“A veces la burocracia del Fondo Monetario es irritante”. No lo dijo un opositor del Gobierno ni un consultor del mercado. Fueron las palabras del presidente del Banco Central Guido Sandleris. El funcionario expuso este lunes en un seminario económico del Grupo Clarín y se mostró confiado que el FMI desembolsará los 5400 millones de dólares prometidos antes de fin de año. “Lo vamos a seguir reclamando porque cumplimos las metas. Las reservas son de todos los argentinos”. La frase parece ciencia ficción: en los últimos 6 meses el Central perdió unos 30 mil millones de dólares en reservas internacionales.

El presidente de la autoridad monetaria repitió el mismo discurso de la semana pasada en el evento de la Fundación FIEL. Aseguró que la Argentina no puede tener políticas pendulares (es decir, cambiar de blanco a negro la estrategia macroeconómica ante cada cambio en la gestión del poder ejecutivo). La definición produce desconcierto para los lectores atentos. En los últimos años fue uno de los referentes del programa de apertura irrestricta, ajuste en el gasto público y aumento irracional de la deuda externa. “Hay dólares para llegar al 10 de diciembre”, aseguró. El titular del Central le dio seguridad al mercado que las divisas alcanzan para terminar este mandato e incluso empezar el nuevo. Los inversores no le creen y mantienen el rendimiento de los bonos soberanos por encima del 20 por ciento en moneda dura. En el resto de la región los títulos públicos rinden menos de un 5 por ciento. Las reservas bajaron este lunes 236 millones de dólares y acumulan una baja de 5162 millones en lo que va de septiembre.

La deuda de las Leliq fue otro de los puntos que Sandleris intentó justificar. “No creo que haya un riesgo. La situación es diferente a lo que ocurría con las Lebacs. Las Leliqs son la contracara de los depósitos que reciben los bancos. ¿Qué pasa si la gente decide no renovar los depósitos en pesos? Mientras eso no ocurra, vamos a tener renovación", aseguró. No dijo nada acerca de la tasa en torno del 80 por ciento que paga el Central a la banca por mantener estos pasivos de corto plazo. Los intereses anuales que está abonando la autoridad monetaria equivalen a 14 mil millones de dólares (con cotización actual del tipo de cambio).

Las entidades financieras muestran preocupación por la posibilidad que las Leliq sean canjeadas por un bono a largo plazo y aceleran el desarme de estas inversiones. La banca tiene gran parte de su patrimonio colocado en estas letras de corto plazo y un evento tipo reperfilamiento provocaría un fuerte impacto en sus ganancias. Los bancos desconfían de las decisiones del Central luego de recibir el impacto del reperfilamiento sobre sus inversiones en Letes en moneda extranjera. Los más pesimistas especulan incluso que una de las medidas en carpeta sería la pesificación de las Letes.