En un partido agónico, España se impuso a Australia tras dos prórrogas (95-88) en Beijing, y jugará la final del Mundial de básquetbol China-2019 el domingo con el vencedor del duelo que enfrenta a Argentina y Francia.

Australia fue por delante durante prácticamente todo el choque, pero España ajustó su defensa en la recta final y se aprovechó del despertar ofensivo de Marc Gasol (33 puntos, 29 en la segunda parte) para llevarse el duelo. Jugará por su segundo título mundial tras el logrado en Japón-2006.

"¡Recién llegado a China y el partido que me toca!", escribió en Twitter durante el duelo la leyenda del básquet argentino Manu Ginobili.

Siempre desde atrás, a España la sostuvo su defensa, impidiendo que la diferencia australiana se disparara. Así llegó al cuarto decisivo solo cuatro puntos por debajo (55-51).

Ya por entonces Marc Gasol había encontrado el aro. Tras una primera parte en la que no consiguió canastas y únicamente anotó cuatro tiros libres, se disparó en la segunda mitad, cerrando uno de sus mejores partidos en su larga trayectoria con España, que empezó precisamente en aquel glorioso 2006.

Tampoco le falló la mano al pequeño de los Gasol en los instantes decisivos. A falta de 8 segundos anotó dos tiros libres que ponían a España un punto por delante (71-70).

Patty Mills, la estrella australiana, que se fue con 34 puntos, tuvo a continuación dos libres para ganar. Pero falló uno y el partido se fue a la primera prórroga, después de que Ricky Rubio rozara la gesta con un triple desde mitad de cancha que estuvo a punto de entrar.

El base volvió a mostrar su jerarquía y aportó 19 puntos, 12 asistencias y 7 rebotes.  ambién estuvo entonado Sergi Llull, que se fue a los 17, con un excepcional trabajo en defensa, al igual que Rudy Fernández y Víctor Claver.

En las prórrogas España jugó con fluidez y estuvo más fresca que Australia. Otra vez Mills y Gasol se citaron en la línea de los libres para definir la semifinal. Ninguno falló y el partido se volvió a extender cinco minutos. Entonces España mostró más hambre y mejor condición física ante una Australia fundida, que finalmente bajó los brazos.