El empresario futbolístico Carlos Ahumada Kurtz es un hombre prolífico en aventuras que rozan el delito. Su historia volvió a circular en los medios porque tiene un pedido de extradición de México, fue detenido en la Argentina y liberado horas más tarde por el juez Sebastián Ramos. Cuando la Policía Federal lo atrapó en el Aeroparque, volvía de Tucumán con 100 mil dólares en efectivo. El magistrado decidió liberarlo porque analizó que no había riesgo de fuga. Con el Señor de los sobornos –como se lo conoce en el país que lo reclama– ese peligro no debería minimizarse. En mayo de 2008, cuando la Justicia también lo buscaba, intentó escaparse en el baúl de un Peugeot 807 que manejaba el ex futbolista Martín Vilallonga.

La facilidad con que el ex gerenciador de Talleres de Córdoba, Juventud Unida Universitario y Estudiantes de San Luis elude sus problemas judiciales es asombrosa. En alguna medida podría atribuirse a sus relaciones políticas. Aquí los medios lo vincularon con Aníbal Fernández por una acusación nunca probada de Martín Lanatta, condenado por el triple crimen de la efedrina. En rigor, los lazos que mantuvo y mantiene son con el macrismo puntano. Y en particular con el senador Claudio Poggi, ex gobernador de la provincia, a quien el sitio Edición abierta de San Luis define como su "mejor amigo". Ahumada es una presencia incómoda en la provincia. También se relacionó en el pasado por temas futbolísticos con el gobernador Alberto Rodríguez Saá.

Ahumada Kurtz es requerido por la justicia mexicana desde hace años. El viernes 16 fue detenido en Buenos Aires porque lo acusan de "defraudación fiscal". Ramos lo excarceló, pero le prohibió salir del país. La primera medida la apeló el fiscal Guillermo Marijuán. Por eso el empresario esperará el juicio de extradición en libertad aunque su nacionalidad argentina lo beneficia. No es común que prospere un pedido de este tipo si afecta a un connacional.

El proceso que se le sigue había comenzado cuando Rosario Robles, una ex funcionaria que ahora está presa en México por estafa al Estado, lo acusó de haberle falsificado la firma en un pagaré. El dinero pertenecía al Partido de la Revolución Democrática (PRD) de la propia Robles. La historia ratifica cómo este personaje de turbia reputación se relacionó con el poder político. Lo hizo en México –donde vivó 32 años–, pero también en la Argentina. Al país volvió en 2007 de manera definitiva después de haber sido encarcelado 1.131 días en su nación adoptiva por el caso de los videoescándalos donde se filmó a sí mismo pagándoles coimas a dos funcionarios del PRD.

La audacia de Ahumada Kurtz queda más expuesta por sus negocios en el fútbol. En 2016 un cable de la agencia EFE titulado "La sombra del crimen organizado planea también sobre el fútbol mexicano", se basaba en las aventuras del empresario. Había comprado los equipos de Santos Laguna y León, "que perdió tras verse involucrado en un escándalo de desvío de recursos", decía la noticia. Cuando llegó a la Argentina arruinó en función continuada las economías de Talleres de Córdoba, Juventud Unida Universitario y Estudiantes de San Luis, los tres clubes que administró. En el primero su experiencia terminó muy mal porque el equipo descendió de la B Nacional al Argentino A y lo abandonó con una deuda de casi 4 millones de pesos. Eso no lo amilanó porque se involucró de lleno con el poder político. Una costumbre que había adquirido en México.

Poggi es clave para entender cómo influyó Ahumada Kurtz en asuntos de interés público. Cuando el argentino-mexicano controlaba Estudiantes, le cedieron un predio que perteneció a la Fuerza Aérea: la Granja La Amalia, situada al oeste de la capital puntana. "No tenemos información sobre un centro de tortura o desaparición de personas, pero sí que hubo detenidos en ese lugar que luego fueron trasladados a centros de detención", reveló Lilian Videla de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos local.

La referente de la APDH siempre cuestionó el destino que se le dio al lugar cuando Poggi conducía la provincia (2011-2015). En octubre de 2016 el gobierno de la ciudad de San Luis le retiró el apoyo al empresario para continuar ahí con las divisiones inferiores del club y renunció a la presidencia. Se victimizó y dijo que el estado provincial había iniciado una campaña "contra mi persona y en consecuencia contra nuestro Club utilizando medios de comunicación estatal para llevarla a cabo". Alberto Rodríguez Saá le había soltado la mano, pero no el referente de Cambiemos en la provincia.

El senador Poggi perdió por ocho puntos con el actual gobernador las elecciones en junio pasado. Con su derrota quedó desvanecida la posibilidad de que Ahumada Kurtz fuera su ministro de Deportes, según publicó Edición Abierta. Bartolomé Abdala, otro dirigente del PRO que además es diputado provincial y amigo del empresario, también cayó en las primarias del 11 de agosto con su competidor dentro del macrismo: el radical Alejandro Cacace obtuvo el 66,84 por ciento de los votos y la candidatura principal como diputado nacional.

Bartolo, como le gusta llamarse, presidió la Liga de Fútbol de San Luis. Se sumó al comité ejecutivo de la AFA en 2014 junto a Luis Segura, Sebastián Verón y el propio Ahumada Kurtz. En esa época hacia campaña política bajo el slogan "Mauricio, Bartolo y vos, hay futuro". Hoy es investigado por la Justicia Federal. No presentó documentación alguna sobre el origen de los fondos de campaña que utilizó como candidato.

En marzo de 2013 ganó cómodo la presidencia de la Liga como tantas otras veces. "No soy el Grondona del fútbol puntano, soy un ciudadano que ama este deporte", le dijo Abdala al diario La República. Hoy su poder en el fútbol está en pronunciado declive y eso también se trasladó a la política. Con el fracaso de Bartolo en la interna de Cambiemos provincial, Ahumada Kurtz perdió otro aliado clave en la provincia donde más permaneció por sus negocios con el fútbol. Con el pedido de extradición que pende sobre él, se le achicó también su margen político. Como ocurrió con sus aliados del PRO, la retirada se precipitó. Y si México consiguiera extraditarlo, terminará donde empezaron sus aventuras futbolísticas. En el país donde los cárteles de la droga invierten millones de dólares en clubes de fútbol como invirtió el escurridizo personaje que llegó a manejar Talleres.

La confesión de Tirso Martínez Sánchez, alias el futbolista, durante el juicio al Chapo Guzmán en diciembre de 2018, es una radiografía de ese flujo de dinero. El distribuidor de cocaína en EE.UU. declaró ante el tribunal de Nueva York que era dueño de equipos en las ciudades de Querétaro, Celaya, Irapuato, La Piedad y Mérida. A todos los había comprado con plata obtenida del comercio de drogas. En su testimonio incluso fue más allá: "Me gasté todo el dinero en apuestas de gallos, caballos, propiedades, autos, casas, fiestas y mujeres".

 

[email protected]