Si se repasa las diferentes grillas que tuvo el Cosquín Rock desde su creación hasta hace por lo menos dos años, la segunda fecha del festival se caracterizó por apostar por el eclecticismo. Por más que Skay y Los Fakires, La Vela Puerca, Jóvenes Pordioseros y Los Cafres fueron algunos de los atractivos del domingo en el Aeródromo de Santa María de Punilla, el grueso de la programación se erigió sobre la base de propuestas ajenas al imaginario de un evento que siempre apeló por lo masivo o lo radial. Y lo mejor de todo este rediseño es que reposó en artistas que, en la mayoría de los casos, nunca antes habían sido parte de esta ceremonia cordobesa con acento nacional. Aunque parezca paradójico o incluso insólito, Los Fabulosos Cadillacs debutaron finalmente en Cosquín Rock. Y fueron un emblema de esta jornada redefinitoria. Y es que la actualidad de la banda, que en el ocaso de los noventa amenazó con cambiar la historia del rock argentino, le permitió consumar una deuda histórica. 

Si bien volvieron al ruedo a partir de la aparición de su nuevo álbum, La salvación de Solo y Juan (2016), Los Fabulosos Cadillacs ofrecieron en el Escenario Principal del evento un show inédito no sólo para la historia del Cosquín Rock, sino para su propia memorabilia. Además de significar el regreso de Sergio Rotman a la formación, al menos en la Argentina, porque ya lo había hecho en Chile, en el Festival de Viña del Mar –tras distanciarse de ésta por no haber sido convocado para grabar el último disco–, el grupo se hizo de un repertorio impecable y muy bien armado con el que evidenció la madurez de su identidad musical. Así que en esta colección de canciones, que giró en torno a una impronta taciturna, progresiva, rockera, rioplatense, funk, arriesgada y popular, temas nuevos como “El fantasma” y “Galindez” se mimetizaron con “Demasiada presión” y “El genio del dub”. Al momento de tocar “Calaveras y diablitos”, ya promediando la mitad de la performance, Vicentico saludó al público y denotó su alegría por actuar por primera vez en el festival.

Luego de ese tren sin frenos que representó la seguidilla de “Carnaval toda la vida”, “Mal bicho” y “Matador”, la banda, cuyos integrantes rotaron a lo largo de la performance por diferentes instrumentos, regresó al escenario para rematar a los sobrevivientes de semejante impacto con “Quinto centenario”, “Siguiendo la luna” y “Vasos vacíos”. Pero el público exigía más, lo que hizo notar con el arengue de “Yo no me sentaría en tu mesa”. Y la agrupación, que se mostró fresca y feliz, disfrutando de la experiencia, no tuvo reparos en cumplir. No obstante, el arrebato Cadillacs había comenzado bien temprano, en la carpa Ceremonia Geiser, donde se presentó Visión, el grupo de Astor, hijo de Flavio. Le siguió Cállate Mark, el proyecto de Florián, hijo de Vicentico. Poco después, Rotman, junto al baterista Fernando Ricciardi, le inyectó una sobredosis de post punk al escenario Temático Reggae con su agrupación El Siempreterno. Y hasta se dio una vuelta, antes de subirse al cierre de la fecha, por el recital de una de las sorpresas de la fecha, Ok Pirámides, y de la que es fan confeso. 

El domingo, los escenarios Ceremonia Geiser y Quilmes Garage se convirtieron en las vitrinas por excelencia del indie argentino. Por allí pasaron Barco, Indios, Jvilán y Bándalos Chinos, al igual que los cordobeses Francisca y Los Exploradores, Rayos Láser y Valdés. También repitió Juanse en el primero, quien tuvo un público más plural que en la fecha anterior. Al tiempo que coronó un show emotivo al invitar a Ciro Martínez a hacer Ruta 66, el clásico de Pappo. Un rato antes, el ex Ratones Paranoicos y el ex Los Piojos fueron convidados por Los Pericos para el happening por sus 30 años de trayectoria en el Espacio Alternativo, donde previamente Roberto Petinatto brindó su show Sumo x Petinatto. Mientras que en el Temático Reggae, amén de el Tributo al Negro García López, en el que destacó la intervención de Claudia Puyó, se destacaron los recitales de Dancing Mood y especialmente el de Todos Tus Muertos, que, ante la ausencia del vocalista Pablo Molina (perdió el vuelo), recuperó el ADN punk de Fidel Nadal. Fue uno de los grandes momentos de la jornada. 

Eso es justamente lo especial que tiene Cosquín Rock: la concreción de pasajes épicos. De lo que pueden dar fe el grupo de ska mexicano Panteón Rococó, que invitó a Germán Daffunchio para recrear “Banderitas y globos” de Sumo. O Los Caligaris, quienes le pidieron al ex presentador de Crónica, Claudio Orellano, a propósito de su cobertura del festival para una agencia de noticias, que los introdujera ante la audiencia antes de su show, que estuvo entre los más celebrados del domingo. Al tiempo que La Vela Puerca celebraba sus 20 años de carrera con un espectáculo extenso que no se privó de clásicos y recuerdos. Después de dos horas de ese mar de emociones de los uruguayos, las 25 mil personas que asistieron al predio se guardaron algo de resto para lo que se venía. Skay Beilinson y Los Fakires condimentaron la agradecida noche cordobesa con los temas de su carrera propia como “Equilibrista”, “El sueño del jinete”, “Egotrip”, y, por supuesto, con “El pibe de los astilleros” y “Jijiji”: himnos de la patria ricotera.