Una familia tipo de cuatro miembros necesitó en agosto 33.013 pesos para adquirir los bienes y servicios esenciales para no ser pobre o 13.258 pesos para comprar al menos la canasta alimentaria. Si los dos adultos de ese hogar cobran ambos el salario mínimo (14.125 pesos cada uno), el ingreso no les alcanza para superar el umbral de pobreza. El Indec informó este jueves el costo de la canasta básica total, la cual se encareció 3,4 por ciento respecto del mes previo y se disparó al 58,2 por ciento si se lo compara con agosto de 2018. La canasta compuesta únicamente de alimentos tuvo un alza mayor: de 3,8 por ciento mensual y 58,8 por ciento interanual. La diferencia se explica por un mayor aumento en alimentos respecto de otros productos derivado de la devaluación, impactando con mayor crudeza en sectores de menores ingresos, y en tarifas de servicios congeladas hasta después de las elecciones, que alivianaron el costo de la canasta total.

Mientras el Congreso apobó la emergencia alimentaria, los precios de los alimentos y los servicios se aceleraron las últimas semanas por el traslado de la suba del dólar. De acuerdo con las cifras del Indec, la canasta básica total acumula desde comienzo de año un incremento promedio de 29,5 por ciento respecto de los 25.493 que costaba en diciembre de 2019. Por su parte, la canasta alimentaria aumentó en los primeros ocho meses 30,01 por ciento.

La pérdida constante del poder adquisitivo de los salarios explica la cantidad de pobres que generó el gobierno de Cambiemos. Según recordó en una publicación la ex ministra de Producción, Débora Giorgi, el salario mínimo desde agosto de 2016 aumentó un 107 por ciento, pasando de 6810 a 14.125 pesos, mientras que el costo de la canasta básica total para una familia con dos adultos y dos menores se trasladó de 12.489 a 33.013 pesos, con un alza de 164 por ciento. La canasta alimentaria creció en el mismo período 156 por ciento. En ese momento dos salarios mínimos alcanzaban para ubicarse por encima de la línea pobreza, mientras que desde hace dos años dejaron de ser suficientes.

El último relevamiento del Indec reflejó que para el cierre de 2018 el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza fue de 23,4 por ciento, que comprende al 32 por ciento de la población de las principales áreas metropolitanas. Dentro de este conjunto se distingue un 4,8 por ciento de hogares indigentes, que incluyen el 6,7 por ciento de personas en esa situación. Las estimaciones preliminares del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica indican que la pobreza rondaba el 35 por ciento en el primer semestre de este año. Sin embargo, en esa estimación resta evaluar el impacto del aumento de precios que generó la suba del dólar luego de las PASO, que se trasladó de inmediato –por la decisión de las empresas de no absorber la diferencia- en los precios internos al público. Distintos analistas advierten que la pobreza ya alcanza al 37 por ciento y se perfila cerrar el año en torno al 40 por ciento, lejos de la “pobreza cero” que prometió el gobierno durante la campaña presidencial de 2015.

El Indice de Precios al Consumidor registró en agosto un suba de 4 por ciento, que extiende a 54,5 por ciento el alza interanual. Los rubros que subieron en el último año por encima del promedio fueron alimentos y bebidas no alcohólicas (58,8 por ciento), salud (65,8 por ciento) y mantenimiento del hogar (60,5 por ciento). En este último ítem se incluye el costo de los servicios, los cuales fueron congelados hasta después de las elecciones, trasladando el ajuste para la próxima administración.