se cumplen al respecto”, adelanta Amarillo, que ejerce como docente especializada en discapacitados mentales y sociales, y además es psicodramatista y actriz.

“Desde el humor, buscamos desdramatizar un poco ese rótulo que nos han puesto de 'seres de luz', que no es cierto porque como todas las personas tenemos mal carácter y nos peleamos. Ponernos en ese plano elevado implica no hacerse cargo de que somos parte de un todo”, advierte la directora en alusión a la discriminación positiva que reciben quienes tienen algún tipo de discapacidad. Fue con esa idea de reivindicar la igualdad en la diversidad que “las ovejas negras” también trabajaron en un proyecto teatral y fotográfico titulado Somos seres de luz y de sombras (porque tod@s tenemos nuestro lado b), que actualmente se exhibe en el Centro Cultural Haroldo Conti. A través de 15 fotografías en blanco y negro captadas por Germán Caballero, el objetivo, según Amarillo, fue “mostrar las luces y las sombras de quien está discapacitado, y ubicarlo en el lugar de persona, sin estereotipos. Mostrar que se enamora, se enoja, putea, que va al baño, trabaja, ensaya y que también tiene sentimientos encontrados, como todos. Nosotros militamos una forma de pensar la discapacidad e invitamos a los otros a pensar así”.

-¿Por qué en su segunda obra eligieron indagar en el mundo del trabajo?

-Trabajamos con problemática sociales y entonces nos pareció que es un tema vigente en los tiempos que corren. A medida que fuimos transitando el proceso de investigación, empezaron a aparecer historias donde la realidad superaba la ficción. De hecho, una de las actrices se quedó sin trabajo en ese tiempo.

-¿Y en qué consistió ese proceso?

-Empezamos a investigar sobre las distintas formas de trabajo. Hicimos una encuesta a amigos, vecinos, compañeros de trabajo y personas con discapacidad de distintas clases sociales, porque las respuestas varían un montón de acuerdo a la clase del encuestado. Hicimos preguntas sencillas como qué es un obrero, qué es un jefe, y les pedimos que nos contaran alguna anécdota laboral, y si consideraban que el trabajo nos dignifica o no. Y eso es súper debatible, porque el trabajo nos dignifica en la medida que se trabaje en condiciones dignas. Para algunas personas el trabajo es vital, y no es lo mismo que exista o no. Tuvimos la oportunidad de entrevistar a campesinos y para ellos el trabajo es todo. Este es un mundo que, en lo personal, no terminé de abrir y me llenó de más preguntas. Es un tema sociológico, político y humano, y lo que vemos en la obra es un recorte de todo eso. Nos pasó que muchas escenas que abordamos de manera tragicómica se volvieron muy trágicas y en el final de la obra trabajamos para que quedara la esperanza de algo transformador.

-En la obra se mencionan los obstáculos a los que se enfrentan específicamente las personas con discapacidad en el mercado laboral.

-Hay un discurso políticamente correcto frente a la discapacidad, pero a la hora de dar un trabajo o una sala de teatro para actuar, hacer prensa o hacer una nota, son pocos los que se involucran con las causas de la diversidad. En tiempos en los que todo es diverso y ya no hay espacios para pensar en lo homogéneo, esto ya no tendría que ser un debate.

-Precisamente, no es usual ver en el circuito teatral actores o actrices con discapacidad en escena. ¿Cuál es el nivel de acceso en las artes escénicas de estos artistas?

-Existen otras compañías de teatro inclusivo, como la nuestra, pero es difícil que los espacios contraten a alguien con discapacidad para integrar un elenco. No es algo usual, aunque debería serlo. Nuestras obras, gusten o no, son un hecho artístico. La idea es que el público se acerque a ver teatro, no a ver actuar a discapacitados. Porque no se trata de un acto solidario ni de una asociación sin fines de lucro. No negamos quienes somos ni lo que nos pasa, ni hacemos de eso un tabú, pero no nos definimos desde las patologías sino desde nuestras posibilidades artísticas.

-¿Cómo es hacer teatro inclusivo?

-Todos los días se aprende algo. Es una disciplina de ensayo y error. La experiencia del teatro coloca a las personas con discapacidad en un lugar donde se refuerza su autoestima y donde se las mira desde sus posibilidades, y eso las empodera. Son personas que en su subjetividad son ninguneadas y con historias de vida en las que padecen muchos rótulos, y esta actividad les da una identidad. Por otro lado, a los actores que no tienen una discapacidad el teatro los saca del ego, que no es poco, y les enseña a trabajar en equipo. Y los devuelve a ese lugar primario en la actuación que es el juego, más allá de la teoría y la técnica.

* Dejame tu CV que te llamamos puede verse en el centro cultural Sigue La Polilla (Castro Barros 874), los domingos a las 19.