“¿Me das treinta segundos?” John García ajusta pequeños detalles domésticos para los que pidió tiempo desde un timbre de voz inconfundible. Es verano pleno en California, y él recién viene de trabajar en el hospital veterinario de Palm Springs, en el que colabora con su esposa Wendy desde hace años. El suyo es una combinación entre los nombres más comunes sajones y latinos, y así quiere preservarse, en la órbita del hombre común , extraño hábito para el montaje rockero en el que se hizo mundialmente conocido. Una vez que Kyuss estalló, sus miembros salieron despedidos a buscar cosas nuevas. Lejos de las luces de estadio que bañan a Josh Homme cuando toca Queens of the Stone Age, el cantante se involucró en Slo Burn, Unida, Hermano y Vista Chino, y hasta revivió parcialmente a Kyuss junto a Brant Bjork con Kyuss Lives!, que lo trajo al país en 2011. Ahora, este músico que recién editó su primera colección solista a los 43 años vuelve a Buenos Aires para presentar su tercer trabajo personal, John García & The Band of Gold. Y si bien el título se parece mucho al del debut epónimo, dice que la banda es la que hace buena parte de la diferencia: “Jamás podría haberlo hecho solo”, reconoce.
Quedó atrás también el affaire acústico de The Coyote Who Spoke in Tongues, cuando combinó material de Kyuss y elementos solistas con solo voz y guitarra. Ahora el viejo animal desértico se sacude el excedente de arena para invocar el espíritu húmedo de los clubes y exportar once canciones que consiguen más de lo que pretenden. Ehren Groban en guitarra, Greg Saenz en bajo y Mike Pygmie en batería, todos trabajaron las canciones junto a García, que debió hacerlas propias, como cuando Bjork le llevó el boceto de Green Machine a principios de los ‘90. A modo de exégeta de su geografía pero también de su historia, este hombre que de adolescente adoraba a The Cult hizo causa común con una banda clásica para despachar una carga sin trucos: distorsión, riffs, explosión vocal y mucho feeeling rockero.
Otro elemento crucial fue el reencuentro con Chris Goss, artífice del sonido pastoso característico de Kyuss en el pináculo de su carrera, tanto en Blues for the Red Sun (1992) como en Welcome to Sky Valley (1994), que tan bien hermanó al cosmos con el desierto, para dar a luz a un movimiento que todavía respira. Pero John necesitaba algo más que un productor: después de intentar manejar las perillas por su cuenta, notó que no estaba capacitado. “Chris me devolvió la fe en la música, por varias razones”, advierte. “La primera, y más importante, es que en esta industria hay poca gente que se preocupe genuinamente por la música y la producción.”
¿Cuál fue la clave?
--Él es un profesional. Grabar, trackear, mezclar, producir… cometí un error al tratar de hacerlo todo yo mismo. No soy ingeniero, no soy productor; soy un cantante, un padre, un esposo. Tengo que quedarme con lo que hago bien, que es cantar, intentar comunicar con canciones. En su momento llegué a decir que este era el último disco que iba a grabar, porque estaba harto de la industria. Eso sigue siendo cierto, la mayoría son un montón de pelotudos que no saben trabajar profesionalmente, incluso en los más altos niveles. Por eso tengo que ser muy cauteloso en cómo y con quién juntarme.
¿Te considerás un outsider de este negocio?
--Sí. Intento mantenerme alejado lo más posible, y aunque es difícil manejarse solo, mi vida es más feliz así. Tengo mi agencia, mi sello, mi banda, y es todo lo que necesito. Cualquiera que joda con nosotros se va, si no nos gusta lo que hace o cómo lo hace. Disfruto de responder preguntas, sea de periodistas o de mis hijos, porque tengo que ser muy cuidadoso con las respuestas, y yo quiero tener en claro por qué hago las cosas. No me gusta el piloto automático.
Hablaste del negocio, pero no de la música, y este disco es más parecido al rock clásico, hecho muy a tu manera. ¿Te conmueven cosas nuevas?
--Me cuesta encontrar nueva música que me guste, algo que realmente me mueva. El problema es que se me complica encontrar tiempo para escuchar música después de ser supervisor de hospital, esposo y padre. De todas formas, siempre estoy buscando, sea algo más popero, algo viejo o algo que escuchen mis hijos. Soy abierto, cuando llevo a los chicos a la escuela o de campamento ponemos música en el auto y le presto atención a lo que escuchan. No es rock, es pop, cosas como Panic! at the Disco. Lo que me cuesta es encontrar nuevo rock bueno. Tenés bandas como esta que ganó el Grammy al mejor disco. ¿Cómo se llamaba? Ah, se me fue. ¿Greta Van Fleet? Es como una puesta en escena de Led Zeppelin, no es original. La verdad es que no escuché ningún disco entero, los vi junto a mi hijo de 9 años en Saturday Night Live y me dieron esa impresión. Seguro que son buenos músicos, y yo tuve mis influencias también, pero bueno… Quiero algo original, que me haga sentir distinto.
Kyuss fue tan original que todavía se habla de su legado. ¿Creés que el tiempo les dio el lugar que merecían?
--No sé si me cierra la palabra “legado”, se usa demasiado en estos tiempos. Sirve pare describir a leyendas como The Doors, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Led Zeppelin, Santana, Cheap Trick. Ahí hablamos de legado. Seriamente, no creo que tengamos ese lugar. Estoy muy orgulloso de haber sido el cantante de Kyuss pero no me considero una leyenda viviente, y estoy muy satisfecho abajo del pedestal. Es cierto que no fuimos tan populares mientras estuvimos juntos, y que varios años después los chicos se fueron pasando discos hasta que vi cómo toda esa cultura underground empezó a seguirme. Con que todavía haya chicos pasándose cds, mp3 o vinilos y diciendo: “Tomá, escuchá Sky Valley”, me alcanza y me sobra.
* John García tocará el domingo 8 de septiembre a las 21 en El Teatrito, Sarmiento 1752.