Doce integrantes de la Colectiva Mujeres Orán participarán en el 34º Encuentro Nacional de Mujeres que se realizará este fin de semana en La Plata. Exigirán que el encuentro pase a llamarse plurinacional, y que se incorpore a las disidencias sexuales. 

San Ramón de la Nueva Orán se encuentra a más de 1700 kilómetros de La Plata. Esa distancia recorrerán doce mujeres con el objetivo de “revitalizar” y manifestar las problemáticas que se plantean fuertemente en la segunda ciudad más poblada de la provincia de Salta. 

A solo media hora de Bolivia, en esta ciudad cuya economía se mueve en gran medida al ritmo del aporte de los bagayeros (los pasadores de mercadería de Argentina a Bolivia y viceversa), la pelea contra la xenofobia y el debate de la plurinacionalidad es central. Estos temas y el trabajo en materia de diversidad son las cuestiones preponderantes en la Colectiva. 

Hace cuatro años empezó a gestarse Mujeres Orán, y uno de los lugares que las reunía, por separado, eran precisamente los encuentros nacionales. “Fue surgiendo la idea de armar algo en Orán, de ir juntándonos y ahí nació el grupo”, contó Lilian Luza, de la Colectiva. Aseguró que para el encuentro en el Chaco, en 2017, “ya teníamos un recorrido. Hicimos la marcha del 3 de junio”. Hoy la Colectiva reúne a más de veinte mujeres que trabajan activamente en la ciudad. 

“Cuando nos enteramos que era en La Plata estábamos muy entusiasmadas”, dijo Aranza Zú, miembra de la Colectiva. Recordó que el año pasado no asistieron a Trelew porque les quedaba “muy lejos” desde Orán. “Ninguna pudo ir”.

Es la segunda vez que Mariana Olivera irá a un encuentro. “Es revitalizante y energizante” para “cargar pilas”. Relató que vivir en Orán, significa estar en un contexto “machista, patriarcal, xenófobo, homofóbico y transfóbico”, sobre todo porque está “muy presente el orden clerical y la Iglesia Católica”. 

Debates de frontera 

El debate en torno a la posibilidad de cambiar el enunciado nacional a plurinacional, se muestra fuertemente en la ciudad oranense. Actualmente conviven los pueblos guaraní, wichi y kolla en la localidad, además de limitar con el país de Bolivia. 

“Hay un componente indígena muy fuerte”, sostuvo Luza, quién señaló también que la participación de las mujeres indígenas en los espacios de mujeres “es distinta” porque “existen otros planteos” y “hay diferencias”. A modo de ejemplo, describió la problemática de la tierra y cómo se conciben dentro de las comunidades. 

Por su parte, Clara Flores destacó que “resulta demasiado fuerte pelear” contra la xenofobia. “Somos zona fronteriza” y es “muy fuerte escuchar decir boliviano como insulto”.  

“Es algo tan contradictorio porque nosotros somos zona de frontera”, añadió Luza. Dijo que “la frontera da para eso”, para decir “soy tan diferente del boliviano, pero estoy a dos metros y culturalmente somos muy parecidos”. La frontera está a 47 kilómetros, en la localidad de Aguas Blancas, que mira a la ciudad boliviana de Bermejo, del otro lado del río homónimo. 

“Hay que discutir ese concepto”, insistió. Consideró que resulta complejo por las temáticas que aborda: la seguridad, la frontera, el narcotráfico. “Siempre es fácil echar la culpa al otro”, alegó. 

El pedido es claro y contundente: “Que (encuentro de mujeres) pase a ser plurinacional”, enfatizó Zú. “Reconoceremos que existen en nuestro país comunidades originarias que reclaman su existencia y sus derechos y que, también existen dentro del movimiento de mujeres”, declaró. 

Y también las disidencias sexuales 

Consideró que en este encuentro “va a tener mucha fuerza la idea de que el encuentro pase a ser plurinacional” y que “se incluya a las disidencias sexuales”. Sostuvo que es un punto de inflexión y “no va a haber vuelta atrás”. “Necesitamos que los encuentros vayan acompañando los cambios que vienen aconteciendo dentro del movimiento feminista”, aseveró. 

La Colectiva viene trabajando con compañeras del Colectivo LGBTIQ Orán, que se formó el año pasado. En 2018 organizaron juntas la Marcha del Orgullo y se propusieron talleres conjuntos. “Se trabajó en el primer taller” y se dio una “gran convocatoria”, contó Clara. Agregó que en la localidad no había un grupo que debata sobre las identidades disidentes. “Nosotras también nos pusimos a leer y no teníamos idea de toda la diversidad que había”, subrayó. 

Por último, Zú destacó que este trabajo articulado se viene dando desde el año pasado en el momento en que se aprobó el cupo laboral trans en el municipio. “Se ha conformado un espacio activo y con el cual nosotras tenemos una fluida relación”, concluyó.