El nombre de Lorena Bobbit es una marca registrada. No importa lo que cuente, veinticinco años después, un mundo distinto que pasó de ocultar la violencia de género a salir a denunciarla. Ella es una cortadora de penes para el diccionario del sentido común en el que las mujeres no existían. En el imaginario ella es una amante despechada que le cortó el pene a su pobre marido. Él se convirtió en una estrella y le sacó rédito a su fama: formó una banda de rock con el nombre “Las partes cortadas”. La justicia lo absolvió a él de violación y a ella por las heridas. Pero ella quedó con el estigma de una peluquera ecuatoriana villana. La historia era otra.

Este año, veinticinco años después del corte, Lorena hablo con Telemundo 52 "Estaba viviendo algo que no se puede describir. Él abusó de mí. Yo me sentía encarcelada", expresó. Lorena ya no es Bobbit, sino Gallo y las violaciones ya no son una situación natural, menor o soportable en un matrimonio. Por supuesto, no es que cortar penes sea la solución a la violación, sino parte de los efectos negativos de las violencias sexuales. "La reacción que tuve fue algo traumática. Estaba psicológicamente destruida. No pude tener control cuando hice esta acción. No estaba mentalmente en una condición normal", analizó.

Ella pudo enfrentar que fue víctima de violencia doméstica, se volvió a casar y tiene una hija de trece años. En la Argentina el fantasma de Lorena Bobbit (porque no importan los hechos ni los nombres sino la idea de la amenaza femenina) llego a la tapa de los diarios y a juicio. Brenda Micaela Barattini, arquitecta, de 27 años, está siendo juzgada por la Cámara 2° del Crimen, de Córdoba, por el corte en el pene a un hombre (del que se mantiene en reserva su identidad pero se dieron a conocer sus iniciales S.F.) al que ella acusa de difundir un video sexual. Pero los diarios hablan de mutilación (que se produciría si el daño es total y no en este caso) y la fiscal Laura Batistelli pidió subir la imputación de lesiones a tentativa de homicidio. Por eso el juicio entró en un cuarto intermedio hasta el 11 de septiembre.

El abogado Iván Sironi apunta: “La fiscal pidió el cambio de calificación legal a un homicidio calificado por la alevosía y el vínculo en grado de tentativa. Lo que ha dispuesto la Cámara es infundado, solo basado en pruebas subjetivas. No hay pruebas objetivas. La víctima dijo que Micaela lo había querido matar y habló un ex novio. Se va a ir a un juicio con jurado popular y Micaela va a aclarar todas estas cuestiones. La fiscalía no tiene fundamentos para solicitar este cambio, ya que se trató de una lesión”.

El abogado defensor Lucas de Olmos subraya: “El Tribunal está queriendo dar una pena ejemplificadora soslayando completamente la cuestión de género. Tanto se habla de género pero la sociedad de Córdoba sigue siendo patriarcal y machista. Se olvidaron que ella fue tratada como un trofeo entre varones. Con esta persona tenía relaciones esporádicas. Y en las fotos y videos él no mostraba su cara y la mostraba a ella en actitud pasiva. Él reconoce que le mandaba fotos y videos a sus amigos, pero ahora lo niega. Primero lo dijo para negar que la había violado y que sus amigos sabían que tenía relaciones con ella. Él la quería mostrar como un trofeo. Eso generó la reacción de Brenda cuando ella tenía 25 y él 40, en una total asimetría que generó un total trastorno en Brenda. Ella con la persona mayor accedió a mandarse videos que era algo que no hacía con su novio. Él no se los mandaba a ella, sino que los tenía en su celular. Él ahora lo niega. Y la cuestión está siendo soslayada por la Fiscalía en un total ensañamiento. Pero él ahora dice que se estaba muriendo cuando en su momento dijo que estaba tranquilo cuando llego la ambulancia. La fiscal no puede, por ser machista y patriarcal, subir la acusación a homicidio en grado de tentativa. El pronóstico es preocupante y va a ser una lucha ante la justicia”.

Laura Herrera es la mamá de Brenda Micaela Barattini y critica: “La fiscal Laura Batisttelli maneja un nivel de misoginia increíble. Es muy morbosa y la cosifica a Micaela. Es un desastre lo que está pasando. Todo el tiempo hace preguntas muy suaves a S.F. y muy vulgares a ella y su ex novio sobre la vida sexual. Yo estoy destruida porque quieren condenar a Micaela con una sentencia aleccionadora para que no haya replicabilidad a otras mujeres. No tratan así a un femicida. No se asustan que muera una piba cada 24 horas, pero sí se asustan de lo que hizo Micaela cuando ella no lo quiso matar. La fiscal dijo “Vemos ante qué mujer estamos” por la frecuencia de las relaciones sexuales de mi hija. La cosificaba. Y la quiere condenar de una manera tremenda. Mientras él pide cinco millones de pesos a una mujer que no está pudiendo trabajar”.

Por un lado, en el Congreso de la Nación los proyectos para mostrar que la difusión, exhibición y daños producidos por la viralización o envío de videos sexuales sin el consentimiento constituyen una forma de violencia sexual están frenados. Y la justicia no tiene en cuenta el daño que provocan. Por otra parte, las lesiones no son juzgadas como un delito específico sino que se inflama el expediente como intento de asesinato. Mientras que los diarios llevan el tema a tapa como si las mujeres salieran en masa con la tijera en busca de venganza o linchamiento sexual cuando no se trata de un delito o una respuesta generalizada a la violencia de género. Pero el proceso queda inflamado por las demandas de diarios y radios: un circo romano que baja el pulgar a quienes pueden ser mostradas como muñecas sexuales humilladas por desear o gozar. Pero no pueden rebelarse, equivocarse o responder. Y no son juzgadas por lo que provocaron o dañaron (sin hacer ninguna apología a lastimar o dañar a varones), sino más que por el corte, por lo que se quiere mostrar. Y aleccionar. La violencia de género es un problema social. Los cortes son una excepción (y nunca una solución a los efectos del machismo). Pero si se agranda parece una pulseada en donde las mutiladoras son zombies explotadas para darle razón y razones al machismo mediático y judicial.