Desde París

La diplomacia es una historia que se escribe con manos delicadas y la tensión y el suspenso de una novela de espionaje. Emmanuel Macron fue un eximio autor de ese relato. Sin que nadie lo esperara, ”El tercer Hombre” irrumpió en la cumbre de los 7 países más industrializados que se celebra en la ciudad francesa de Biarritz hasta este lunes 26. No fue ninguno de los dos protagonistas que acapararon el foco de la cumbre antes de que comenzara: el presidente brasileño Jair Bolsonaro y sus incendios amazónicos a cuestas, o el presidente chino Xi Jinping, país que está en plena guerra comercial con el presidente norteamericano Donald Trump. Fue el tercero, el más inconcebible: el responsable de la diplomacia iraní Mohamad Javad Zarif. El canciller aterrizó en Biarritz en medio de una tormentosa ola de rumores y desmentidos. Pero llegó y se reunió primero con el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, y luego con el mismo Macron. En la zona estaba el principal soldado de la causa anti iraní, el presidente norteamericano Donald Trump, cuyo país no sólo se extrajo del acuerdo nuclear firmado en 2015 en Viena sino que, además, adoptó un paquete de sanciones contra Teherán y amenazó con bombardear el país.En junio pasado, Trump interrumpió a último momento un ataque militar contra Irán. 

Mucho antes de que se abriera la cumbre, Macron emprendió una mediación entre iraníes y norteamericanos cuyo episodio más singular ha sido precisamente el viaje del responsable iraní a Biarritz. El póker ha quedado servido sobre la mesa con todos los riesgos que ello implica cuando se tiene delante a un poderoso jugador volátil como Trump. Puede que Macron pierda mañana todo lo que ganó hoy. Prueba de ello, pese a que a presidencia francesa aclaró que “todo se jugó en un par de horas. Y en cuanto fue posible, informamos a los países europeos y a los norteamericanos”, Trump lo negó. El jefe del Estado norteamericano dijo que no se le había encomendado a Macron que hablara en nombre del G7: ”no, no hemos hablado sobre ese tema”, dijo Trump. El jefe del Estado francés reconoció luego que era “cierto” ya que el G7 es “un club informal” que no otorga mandatos.

Ello no le quita el brillo a la presencia de Mohamad Javad Zarif. La presidencia aseguró que ”las discusiones fueron positivas” y “van a continuar”. El contexto era poco propicio para un gesto semejante. La buena diplomacia consigue sus propósitos sin declaraciones de guerra ni alardes sin salida cuando se trata de avanzar en temas ásperos. Macron, el menos en esta fase, construyó algunas pasarelas. Desde que Estados Unidos salió del acuerdo nuclear en mayo de 2018 la tensión fue ascendiendo peligrosamente con episodios casi bélicos como los que se produjeron en el Golfo Pérsico. En julio pasado, a raíz de las sanciones norteamericanas, Irán dejó de respetar algunos de los compromisos que figuraban en el acuerdo de Viena ligados a su programa nuclear. 

Macron se empeñó en obtener que Washington “suavizara” las sanciones adoptadas para castigar a Irán a cambio de que los iraníes volvieran a cumplir a la letra las obligaciones pactadas en el acuerdo de 2015 entre los 5 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. ”El camino es difícil, pero vale la pena continuar, dijo el canciller iraní. De igual modo, diga lo que diga Trump ningún ministro de Relaciones Exteriores de un país como Irán aterriza en una cumbre sin que los demás lo sepan. Al menos, desde esa perspectiva, la mediación de París ofreció una imagen tangible de que algo se mueve. El trumpismo sigue afirmando que nadie sabía que el canciller iraní llegaría a Biarritz y, menos aún, que Trump la había aprobado. El palacio del Elíseo sostiene lo contrario. Fuentes diplomáticas francesas despejaron todavía más las dudas cuando argumentaron “hemos trabajamos en total transparencia con Estados Unidos y con nuestros socios europeos”. La versión francesa parece tanto más verosímil cuanto que, según la mismas fuentes, los representantes de “Alemania y el Reino Unido estuvieron presenten en la reunión entre los cancilleres de Francia e Irán”. Según París, el único objetivo del viaje del responsable iraní sigue siendo que la “tensión baje” y se pacte “una pausa que permita negociar eficazmente”. Francia, Alemania, el Reino Unido, Rusia y China han permanecido fieles al acuerdo de Viena, y ello pese a la presión norteamericana y a las sanciones que pueden recaer sobre las empresas de estos países que hagan negocios con Irán. 

Después de los incendiarios comienzos de la cumbre con la suspensión de acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea a raíz de los incendios en el Amazonas, París ha vuelto a su diplomacia de cauces históricos: no potencia bélica sino “potencia de equilibrios”. La controversia sobre si Trump sabía o no es ya un mero detalle o un acto de mala fe por parte del mandatario norteamericano. De todas formas, pese a sus diatribas, Trump ha mostrado también un perfil dispuesto a negociar. Así lo demostró con las tres reuniones que mantuvo con uno de los más acérrimos enemigos históricos de la Casa Blanca, el líder norcoreano Kim Jong-un.

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