Un viernes de invierno, bien temprano, 20h, la cita es en el teatro Xirgu: el escenario está desocupado, nos encontramos en una pista de parquet sin butacas, los palcos reciben mochilas y todos los abrigos. Está claro que vinimos a sacarnos la ropa, algunes menos, otres más. No se sabe bien si nos preparamos para un entrenamiento corporal, una fiesta o una orgía. Esta indecisión es la que (se) sostiene toda la noche de Entrenar La fiesta. ELF, para les intimes. 

DINAMICA FESTIVA: PASO A PASITO 

Empieza con una entrada en calor grupal, guiada por ORGIE con una música atravesando los tejidos de cuerpos que experimentan sus capacidades de expansión, de vibratilidad, de desorganización del binarismo adelante/atrás, arriba/abajo... Una desjerarquización a través de la piel y del contacto que invita a su vez a otras circulaciones en el espacio de una fiesta nada careta. Se “rompe el límite entre los cuerpos” movilizando saberes-sentires de diferentes artes escénicas y trabajos corporales. Tránsfugas del mundo de una danza que habilita el contacto en muchas direcciones, vamos poniendo en práctica lo que leyendo a Wittig por ejemplo, o a lo largo de nuestras noches, fuimos aprendiendo: el goce que fuga de la organización reproductora de los cuerpos desdibuja y redibuja cada vez los contornos de nuestra piel. Así, en los juegos de des-orientar nuestros deseos, nos des-hacemos en un entrenar preciso del “arte queer de bailar mal” (como fomentaban unes barceloneses en un Congreso de Filosofía de la Danza en Madrid hace pocas semanas), o más bien como se nos canta...

LA FIESTA QUE MANIFIESTA
Pasada la primera parte guiada, suben los bits (cada fiesta tiene Djs invitades: Kuliadixion y Dj Culo, Corporal Moore y Kinda, Dj Carisma, Morita Vargas, Truenno…). Las cercanías de pieles nos enseñan/aprenden, sin saberes expertos -puro bricolage en movimiento- que el goce puede estar en cualquier parte, que el baile es un sudor que resbala y redistribuye las direcciones de la piel a lo largo de miradas descentradas. 

En Entrenar la fiesta, se baila, y mucho, en continuo. También se toma la palabra, con algune invitade (Quimey Ramos en la última de julio), en una suerte de asamblea final.  ELF no es una simple fiesta, es un manifiesto que se escribe con los cuerpos y los pensamientos moviéndose; una declaración, un tratado sensible, como lo fueron, de otra manera, “Diarios del Odio” (dirigido por Silvio Lang a partir del texto de Roberto Jacoby y Syd Krochmalny) primera acción/obra de ORGIE y “Pasadas de Sexo y Revolución”. Desde esas experiencias, ORGIE se vuelve cada vez más tentacular en su organización grupal y menos espectacular en sus formas: este año directamente no presentan “obra”, hacen y piensan una fiesta como lugar de disputa política, una fiesta que se vuelve como un ritornelo del encuentro entre arte y política en Argentina, desde los 80. Ya el cartón de invitación a la fiesta suena como manifiesto: “Investigamos procedimientos de movimiento: creamos capacidades que rehagan nuestros cuerpos; cruzamos umbrales de intensidades; concatenamos fuerzas que actúan sobre y entre los cuerpos; reinventamos la trama de la danza colectiva, discutimos con la política oficial del goce que nos dice dónde estamos habilitados a bailar y dónde no. La fiesta es, también, una lucha política. El baile, una forma de disidencia. No podemos conceder a los políticos del orden que definan cómo gozan y desean nuestros cuerpos. Como decía nuestra traviarca, Lohana Berkins: “No queremos que el Estado legisle sobre nuestros deseos”.”

LA MULTIPLICACION DE LAS FIESTAS

Rajar del imperativo de bailar bien, de la legislación sobre los deseos y los cuerpos correctos, y tejer a la vez un espacio cuidado. En los últimos años, se multiplicaron esas fiestas que se piensan a sí mismas desde, digamos, diferentes prácticas políticas de lo cuir, lésbico, puto, disidencia sexual, marica, trans o no binarie, o bien como cada quien decide llamar el espacio que habita; entre muchísimas otras, la Hyedra, la Vicio, o las Perrafest de lxs Antroposex que interrogan con insistencia la “in-comodidad del deseo”. Es que late una vez más cierta urgencia de fiestas donde quepa cualquiera, que rompan la lógica del boliche vigilante, que cuiden la música tanto como las de-formidades de nuestros goces. A su vez, la fiesta como experiencia política hoy se encuentra atravesada por una de las tensiones más álgidas del momento: nos fuerza a imaginar prácticas de cuidado sin volvernos vigilantes securitarios de nuestros propios entornos. Dicen les ORGIES en la invitación para la fiesta de hoy: “Ante cualquiera actitud de discriminación o violencia activamos proto-cola trans-feminista”. Del protocolo a la proto-cola, queda claro que caminamos sobre la cornisa para pensar y hacer espacios “seguros” sin caer en el punitivismo de la denuncia a la dale que va, ni tampoco abonar el ideal de una pulcra seguridad garantizada por un estado de control generalizado, o el control del Estado.

Si descentrar la mirada, dejar que la piel y el pulso guíen, deshacer la visión focal y panóptica, son efectos del baile y maneras de rajar del oculo-centrimo que pretende verlo todo, se convierten en ingredientes exigentes para inventar otras recetas de una “proto-cola trans-feminista”. Cuidarnos entre nosotres ahí, en estado de gran cercanía, perdiendo el control ocular. La fiesta siempre fue esa mezcla de exposición e intimidad tan singular; hoy se vuelve lugar de entrenamiento de la atención en el des-borde. Un ejercicio, no una garantía de nada. Se abre un espacio para pensar moviendo cómo lo más « safe » no pasa por la multiplicación de la vigilancia, ni de las cámaras, yendo a contrapelo del ideal de seguridad que lo ve todo (pienso esto volviendo de dar clase en la Unsam- Migueletes, en un tren dónde se escuchan dos anuncios: « el acoso existe. Si sos víctima o testigx: manda un mensaje al 22676 (ACOSO) », y enseguida: « Instalamos miles de nuevas cámaras de seguridad para que viajen más seguros » en una evidente captura de lo que fue una liberación de las voces que dicen “basta” por un discurso securitario de ideal de vigilancia total). En Entrenar la fiesta no se puede sacar foto, no hay posteo de instagram que nos plastifica (vuelve plástica) los cuerpos ante los ojos. Se baila, haciéndonos presentes, ese momento ahí, en proximidades fiesteras y capilares donde mirar puede ser tocar(se) y tocar un modo de mirar(se). Una zona de cierta confusión cuando se suelta la distinción higienizada y jerarquizada de la mirada por sobre el tacto, pero que apuesta a su vez a ser zona liberada para bailar cualquiera, soltando el control de lo que se puede o no hacer con nuestros cuerpos. Porque también es un lugar privilegiado de experimentación de la confusión capilar y sexual, donde se habitan umbrales mutantes de des-hacer el género en mayor libertad. Tal vez lo más torta, marica, trans, no binarie, etc. que se ensaye allí sea esa manera de tejer atención en el des-borde, de cuidar en lo deforme, y de rajar de los objetivos de cámara, tomando por culo, por un rato, la presentación estetizada de sí en un post de Instagram.

#ENTRENARLAFIESTA en el MARGARITA XIRGU (Untref)

Viernes 30 de agosto 20 hs

Coordina ORGIE Musicaliza T R R U E N O.

https://www.orgie.com.ar/entrenar-la-fiesta