Apenas seis semanas. Eso era lo que todos pensaban que iba a durar el programa que los había contratado como guionistas. Salvo para uno de ellos, que aseguraba que las semanas llegarían a ser trece: “Pero no lo va a ver nadie, así que no arruinará nuestras carreras”.

Mil quinientas semanas y cinco presidentes de Estados Unidos más tarde —“¡y dos de ellos de la familia Bush!”, agrega incrédulamente nuestro entrevistado—, Los Simpson no sólo siguen dándole trabajo a Mike Reiss, uno de aquellos guionistas iniciales, sino que lejos de haber arruinado su carrera hace rato que directamente se convirtieron en ella. Y la mejor prueba de eso es el flamante Springfield confidencial (Roca Editorial), un libro en el que toma como excusa a Los Simpson para hablar de su vida, o viceversa.

“Cuando alguien se me acercó con la idea de escribirlo, mi primer respuesta fue la de negarme”, cuenta Reiss. “Porque pensé que mis compañeros, los demás guionistas, lo considerarían algo pretencioso, ya que somos muchos los que hacemos el trabajo. Pero en realidad ellos me empujaron a hacerlo. Tal vez yo no sea el mejor guionista, pero al menos soy el que ha estado allí por más tiempo, y se cómo fue que todo empezó. Me acuerdo de todo, porque estuve ahí, y los que lean el libro van a enterarse de cosas que ni siquiera saben el resto de los guionistas, que llevan apenas quince años en el show”, se ríe Reiss. Y agrega: “Creo que la mejor reseña me la hizo Yeardley Smith, que hace la voz de Lisa. Me dijo que había aprendido muchas cosas leyendo mi libro, y ella también está acá desde el comienzo”.

PICANDO PIEDRAS

“Conseguí el trabajo en Los Simpson de la misma manera en que conseguí a mi mujer: yo no era su primera opción, pero estaba disponible”. Así es como comienza el capítulo inicial de un fascinante volumen apropiadamente subtitulado “Bromas, historias y secretos de una vida escribiendo para Los Simpson”, un libro episódico, casi por definición irregular y que por momentos se va demasiado por las ramas, pero que no se puede negar que cumple con lo que promete. En particular en lo que se refiere a las bromas. “Nadie se tomaba el trabajo demasiado en serio, ni siquiera teníamos oficinas de verdad”, escribe Reiss. “El estudio desconfiaba tanto de nosotros que nos metió en una casa rodante. Supuse que, si el programa fracasaba, la remolcarían lentamente hasta el Pacífico y ahogarían a los guionistas como a ratas. Tenía 28 años, y después de pasar ocho años escribiendo para cine, series e incluso para Johnny Carson, me pasaba a unos dibujos animados. Creía haber tocado fondo”.

-¿Realmente pensabas eso, o es apenas una broma más del libro?

—El libro está lleno de bromas, sí, pero al mismo tiempo son todas absolutamente ciertas, y realmente pensé entonces que había tocado fondo al aceptar el trabajo en Los Simpson. Ahora tal vez resulte difícil de entender, pero hay que recordar que en aquella época los dibujos animados estaban considerados apenas como la forma más barata de rellenar tiempo de televisión. Así que no le dije a nadie lo que estaba haciendo… ¡Me daba tanta vergüenza!

—Pero ustedes debían tener una idea de lo que realmente tenían entre manos…

—Como digo en el libro, yo era fan de Matt Groening y también de Sam Simon, el productor ejecutivo y un veterano de las series humorísticas para televisión, el único optimista que pensaba que íbamos a durar el doble de las semanas que calculábamos todos los demás. Ellos disfrutaban dandole forma al programa, y su humor realmente resultaba contagioso. Pero nadie tenía ni la remota idea de que podíamos a llegar a tener éxito. Y lo que sucedió apenas salimos al aire no fue que nos convertimos en un fenómeno under, sino que la primera noche ya alcanzamos el récord de espectadores para el canal. La gente de comercial enseguida dijo: esto era lo que estábamos esperando. Pero ciertamente no esperaban que viniese de nosotros.

—De hecho, contás que cuando llegó el primer capítulo, todos se deprimieron…

—Porque consideraron flojo el guión, y la animación no era la mejor. Es lo que sucede con los pilotos, y después de corregirlo terminó al final de la temporada. Pero la semana siguiente llegó Bart es un genio , en el que Bart se copia su test de inteligencia, y termina en un colegio para niños superdotados, que por suerte era buenísimo y eso terminó con las dudas antes de salir al aire. Hay que recordar también que hubo que aprender todo prácticamente de cero. Nadie en el negocio recordaba lo que era hacer un show de animación semanal de media hora, había pasado demasiado tiempo desde los Picapiedra o los Supersónicos…

DE ALF A BART

Una de las sorpresas al recorrer las páginas del libro de Reiss es descubrir que, junto a su compinche Al Jean, en su trabajo como humoristas llegaron a coquetear con los programas de horario central, entregando sesenta bromas diarias para The Tonight Show de Johnny Carson: “¿Qué pasa si tenés un bloqueo? ¿Por qué deberías tenerlo? Un plomero no va a tu casa y dice: ‘No puedo arreglarte el baño, estoy bloqueado’”. También tuvieron sus tropiezos arreglando el guión de Y dónde está el piloto II en el mismísimo set de filmación o escribiendo una película para Meat Loaf por la que nunca les pagaron. Pero principalmente —y aquí está la sorpresa— trabajaron en las comedias más únicas e irreverentes de la época, como Martillo Hammer, Mork y Mindy , Alf e incluso un meta programa como El show de Garry Shandling. Escribe Reiss: “Nuestro premio por hacer algo como Martillo Hammer fue que el canal nos pusiera en el peor horario de la época: al mismo tiempo que Dallas y Miami Vice. Aún así duramos dos temporadas”. Puestos en fila, todos esos minutos de televisión arman un particular camino contracultural y funcionan como antídotos ante la hipocresía acostumbrada dentro del medio… al menos hasta la llegada de Los Simpson. “La verdad que tuve mucha suerte en mi carrera”, considera hoy Reiss. “Porque nunca tuve que trabajar en un show realmente aburrido, alguno de esos programas familiares que apuestan siempre a lo seguro. Así que siempre tuve que ser creativo”.

—Para los que crecimos viendo esos programas, marcaron la diferencia dentro un medio siempre tan vigilado como la televisión…

Aunque fue un programa popular, los críticos nunca entendieron Alf . Nadie le prestó nunca atención en su momento, y la verdad es que ya estábamos haciendo ahí mucho de lo que después hicimos en Los Simpson. Como Alf era un muñeco tan encantador, podíamos hacerle decir cosas terribles. Nos burlábamos duro y parejo, era algo muy gracioso. Además aprendimos que, teniendo un muñeco como protagonista, el público infantil lo teníamos asegurado así que las bromas las hacíamos pensando en los espectadores adultos…

—Fueron todos programas muy populares en Latinoamérica…

—¡Eso me sorprende! Lo mismo con Los Simpson, recuerdo que cuando estuve en Bolivia hace poco el show estaba en televisión todo el día. Y cuando lo sacaron, pusieron Alf. También me acuerdo de un viaje por Brasil, en el que tuve que quedarme en el hotel, porque me intoxiqué con la comida, ¡Por la noche sólo daban Alf en la tele!

—Debe haber sido como ver pasar toda tu vida ante tus ojos…

—¡Algo así! En norteamérica eso no sucede, no se por qué sucederá allá… Pero hay algo que tengo claro: en mi país, necesitábamos escudarnos detrás de un extraterrestre para poder decir en televisión las cosas que decían Mork o Alf en su momento…

TODOS ÉRAMOS LISA SIMPSON

Al atender el llamado desde Buenos Aires para realizar esta entrevista, Mike Reiss explica que lo hace en medio de sus vacaciones en un privilegiado lugar como el Cabo Cod, en la Costa Este norteamericana. “Estoy en la casa de un amigo, nunca podría comprarme algo acá”, advierte Reiss, que comenta que el cielo celeste es tan espectacular allí que todo el mundo dice que es como el de la presentación de Los Simpson. A pesar de que asegura saber todo sobre el show, cuando se le pregunta a quién se le ocurrió esa apertura, Reiss confiesa que no lo sabe. “Ahí me pescaste. Es una de las pocas cosas que ya estaban decididas cuando llegué al programa. Pero siempre fue una suerte de homenaje a la presentación de los Supersónicos , donde se muestra qué está haciendo cada integrante de la familia cuando comienza el show. Hay muchas referencias a la historia de la animación en Los Simpson”. En el libro, Reiss confiesa que hay otra cosa que no sabía: por qué los integrantes de la familia son amarillos. Tampoco lo sabía ninguno de sus compañeros, pero preguntando se enteró de que fue una decisión práctica del estudio de animación original, en los lejanos comienzos. Fueron ellos los que decidieron que el pelo de Marge fuese azul. Y como ni Bart, Homero, Lisa o Maggie tienen una linea donde termine su pelo, algo que lo distinga de la piel, decidieron que fuesen todos amarillos: piel y pelo al mismo tiempo.

—Treinta años después de aquellos comienzos, los guionistas pasaron de ser como Bart a parecerse a Homero…

—Algo así. Pero los que escribimos Los Simpson nunca fuimos como Bart, más bien éramos como Lisa: chicos inteligentes y silenciosos. Hubiésemos querido ser como Bart. Todo el mundo ama a Bart, en realidad, y es muy difícil escribir historias para él. Es que no lo entendemos realmente, no sabemos cómo es ser Bart. Es fácil escribir sobre Homero, también sobre Lisa. Pero Bart es muy difícil.

—Imagino que también será fácil escribir sobre sus villanos…

—¡Oh, amamos escribir sobre nuestros villanos! La verdad que la gente elogia nuestro show por ser tan satírico, pero lo que hemos terminado descubriendo es que en realidad todo el mundo es terrible en su trabajo y no le preocupa en lo más mínimo lo que hacen. Y eso va tanto para Homero en la planta nuclear como el Jefe Górgory. Visto así, somos casi un documental. De hecho, más de un policía nos ha dicho que debíamos tener entre los guionistas alguien que hubiese usado antes una placa y uniforme, porque Górgory parece alguien de carne y hueso. ¡Y eso es algo que realmente me preocupa!

Mike Reiss por Matt Groening

EL FUTURO LLEGÓ

Para tener mejor medida de todo lo que ha cambiado desde el comienzo de Los Simpson hasta el día de hoy alcanza con recordar dos cosas: la primera es que, cuando salieron por primera vez al aire, competían con El show de Bill Cosby. Es más, la familia protagonista del programa de Cosby era un retrato idealizado de los hogares norteamericanos, y Los Simpson eran considerados una aberración. Treinta años más tarde, Bill Cosby está preso por abuso sexual. “Pensar que entonces todos decían que el que debería estar preso era Bart”, dice hoy Weiss.

Pero el otro detalle que señala de manera contundente el paso del tiempo desde el comienzo del show, al punto en que parecemos vivir en su mundo, es que el actual presidente de los Estados Unidos supo ser apenas una broma de un capítulo de la serie. “Salió directamente de nuestro show, es verdad. Fue en el episodio ‘Bart al futuro’ , en el que Lisa llega a ser presidente, y habla de la herencia que le dejó el presidente anterior, Donald Trump. Cuando hicimos esa broma estábamos pensando simplemente en la cosa mas tonta que podía hacer el pueblo de los Estados Unidos. Dieciséis años después de aquel capítulo, sucedió de verdad. Y para nuestro oficio no es algo fácil: tengo amigos que trabajaban en Veep , la comedia en el que que Julia Louis-Dreyfus hace de vicepresidente, que me contaron que tuvieron que dejar de hacerlo porque no podían ser más ridículos que lo que sucedía en la vida real. ¡Eso es competencia desleal! A veces realmente pienso que el mundo se está convirtiendo en Springfield”.

—¿Cómo es que consiguieron tanta libertad para hacer lo que hacen?

—Creo que realmente pensamos que nadie nos iba a mirar, así que eso fue lo que nos permitió hacer algo como esto. ¡Y lo mismo debieron de haber pensado en Fox! Pero una vez que nos convertimos en un éxito, siempre nos dejaron trabajar a nuestro aire, primero haciéndolo para Fox y ahora para Disney. Creo que lo que simplemente piensan es: dejemos que hagan lo que saben hacer. Políticamente, Los Simpson siempre estuvieron en las antípodas de la Fox, ellos tan conservadores, nosotros tan radicales. Pero fuimos un éxito, y eso es lo que la Fox quería. Y es lo que Disney quiere ahora.

—¿No te sentís un poco culpable de que el mundo se haya convertido en un episodio de tu show?

—¡No! Me lo dicen mucho cosas como esa, todo el mundo nos culpa de que Trump sea presidente. Pero yo no me siento culpable, estoy contento con poder seguir haciendo reír a la gente. Me gusta que haya una voz ahí afuera diciendo que no todo el mundo piensa como la Norteamérica que ve en las noticias. Y me gusta el hecho de que Homero tenga tres amigos, y uno es de la India y el otro es negro. Siempre pienso que es una de las cosas más lindas del show.

—¿Alguna vez pensaste qué clase de show deberían hacer para tener un mundo mejor?

—El show que estoy haciendo, definitivamente. Puedo decir todo lo que quiero en Los Simpson. Y no hay otra cosa que pueda hacer para tener un mundo mejor.