En el mundo teatral, Vamos Que Venimos (VQV) tiene una función tan específica como esencial: es un festival que aloja y expande la voz de los adolescentes, sus preocupaciones y sus búsquedas creativas. Se hace todos los años en la Ciudad de Buenos Aires y recibe participantes de distintas regiones del país y Latinoamérica. No sólo se presentan espectáculos. La iniciativa tiene también propósitos educativos y de intercambio, con talleres dictados por grandes referentes y foros. La onceava edición comienza hoy con la presencia de 21 elencos de la Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, Ecuador, Colombia y México. 

Aunque no es un festival competitivo, un jurado observa a los grupos y brinda devoluciones. Julia Calvo, Gerardo Chendo, Luisa Kuliok, Maite Lanata, Marina Glezer y Ciro Zorzoli lo integran esta vez. Por otra parte, Fabio “Mosquito” Sancineto, Diego Starosta, Nicolás Dominici, Michelle Lomba y Marcos Arano, entre otros referentes, están a cargo de los talleres, abiertos a todos los adolescentes que deseen participar (con inscripción previa). Foros y paneles de intercambio completan la propuesta. Todas las instancias son con entrada gratuita. Las sedes son el Teatro Nacional Cervantes, Andamio 90, Teatro Luz y Fuerza, La Comedia, los centros culturales Julián Centeya, 25 de Mayo y San Martín y la Universidad Nacional de las Artes.

VQV surgió en 2008, en un contexto en que la adolescencia era una etapa estigmatizada, según explica a Página/12 Cecilia Ruiz, ideóloga y directora del festival. “Los adolescentes salían en los medios porque eran faltos de pensamiento o invadían espacios. Se discutía la baja de la edad de imputabilidad. Todos los problemas estaban puestos en ellos. Quisimos darles voz y que haya entre ellos y adultos una interrelación amorosa”. Desde sus orígenes, la plataforma mantiene algunos “objetivos troncales”, como el acento en el “intercambio”. Los elencos que responden a la convocatoria deben estar integrados al menos en un 70 por ciento por actores de entre 13 y 19 años.
Cerca de 300 chicos llegan de diferentes provincias y de otros países para compartir su arte y asistir a las actividades. Hay adolescentes que participan activamente en la organización. Siempre alguno integra la Comisión Organizadora y unos 40 colaboran en la gestión como voluntarios. En el marco de su expansión, este año el VQV organizará festivales en Santo André (Brasil), Temuco (Chile), Córdoba, Jujuy, Santiago del Estero y la provincia de Buenos Aires. “Tenemos distintas sedes. No es una franquicia, no cobramos nada. Pero defendemos mucho nuestros criterios, que parecen muy fáciles pero siempre están a punto de romperse”, dice Ruiz, directora de la escuela teatral Espacio Crearte.

“La mirada hacia el joven cambió cuando se le empezó a dar lugar en la política. Lo vimos en los subsidios que nos daba el Estado. Ya no éramos un gato verde queriendo hacer un festival para gente que no se iba a modificar nunca. Y se empezó a votar desde los 16 años. Ahora tenemos, además, el movimiento feminista que es imparable”, analiza Ruiz. El VQV está cruzado por un espíritu social y político. “En sus producciones, los chicos están hablando de temas sociales, cada vez con mayor énfasis. El festival está por sobre la militancia partidaria, pero hace política”, concluye.

La Comisión Organizadora está integrada por 14 personas que trabajan ad honorem. “Necesitamos apoyo del Estado. Lo tuvimos en su momento. Teníamos un apoyo de la Subsecretaría de Juventud. Ya no lo tenemos, la Secretaría no está más. Teníamos respaldo del Ministerio de Cultura, que tampoco está más. Tenemos apoyo del Instituto Garrigos, que nos ha solucionado el alojamiento. No tuvimos subsidio del Instituto Nacional del Teatro ni de Proteatro. Nos salió hace unos días el del Fondo Metropolitano (de la Cultura, las Artes y las Ciencias)”, detalla la directora.

Milagros Huguet es una adolescente que integra la Comisión Organizadora y que actuará en la obra Consorcio, o cómo vivir a expensas del otro (Grupo Crearte Jr, el elenco convocante). “VQV es una semana en la que vivís todo lo que no podés vivir en años. Se pone en sintonía con lo que el adolescente está pidiendo. Nunca se le dio tanto lugar, oídos y espacio. Es una red de contención. El año pasado no estudié nada, pero estar en la organización es como ir a la facultad”, cuenta. María Victoria Bahadourian forma parte del elenco de Piernas cruzadas, creación colectiva del elenco Caleuche, de Ciudad Evita, y valora la posibilidad de “conocer otras culturas” en el marco del festival. “Escucho a mucha gente decir que el adolescente está perdido y se manda cagadas. Pero el teatro lo salva. Ayuda a que se encuentre. Acá encontrás a un montón de gente en la misma, y te das cuenta de que no estás perdido. Es amor puro”, define.

Agustina Sliwinshy es oriunda de Puerto Deseado (Santa Cruz). El año pasado participó con su grupo. Ahora está instalada en Buenos Aires. Lo que más la impactó de los alcances del festival excede la disciplina teatral. Con angustia, se acercó a los organizadores para pedirles ayuda en torno a un caso de violencia, violación y prostitución que padeció la hermana de una amiga suya en su ciudad. Hay denuncias en la Justicia pero no avances en la causa. VQV escuchó a Agustina y aportó contención a la víctima, su hermana y su mamá. Fueron contactadas con Actrices Argentinas, otras organizaciones y abogados, y las tres se instalaron en Buenos Aires. “Quise hacer algo. Pensé que nadie me daría bola por ser adolescente y ser un caso difícil. VQV hizo un acta donde relata lo que pasó. Me hicieron sentir útil. Me gustaría ayudar a gente que lo necesite”, dice Sliwinshy. “Es una nueva faceta. Estamos cumpliendo un rol que no esperábamos”, añade Ruiz. No es la única denuncia que recibió la organización.

 

--¿Cómo aparece el teatro en sus vidas?

Milagros Huguet: --Empecé hace once años, justo cuando el VQV nacía. Era una persona que se guardaba sentimientos. Hice un montón de actividades pero siempre las dejaba. Hasta que un día, en el mismo lugar donde hacia danza, mis papás me llevaron a una clase de teatro. Salí fascinada, no paraba de contar lo que habíamos hecho. Es la primera cosa que no pienso dejar. Toda mi semana necesito teatro. Odio despertarme temprano, pero para teatro y el festival me despierto a la hora que sea y duermo las horas que sean. Le pongo mucha garra. Puedo hablar, manifestarme, vivir otras vidas. Entender otra cabeza que no sea la mía, encarar otras pieles, orígenes, familias. 

 

Victoria Bahadourian: --Mi mamá siempre fue partidaria de que hiciera una actividad extraescolar. No me encontraba en nada hasta que a los nueve años empecé teatro. Nunca lo dejé. El elenco en el que estoy es de teatro y danza expresiva. Lo que más rescato de lo que me enseñan mis dires es que hacemos creaciones colectivas. Planteamos problemas, situaciones, algo que nos incomoda o no entendemos. Y empezamos a transitar un camino que nos lleva a un montón de lados. En VQV vamos a presentar una propuesta con contenido social y feminista. El teatro me da fuerza para seguir en mi vida. Me destapó, me sacó la vergüenza, me hizo ver que podía hablar y opinar. Es comunicación.

 

Agustina Sliwinshy: --Me costó al principio porque mi familia es deportiva. En el colegio tuve la materia. Después tomé la confianza de arrancar. El teatro es transmitir un mensaje para la sociedad, político; me di cuenta de que tengo un poder y no tengo que hacer un deporte para que todo el mundo me quiera. Me puedo meter en otras pieles y transmitir un montón de cosas. Estoy haciendo el CBC de Psicología. Todo el tiempo me replanteo qué voy a hacer. Probablemente el año que viene arranque un profesorado de teatro, porque la educación me fascina, siempre quise estar en ese lugar. El teatro es un lugar donde adquiero confianza y seguridad. Me siento libre y limpia.

--¿Qué temas les interesan para su tratamiento teatral?

 

 

M.H.:-- Me interesa todo. El feminismo sobre todo. A raíz de lo que contó Agus, un par de casos más nos han llegado. Incluso hicimos un protocolo de acción y prevención contra la violencia sexista. Uno de los foros va a ser sobre Educación Sexual Integral, con la participación de Actrices Argentinas. Pondremos un buzón para que cada uno pueda decir lo que quiera y también armamos un mail. Es plantar una semillita de que se puede, te creemos y hay alguien que te escucha. Es raro cómo se conecta todo. En el colegio siempre fui muy feminista y fui señalada por eso. Ahora puedo ayudar y sacarme el prejuicio de la feminazi. Es adonde quiero apuntar.

V.B.:--

Yo hacía comedia musical y era todo musical de Disney. Aunque no está mal eso, me gusta dedicarme a un teatro social, que deje un mensaje. El rol del teatro es “me subo y protesto”. Quiero que escuches mi protesta y te vayas con la conciencia abierta. En la obra, yo reflexioné para llegar a un producto final. Quizá te despierte la conciencia respecto de algo que no veías.

 

A.S.:-- Comparto lo que dijeron las chicas. Voy por ese lado. El año pasado entré en un terreno que no conocía, el teatro social y político. Con mi grupo del sur hicimos una obra ubicada en la dictadura del ’76. Justo estaba viendo el tema en la escuela, así que puse más atención. No digo que volvimos a esa época pero… últimamente, en el sur, en la provincia de Chubut, la situación es atroz. Tengo amigos de Comodoro Rivadavia y están en constante lucha junto a los maestros. La Policía reprimiéndolos. ¿Cómo pueden pasar estas cosas? A esta altura tienen que hacer ruido. 

Cecilia Ruiz:-- La gente de Brasil trae al festival el tema de la censura. La de Chile, el tema minero; la de Jujuy, la trata, la desaparición de chicas. También hay clásicos, teatro musical y diferentes estéticas. México viene con una estética de teatro antropológico. La gente de Colombia está contando lo que pasa con la gente de la calle. Los temas son latinoamericanos. Y los chicos están hablando de temas sociales, cada vez con mayor énfasis. Están muy informades. Saben lo que pasa socialmente. Es fantástico cómo transforman artísticamente los temas que les preocupan.


Opinión

Un viaje de egresades

Por Maite Lanata*

Conocí el VQV en 2016. Y aproveché sus talleres, que están increíbles y me sirvieron de mucho. Desde el jardín me baño con el teatro. Tenía clases y me di cuenta de que me gustaba mucho. Incentiva a jugar y a descubrirse a uno mismo. El año pasado hice mi primera obra de teatro (Jazmín de invierno, de Carla Moure, dirigida por Corina Fiorillo), de la cual me llevo grandes experiencias. No es como en cine o televisión que uno corta, vuelve a ser uno y después vuelve a ser ese personaje, sino que hay que mantener un personaje todo el tiempo. La energía va incrementándose y a medida que va avanzando la obra uno se va metiendo más y también el espectador. Creo que esta buenísimo cómo este festival incentiva a crear y arriesgarse. Porque el teatro es tomar riesgos y posición. Algo muy lindo que sucede es que nos reunimos todos; no está centralizado todo capital como sucede con otros festivales. Acá participan elencos no sólo de la Argentina. Me acuerdo que en 2017 vi una obra de México increíble. Había pasado lo de los estudiantes desaparecidos. Fue movilizante. El VQV nos permite conocer más de nuestra cultura y la de Latinoamérica. Incentiva a que los chicos crezcan. Es casi un viaje de egresados. La energía que hay con todos los adolescentes es increíble. Se aprende mucho, no sólo viendo las obras de los grupos, también en cómo se van transmitiendo ideas, experiencias, miradas sobre lo que es el arte, y con toda la movida de jurados y talleres.

* Actriz, jurado de VQV 2019.
 


Opinión

Libertad de juego

Por Ciro Zorzoli*

Algo que resulta llamativo al momento de asistir a una obra interpretada por jóvenes que están transitando la adolescencia es la potencia, la entrega y la libertad de juego que despliegan en el escenario. Si bien hay veces en que a la hora de involucrarse en una obra de teatro quizás no está tomada la decisión de dedicarse a la actuación en un futuro, se puede apreciar cómo lo teatral trasciende el propio hecho escénico para convertirse en una vía para dar curso a todas las vivencias que les atraviesan y en un modo de encontrarse con su propia persona a través del encuentro con les demás. Por otro lado muchas veces las temáticas que se abordan en las obras hablan de manera directa de inquietudes y preocupaciones que les son propias con un lenguaje también propio. Es por esto que es indispensable que se mantengan abiertos y vigentes espacios que, como el Festival Vamos Que Venimos, permiten que estas voces puedan expresarse con total libertad.

* Actor, director teatral, docente.