Desde Barcelona

A unas pocas cuadras del barrio El Raval, alejándose apenas del centro de Barcelona, está el restaurante Gelida. Un local de barrio que sirve comida casera desde hace más de 50 años, y en el que, algunas veces, almuerza el director técnico catalán e independentista Pep Guardiola.

El dueño del restaurante es Albert Llopart Figueres, y trabaja allí desde los 14 años, cuando su padre era el propietario. Ahora tiene 68, y dice que en todo el tiempo que lleva trabajando nunca hubo mala convivencia entre sus clientes, da igual si eran catalanes o no, independentistas o no.

Hay interesados en decir que esto es un problema catalán, pero aquí no hubo nunca mala convivencia. Ningún catalán se ha dirigido en catalán a alguien que habla en castellano”, dice Llopart Figueres.

En la sala se oyen las dos lenguas, sin que eso despierte suspicacias de ningún tipo. Los mozos cambian de un idioma a otro dependiendo de la lengua que habla el cliente, y tampoco parece llamar la atención que algunos comensales lleven puesto el lazo amarillo, que simboliza el rechazo al encarcelamiento de los líderes catalanes.

Llopart Figueres dice que los principales responsables de la crisis son los partidos de derecha, a los que llama “restos del franquismo”. Pero reconoce que los políticos catalanes también fallaron, y que, en Cataluña, hay muchos ciudadanos que se identificaban con la dictadura de Franco porque les parecía que era más seguro.

La reciente condena a los dirigentes que organizaron el referéndum ilegal del 2017 no pasó desapercibida para el dueño de este restaurante barrial. Detrás de la barra se observa un afiche con la imagen de Oriol Junqueras, el mayor condenado en el juicio, y un titular que dice: libertad a los presos políticos catalanes. También hay una imagen de Lluís Companys, el expresidente de la Generalitat fusilado por el franquismo en 1940.

“Es una condena enorme, y es para escarmentarnos a todos. Sabíamos que no era legal (el referéndum), según ellos, pero eran unas votaciones” dice Llopart Figueres, expresando una duda sobre la consulta que ha estado en el centro del conflicto de Cataluña.

El discurso del Gobierno socialista, y que acompaña buena parte de la oposición, dice que los líderes independentistas quisieron hacerles creer a buena parte de los catalanes que la independencia era un proyecto realista, y que votar era una expresión democrática. Y, si bien votar es parte del ejercicio democrático, aquel referéndum de 2017, no era legal.

Esquerra Republicana de Cataluña, la fuerza que lidera Oriol Junqueras, el condenado que Llopart Figueres reivindica en su restaurante, ha modificado su posición respecto al proceso independentista. Asumen que la vía unilateral está muerta, y que es necesario llegar a aquella misma meta mediante un compromiso político con el Estado español.