“¡Viva la Pepa!”, exclamaron los liberales españoles el 19 de marzo de 1812, día de la festividad de San José, para celebrar la adhesión a la Constitución de Cádiz. El grito suponía un gesto subversivo y agitador, antimonárquico y antiabsolutista. La expresión derivó hacia otra acepción por estos pagos de la lengua: “es un viva la pepa” significa hacer lo que cada uno quiere. Los poetas se apropian del enunciado para presentar la primera feria La PEPA (Pequeñas Editoriales de Poesía Argentina) en el Centro Cultural Nuestra América (J. D. Perón 3390), este sábado y domingo de 14 a 20.30, con el espíritu de provocar un encuentro que sirva para asociarse en el esfuerzo de obtener visibilidad. 

“Vamos a decirlo con todas las letras y a viva voz: para nosotros no está todo bien, ni es lo que hay. La realidad argentina nos exige unidad en la acción y gestos de resistencia. Para nosotros no es todo ‘un viva la pepa’. No suscribimos ese pacto. Para nosotros el grito es: ¡Viva la Pepa!”, aclaran en un manifiesto las editoriales Barnacle, Carta de Oliver, Del Dock, El Vendedor de Tierra, En Danza, Griselda García, Hilos Editora, Kalos, La guacha, La mariposa y la iguana, Lamás Médula, La Yunta, Leviatán, Lisboa y Zindo & Gafuri. Además de encontrarse con el catálogo de todas estas editoriales habrá lecturas de poetas, bandas de jazz en vivo y precios especiales.

“Atravesamos una época pusilánime en que la propaganda enreda el entendimiento político y la publicidad que todo lo mimetiza adormece la propia identidad y enmascara con una ligera pátina de verosimilitud la descarnada realidad”, advierte Claudia Schvartz de la editorial Leviatán, creada en 1942 por su padre, Gregorio Schvartz (1913-2001), quien además fundó la librería Fausto. “La poesía no es multitudinaria. Es percepción, verdad que trabaja en lo íntimo del lenguaje. Llega antes, persiste, es duradera. Leviatán siendo una antigua editorial porteña resiste artesanal y pequeña. Estamos en guardia contra la alienación, abominamos la estupidez. Subrayamos lo sencillo, la dignidad de la palabra que desnuda”, agrega Schvartz. 

Javier Cófreces, de En Danza, destaca el esfuerzo colectivo de los pequeños sellos editoriales para enfrentar “una de las mayores crisis socioeconómicas que ha sufrido el país”. “No suscribimos la meritocracia ni el individualismo. Aspiramos a que la confraternidad y la solidaridad entre pares permita potenciar nuestros esfuerzos de supervivencia ante un mercado encarnizado y un estado ausente", aclara Cófreces. "Los gestos de resistencia de los sellos, además de la coyuntura escalofriante, los impone el género mismo. La propia poesía es la que invita a confrontar con una observación pasiva de la realidad. Es la que propone subvertir una lectura plana y conformista del acaecer. Juan Gelman en su Gotán planteaba: ‘ni irse ni quedarse, aprender a resistir’. Esa consigna es una auténtica bandera, enarbolada por la PEPA”.

Cófreces cuenta que En Danza tiene previsto lanzar en la feria las últimas novedades de su colección “Notables”: Poesía reunida de María Teresa Andruetto (590 pesos) y De piedad vine a sentir, el libro póstumo de la poeta Irene Gruss, quien murió en la Navidad del año pasado (400 pesos). El Vendedor de Tierra ofrecerá, entre otros, Abrigo de Claudia Masin (400 pesos) y Proyecto Regen, escritos sobre el poeta salteño (200 pesos). Del catálogo de Lisboa se destaca Mate pastor de Horacio Salas (340 pesos); Griselda García tentará a los lectores con Trabajar cansa / Vendrá la muerte y tendrá tus ojos de Cesare Pavese (400 pesos) y la Poesía reunida de la brasilera Adélia Prado (400 pesos); Del Dock desplegará, entre otros títulos, Obra completa de Héctor Viel Temperley (680 pesos) y la Obra completa de Joaquín Giannuzzi (1080 pesos). 

Santiago Espel, de la editorial Carta de Oliver, señala que por las características del género, por particularidades de su circuito y comercialización, la poesía siempre ha estado en un lugar de resistencia, más allá de las coyunturas. “La poesía no es tenida en cuenta por las grandes editoriales; aquello de que la ‘poesía no se vende’ ha sido grabado como lema de mármol por los grandes grupos editoriales, salvo excepciones que garantizan la venta. Ya desde ahí a los poetas se les plantea la necesidad de generar circuitos de difusión propios. La poesía cuestiona la realidad, la incomoda, la interroga, y esto no parece ser muy atractivo para el común de los lectores, ni para los responsables de los medios. Los poetas siempre nos hemos movido en pequeñas comunidades solidarias”.

Para Alejo García Prandi, de El Vendedor de Tierra, editar y publicar libros de poesía en forma independiente -y en el caso de esta editorial de manera artesanal- es “un acto de resistencia y de lucha”. “Proponer otras voces, recorrer caminos alternativos, ser vehículo para que la obra de poetas de distintas provincias alcancen nuevos destinos, es un trabajo y una militancia que sostenemos y con la cual nos sentimos identificados. Nuestro catálogo recién comienza e intentamos presentar productos bien hechos, estéticamente bellos, porque amamos lo que hacemos y creemos que cada ejemplar es único e irrepetible”, subraya el editor que trabaja junto con Luján Ochoa, a cargo del diseño y la ilustración de los libros. 

Griselda García, del sello homónimo, sugiere que la clave es construir redes. “Nuestra forma de resistencia es hacer libros bellos, juntarnos con amigos a disfrutar y pasar un buen momento", dice Griselda García, editora y poeta. "Si las cosas salen del corazón, eso resuena en muchas personas. De esta forma, sucede un encuentro virtuoso donde todos nos beneficiamos y brindamos lo que mejor sabemos hacer. En un mundo que cada vez se fragmenta más, la tarea de las editoriales es tender redes entre las personas a través del arte”. Para Felipe Herrero, de Lisboa, la poesía es una manifestación antisistema. “El buen arte es aquel que evita a toda costa concesiones. La poesía es una resistencia al concepto de sistema. Una editorial poética es una agrupación de voces que se oponen a lo establecido. Una reunión de editoriales como La PEPA , por lo tanto, es una región poética que amplifica todas esas voces”. 

Para Dafne Pidemunt y Leticia Hernando, de La Mariposa y La iguana, el gesto fundamental es no dejarse ganar por la coyuntura y seguir publicando. “Hay que hacer lazos con otras editoriales, con los escritores y sus búsquedas; cargarse los libros al hombro y llevarlos a las ferias del país, tener un contacto directo con los lectores”, proponen las editoras.