Adolescentes y prepúberes que interrumpieron el contacto con uno de sus progenitores, en muchos casos desde que eran pequeños en el marco de divorcios “muy conflictivos”, están recibiendo el aval de la justicia para “desvincularse” de su padre o madre, en un proceso de acompañamiento terapéutico que comenzó a desarrollarse el año pasado, como experiencia piloto, en el Centro de Salud Mental N° 1, del barrio de Nuñez, y se empezó a replicar en el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, con equipos especializados. El denominador común es que los chicos y las chicas vienen de largos procesos de judicialización, con la orden de “revincularse” con el progenitor no conviviente, pero no quieren hacerlo. La experiencia pone el foco en priorizar el derecho a ser escuchados de las y los adolescentes, cuando sus voces rara vez llegan a ser oídas en la Justicia.

“Los jueces nos pedían revincularlos con un papá o una mamá con la que habían perdido el contacto. Pero cuando no es posible, intentamos allanar el terreno para que ese chico o chica, cuando quiera, si lo desea, se contacte con ese progenitor. Algunas veces es posible. Insistir en la obligatoriedad a sentarse con el padre o madre en cuestión entorpecería el camino de un posible encuentro futuro”, describió a este diario la psicóloga Laura Vidal, docente de la UBA, investigadora UBACyT e integrante del Equipo de Familia y Pareja con orientación sistémica del Centro de Salud Mental N°1“Dr Hugo Rosarios. Vidal desarrolló este modelo de intervención de “desvinculación saludable o constructiva”, como lo denominaron, junto a sus colegas Gisell López Fernández, y Silvia Crescini. López Fernández es perito en el Tribunal de Familia N° 1 de San Isidro.

“No trabajamos con familias donde hay denuncias de abuso sexual confirmadas. La mayoría de las veces perdieron contacto en el marco de divorcios muy conflictivos. Los chicos quedan muy aliados del progenitor con el que quedaron a cargo, en general la madre, y es muy difícil sacarlos de ese lugar. El objetivo es preservar a los chicos, ubicarlos en el lugar de sujetos de derechos y no obligarlos a revincularse”, contó Vidal. Al Centro de Salud Mental como al Ministerio Público Tutelar trabajan con los 24 Tribunales de Familia de la ciudad de Buenos Aires. El Centro de Salud N° 1 también con el Tribunal N° 1 de Familia de San Isidro.

Ya aplicaron el modelo con una docena de familias, con chicas y chicos de 9 a 17 años, contó Vidal. En cuatro casos la desvinculación fue con la madre, y en el resto con el padre. En el ámbito del Ministerio Público Tutelar, lo empezaron a implementar desde este año y de los cinco adolescentes con quienes se acordó esta alternativa hasta el momento, dos ya terminaron el proceso, uno por medio de un intercambio epistolar con su madre y el otro, en un encuentro cara a cara con el papá, siempre con acompañamiento de psicólogas del equipo especializado que interviene en estos casos. “No tiene que ver con ponerle un punto final a la relación sino con desjudicializar a ese chico o chica y dejar abierta la posibilidad de futuros encuentros, en otros lugares, otros contextos, pero ya sin una orden judicial de por medio”, explicó a Página|12 Yael Bendel, titular del Ministerio Público Tutelar, de la ciudad de Buenos Aires.

En general se trata de familias de sectores medios y medios acomodados, que son las que tienen los recursos para litigar durante largos años en el marco de divorcios complejos, advierte Bendel. Llegan a los equipos de psicólogas especializadas derivados de tribunales de Familia, con regímenes de visita que no se cumplen, para evaluar si están dadas las condiciones para una revinculación. Las dilaciones de la Justicia para resolver con celeridad es otro punto en común.

La “desvinculación” no se resuelve en una sola entrevista con la terapeuta, señala Bendel. “Es un proceso que lleva entrevistas individuales con el chico o la chica y con cada progenitor, también”, explicó. “La mayoría de las veces los chicos no se animan a encontrarse personalmente y prefieren expresar lo que les pasa a través de cartas. La terapeuta es quien se las lee a ellos y también al progenitor”, agregó Vidal. El hecho de que la Justicia avale la “desvinculación” de un hijo con su progenitor no significa que se corte la responsabilidad parental, señala Bendel. “Cada caso, desde ya, es muy particular. En algunos puede seguir aportando alimentos, pero en muchos no lo hacen”, observó Vidal.

“El objetivo es preservar a los chicos, ubicarlos en el lugar de sujetos de derechos y no obligarlos a una revinculación que no desean”, explicó Vidal. El equipo que encabeza Vidal realizó el seguimiento de uno de los casos en los que se llegó a una “desvinculación constructiva”, un hijo con su madre, y seis meses después de esa resolución, “se estaban encontrando a almorzar una vez por semana”.

La experiencia del Centro de Salud N° 1 en relación a las “desvinculaciones” quedó plasmada en un artículo publicado por Vidal, Crescini, y López Fernández en la revista Derecho de Familia con el título “Desvinculación Saludable o Constructiva como propuesta innovadora en casos de familias judicializadas”.