La política económica desarrollada por Macri desde el 12 de diciembre del 2015 es anticuada y vetusta. La supuesta lucha contra la inflación justificó el incremento de la tasa de interés por parte del Banco Central, pero solo permite que el sector financiero obtenga ganancias estrafalarias y provoca una disminución impresionante de la inversión que ha disminuido la productividad. A esto se debe agregar una devaluación continua del peso. Lo último provoca un incremento de los precios de los alimentos, ya que la Argentina exporta lo que come, que se traduce en una perdida del poder adquisitivo de los salarios, en una disminución de la demanda global y un incremento de la inflación. Esto expresa la voluntad de favorecer a los amigos justificada por la aplicación ciega de la teoría ortodoxa que tomada en su globalidad presenta una falla en su lógica interna que todos conocen. 

Desde Adam Smith hasta los nuevos clásicos de hoy, como Robert Lucas o Robert Barro, la teoría ortodoxa sostiene, como lo explicara Milton Friedman, que la moneda es neutra, es un “velo”, ya que los precios de los bienes son constantes: seis papas valen tres naranjas o lo que es lo mismo una naranja vale dos papas y, por lo tanto, una variación de la cantidad de circulante ya sea conchas de caracoles, oro, plata, dólares, bitcoins o pesos solo provocará una variación del precio de los bienes pero no modificará las cantidades, ni en el corto ni en el largo plazo. 

Para los neoliberales si se aplica, como en Argentina en la actualidad, una reducción de la masa monetaria en circulación, los salarios y los precios de los bienes deberían disminuir pero la cantidad de bienes o de empleos permanecer constantes. Pero, para los consumidores o los empresarios-productores esto no es así ya que la moneda (pesos, dólares o el oro) no son un “velo”, sino una realidad que les sirve para comprar bienes y servicios. Y si algo cambia en la moneda, ya sea su cantidad o su precio, que es la tasa de interés, saben que esto provoca cambios en la economía real, los precios aumentan y las cantidades de productos disponibles y el empleo disminuyen.

Keynes fue el primer economista en explicar como se articulaba la relación entre la cantidad de moneda circulante, las variaciones de la tasa de interés con el empleo y la cantidad de bienes producidos, lo que constituyó una revolución en la teoría económica. Cuando se aplican las políticas de austeridad, como por ejemplo, un incremento de la tasa de interés el nuevo equilibrio no se realiza a través de los precios que se mantienen constantes, sino a través de las cantidades que disminuyen. En un esquema de oferta y demanda la intersección de las curvas se desplaza hacia la izquierda en las coordenadas cartesianas y no hacia abajo. La primera vez que Keynes intuyó estas condiciones fue en 1925 cuando el gobierno inglés procedió a restaurar la paridad de la libra esterlina con respecto al oro y para mantener la paridad cambiaria con el dólar utilizó la tasa de interés. En lugar de que los precios y los salarios bajaran y se adaptaran a las nuevas condiciones, se ajustaron las cantidades y en particular la producción y el empleo que disminuyeron. 

Es lo que sucede con el Banco Central que utiliza las Leliq incrementando la tasa de interés cada vez que el dólar sube y además vende una parte de los dólares que le pidió al FMI lo cual aumenta a deuda externa. De un lado paga 300 mil millones de pesos de intereses en el primer semestre 2019 por las Leliq y por el otro endeuda el país vendiendo a los bancos los dólares que le “presta” el FMI.

Durante la Gran Depresión de los años 1930 Keynes observó el mismo fenómeno. Los gobiernos como Macri redujeron el gasto público y agravaron la disminución de la demanda global lo que redundó en un incremento aun mayor del desempleo. Keynes propuso en su libro más importante, La Teoría General, una explicación completa de cómo se llega al nuevo equilibrio y la articulación existente entre la moneda, el empleo y la producción de los bienes. Afirmó además que el dinero no tiene un valor intrínseco sino que es una convención social. Si la sociedad desprecia la moneda (compra dólares) entonces esta disminuye su capacidad de compra, cosa que Keynes había comprendido debido a su práctica profesional, no como profesor de Economía en Cambridge o como experto y consejero del gobierno de su Majestad en el tratado de Versalles, sino en tanto director de una compañía de seguros y como especulador financiero, actividad merced a la cual se hizo millonario.

Se podría argüir que hay una incongruencia ya que si se considera que los cambios en la masa monetaria, como sostenía Martin d'Azpilcueta de la escuela de Salamanca o Milton Friedman de la escuela de Chicago, no alteran las cantidades de bienes cuando se establece un nuevo equilibrio en los precios, entonces sería necesario actuar sobre la variables reales: el consumo, la inversión, el comercio exterior para sacar la economía argentina del estancamiento. Sin embargo un incremento del ingreso para desarrollar el consumo o disminuir la tasa de interés para aumentar la inversión se consideran “políticas peronistas-populistas”.

Pero no hay tal inconsistencia en la política económica de Macri y de sus expertos, ya que no buscan disminuir el desempleo o incrementar las exportaciones, el consumo o la inversión sino en enriquecer fácilmente a lo más ricos. La insistencia de Macri en dirigir la economía a través de las variables monetarias reside en que este tipo de política tiene como objetivo facilitarle al sector financiero la obtención de enormes beneficios con las Leliq y fugar los dólares que le prestó el FMI.

Los neoliberales y Macri afirman que las políticas de austeridad que empobrecen a la mayoría de la población son el camino indicado para enriquecerla, ya que esto incrementa el capital de los ricos que lo invierten y proveen de esta manera trabajo a los pobres: es la célebre teoría del derrame. Nunca pasó ni pasará pero es lo que Macri llama “el cambio”.

* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri. Ediciones. CICCUS. Buenos Aires Mayo 2019.

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