A partir del próximo jueves, habrá una cita ineludible con la historia y su estímulo para la lucha en el presente. Se estrena en Buenos Aires el documental español El silencio de otros,  que expone la lucha silenciada de las víctimas del franquismo que aun hoy continúan buscando justicia, y el camino que los condujo a organizar la denominada "querella argentina", una opción que construyeron con paciencia para intentar que los crímenes que padecieron sean juzgados. 

Dirigida por Almudena Carracedo y Robert Bahar y producida por El Deseo (la compañía de los hermanos Agustín y Pedro Almodóvar), la película obtuvo más de treinta premios, incluidos el Goya al Mejor Largometraje Documental, el Premio Platino a Mejor Película Documental, el Premio del Público al Mejor Documental en la Berlinale, el Gran Premio del Jurado en Sheffield Doc/Fest, y el Premio del Público en Tesalónica. El silencio de otros también estuvo nominado en el rubro Mejor Documental, en la última ceremonia de los Premios Oscar, representando al cine español. Filmada a lo largo de seis años, se desarrolla en dos países: en España, donde abogados de derechos humanos y víctimas construyen la querella, y en Argentina, donde una jueza se hace cargo del caso basándose en el principio de jurisdicción universal.

En octubre de 2008, el entonces juez Baltasar Garzón buscó investigar las desapariciones de las víctimas del franquismo, aunque luego por diversas presiones fue apartado de la causa. Por cuestiones procesales, el juicio del ex magistrado no alcanzaba a los crímenes comprendidos entre 1950 y 1977. Y en España, la Ley de Amnistía sancionada el 15 de octubre de 1977 sacó de la cárcel a los presos políticos de la dictadura, pero a la vez perdonó a los funcionarios y policías que cometieron delitos gravísimos en su país durante el régimen de Francisco Franco. 

Sin embargo, según la jurisdicción internacional, los crímenes considerados de lesa humanidad no pueden ser amnistiados por una ley local o nacional. Fue así como en 2010 comenzó la denominada “querella argentina”, proceso abierto en nuestro país por la jueza María Romilda Servini de Cubría contra los responsables de los crímenes durante el régimen franquista en España, donde miles de personas permanecen desaparecidas. La causa abarca varios delitos tipificados en el Código Penal (desde el asesinato hasta la desaparición forzada de personas, también torturas y trabajos forzados) y fija el período comprendido entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977. Esta última es la fecha de las primeras elecciones libres tras la muerte del dictador.

En diálogo telefónico con PáginaI12, Almudena Carracedo explica que El silencio de otros  “tiene varios orígenes”. El primero y fundamental fue un dolor que fue creciendo dentro de esta cineasta. “Cada vez que veía películas sobre el tema de la memoria me producía un dolor en el estómago. Fui tomando conciencia hasta que un día tuve que lidiar con eso. Me acuerdo que estábamos terminando Hecho en Los Angeles. En 2010 estalló el tema del robo de bebés en España. Robert y yo estábamos viviendo en Brooklyn y teníamos una bebé. Fue un tema que nos afectó muchísimo y después de leer sobre todo eso, decidimos hacer esta película”, comenta Carracedo. Hacía doce años que la pareja vivía en los Estados Unidos, pero luego se mudó a España para “hacer un seguimiento en persona”, según recuerda la codirectora. “No podíamos hacer esta película a la distancia. Tenía que ser una implicación directa en el día a día. Yo regresé después de doce años en Estados Unidos. Empezamos a grabar el devenir de la querella argentina”, agrega.

-La pregunta eje en la investigación de ustedes es qué ocurre cuando un país no se hace cargo de su pasado, ¿no?

-Sí, es una pregunta que siempre hacemos. También es cierto que la película consigue poner un espejo del espectador. El espectador de España tiene que pensar sobre ese pasado y este presente, que está informado por ese pasado. Pero el espectador de otros países también se lo cuestiona desde la película: ¿Cómo ha tratado tu país el tema de la memoria? ¿Cuáles son los fantasmas del pasado que tu país, tu comunidad, tu sociedad no quieren tratar. Es interesante porque donde vamos con la película se producen esas conversaciones. Allí en Argentina tienen mucho trabajo en ese tema, pero hay muchos países que no hablan de estos temas.

-Mucha gente se pregunta si es posible hacer justicia después de tanto tiempo. En la Argentina fue posible. ¿Por qué no sucedió lo mismo en España?

-Carlos Slepoy era uno de los abogados de la querella, además de exiliado argentino en España. El siempre hablaba del caso argentino para explicar que en España era posible. Decían: "Es imposible". Y él contestaba: "No, yo lo he visto ¡Es posible!". Efectivamente tiene que llevar mucho tiempo. En nuestro país la dictadura fue por 40 años. Entonces, hay mucho que romper ahí, hay mucho que abrir. Pero no es imposible. Estamos avanzando. Aunque estemos a años luz de la situación en la Argentina, comparado con una década atrás ha sido realmente espectacular el giro que se ha producido a nivel político en España y también a nivel cultural y social.

-Sin embargo, el pacto del olvido plasmado en la Ley de Amnistía de 1977 todavía sigue vigente.

-Permanece. Hay numerosos intentos de derogar la Ley de Amnistía. No derogarla es privarla de efectos. La estrategia que se planteó en España era que no se pudiera aplicar la Ley de Amnistía a crímenes de lesa humanidad porque, como sabemos, los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Pero efectivamente hay mucho trabajo por hacer. No estoy siendo una optimista mal informada, pero sí quiero centrarme en todo el progreso que se ha generado, sobre todo a nivel social. Una cosa que antes no se hablaba ni estaba en las noticias. Ahora, está en la agenda política. Por lo tanto, en muy poquito tiempo hemos avanzado muchísimo. Nos queda muchísimo por hacer.

-Si está en la agenda política, la película llega en un momento muy particular, ¿no?

-Llega en un momento muy particular. Lo que ocurre cuando trabajas en una película de siete años es que el mundo va cambiando al mismo tiempo. Es muy bonito llegar con la película en este momento. Lo que pasó en España, además de las conversaciones que se generaron en el estreno, es que era un documental sobre el franquismo y había cola para entrar. Pero luego, el 4 de abril de este año tuvimos una emisión en Televisión Española y hubo una movilización social. La gente hacía suya la película. Me entrevistó un presentador de Radio Nacional de España y me dijo: "Es que esta película no es una película. Es un fenómeno". Una cosa que nos ha sorprendido y que es muy bonita es que siempre nos han dicho que esto no interesaba, que la gente no quería saber, que la gente quería olvidar. Y lo que demostró el éxito de la película en España fue que cuando nos levantamos a la semana siguiente, El silencio de otros había hecho un millón de espectadores. Fue récord de audiencia en la segunda cadena de la Televisión Española. Esto demuestra que hay hambre de memoria. O sea que la gente quiere saber. Estamos hablando de gente joven que no sabe nada. Hay gente intermedia como yo, que sabe un poquito, gente mayor que yo que vivió ese momento y que está replanteando ese momento porque es un momento para hacerlo. Y hay una serie de víctimas y supervivientes que ven visibilizada su lucha. Una lucha ignorada. Fíjese que las víctimas hace muy poquito no tenían derecho a ser víctimas. El Parlamento, a 2019, no ha pedido ningún tipo de perdón institucional. Es un problema muy complejo.

-¿Hubo algún tipo de resistencia desde algún sector del poder a que se hiciera el documental?

-No, España es una democracia. Lo que hizo España fue ignorarlo. No tuvimos dinero institucional de mi país. Esta película se ha hecho con fondos de fundaciones europeas, fondos de Estados Unidos, Sundance, la Televisión Pública de Estados Unidos, pero no con fondos institucionales españoles. Lo que ocurre es que España no bloquea, nadie te va a parar en la calle ni impedir un rodaje, pero no apoya, invisibiliza. Es lo que han hecho hasta ahora con esto. Y parte de lo que hace la película junto con otros trabajos, obras de teatro, libros es visibilizarlo. Para nosotros era absolutamente crucial anclarla en el presente porque el discurso hasta ahora era el del olvido y el de que "esto tiene que ver con la guerra de nuestros abuelos". No. Esto tiene que ver con una impunidad presente, con un gran sufrimiento de miles y miles de víctimas y con una lucha actual. Entonces, queríamos anclarla en este tiempo, aunque la película tiene que bucear en el pasado para poder entender ese presente. Pero para nosotros era crucial anclarla en el presente para poder llegar a todos los espectadores que han crecido con el discurso del olvido.

-Usted antes se refería a los apoyos financieros. ¿La productora El Deseo, de los hermanos Almodóvar, ayudó a que la película tuviera el financiamiento necesario para poder concretarse?

-Ellos entraron en el proceso de montaje, casi por casualidad. No los estábamos buscando tampoco, pero les pareció una película muy tierna y que tenía un tratamiento que podía conseguir que grandes sectores que no conocían nada pudieran conocerlo. Ellos entraron para que la película pudiera tener todo el impacto posible y pudiera generar la mayor conversación posible. Es una película que trasciende lo político si se piensa en cómo se materializan las políticas en la carne de las personas -en este caso, de nuestros personajes- y no sólo simbólicamente sino de manera real: estamos hablando de desaparecidos, torturados, bebés robados. Queríamos mostrar esa materialización de las políticas. Por eso, la película está contada con los y las personajes.

-¿Se podría decir que es un film político que hace foco en el humanismo de sus personajes?

-Bueno, cuenta la política a través de la experiencia vital de los personajes. Nosotros queremos que cuando la gente la vea pueda crear sus opiniones políticas a través de las vivencias y, a través de una experiencia emocional profunda, vivir en la piel de esos personajes. Es decir, no es lo mismo que alguien me cuente lo que le ha pasado a alguien y yo tenga ese tipo de empatía a que yo pueda sentir en la piel de ese personaje lo que es ser una víctima y lo que es luchar, pertenecer a esta lucha. Eso es una experiencia profundamente política. Verdaderamente, es comprender, en este caso, la profundidad de la impunidad en España, el juntar todas las piezas de un mosaico para poder generar un contexto global. En España mucha gente sabe un poquito de “esto”, un poquito de “esto otro”, pero yo no había visto nada que me ayudara a entender literalmente cuán grueso era ese muro de la impunidad.

-¿Sigue habiendo una división feroz entre quienes defienden a Franco y quienes lo aborrecen o los que lo defendían ahora no lo dicen ni bajito?

-Justamente, hasta ahora, los que defendían a Franco lo decían en bajito. Todo ha cambiado. Ahora tenemos a Vox. Vox es un partido que habla de la reconquista de los Reyes Católicos, que se considera heredero directo de Franco y que no tienen ningún pudor en levantar el brazo fascista. Ese es el nuevo contexto. Realmente son los mismos que antes, han estado siempre, sólo que ahora se ha producido un envalentonamiento de las derechas en todo el mundo y España no se ha librado. Es muy curioso porque cuando estrenamos la película en Berlín, en febrero del año pasado, una de las preguntas fue: “¿España es fuerte porque no tiene extrema derecha?”. Le dijimos: “No, no te confundas. La extrema derecha está. No levanta el brazo. Pero sí existe esa división. Es una parte muy pequeña que sigue anclada en esa nostalgia y que ahora tiene poder político, pero es verdad que a nivel de movimiento memorialista y de las lucha por la justicia, Argentina sigue siendo un faro que ilumina nuestra lucha.

-¿Qué significa tiene para ustedes que El silencio de otros se estrene finalmente en la Argentina?

-Eso es muy emocionante. Nos damos cuenta de que la película es mucho más grande que lo que hemos pensado. Todos los que hemos trabajado en ella lo hemos hecho con muy poquito ego. Hemos trabajado con actitud de generosidad a la película. Pero en el momento en que nosotros sentimos que era más grande fue en el viaje a la Argentina. Iba yo sola grabando porque con Robert tenemos una niña pequeña y él se quedó en España. Yo me fui con veintipico de querellantes. Fue increíblemente agotador. Estaba todo el rato grabando y cuando todos se acostaban, yo tenía que hacer el back up por triplicado. Con lo cual, si ellos dormían siete horas, yo dormía tres. Pero fue un viaje increíblemente emotivo no sólo para mí sino para ellos y ellas. Eso se ve reflejado en la película. Regresar a Argentina es un poco regresar a su origen, al origen de la querella. 

* Estreno del jueves en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, Malba Cine y el Artemultiplex de Belgrano. En la función de las 19 horas del jueves en la Lugones estarán las querellantes Paqui Maqueda y Kutxi Echegoyen, y Nora Cortiñas, cofundadora de Madres de Plaza de Mayo.