Por primera vez en 15 años de carrera, Editors debió hacerle honor al nombre y recortar pedazos de su historia para pegarlos en un álbum . No fue para nada sencillo, porque si bien la identidad del grupo jamás estuvo entre signos de pregunta, las variaciones sonoras disco a disco supusieron un trabajo de mayor complejidad. Según el baterista Ed Lay, siempre a cargo de sostener el pulso vivo del quinteto, el desafío era todavía mayor: “Hoy cualquiera puede armar una playlist de Grandes Éxitos en Spotify, hasta la misma plataforma lo hace. Acá quisimos plantear un camino por la historia de Editors, algo que diera ganas de escuchar todo de corrido. A pesar de ser originalmente una recopilación, al incorporar canciones nuevas y plantear un relato, casi diría que el disco llega a tener una identidad propia”.

 

Las frases se corresponden con el flamante lanzamiento de Black Gold, un álbum de 13 canciones en tono compilatorio, con material de sus seis trabajos de estudio editados al momento, más tres canciones nuevas, producidas por Garrett “Jacknife” Lee (U2, R.E.M., The Killers), a quien ya conocían del proceso de The End Has a Start, su segundo disco, publicado en 2007. “Queríamos mostrar algo de nuestros diferentes tipos de sonido a lo largo del tiempo, y agregarle a eso algo bien actual. La idea era que todo fluyera por sí mismo, que no fuera una colección de piezas separadas”, insiste el británico.

Disponible en diversos formatos desde el 25 de este mes, la versión deluxe –la que está disponible en Spotify–, contiene además otra placa llamada Distance: The Acoustic Recordings, formada por ocho canciones grabadas en formato acústico: esencialmente piano, guitarra, voz y arreglos de cuerdas. El resultado es bueno, y todo fue decidido por los demás miembros, a excepción también del bajista, Russell Leetch. Lay se lo toma con calma: “Bueno, lamentablemente, al ser baterista, no pude participar tanto, ¿verdad? Tom, Elliot y Justin se juntaron para ponerse de acuerdo en cosas básicas y trataron de imaginar cómo sonarían las canciones sin toda la armadura encima. Básicamente, hubo que traducirlas a un nuevo lenguaje, al menos para nosotros”, dice.

No está nada mal pasear por un buen rato por los laberintos musgosos, melancólicos, oscuros de Editors, respirar un poco de sus atmósferas polucionadas made in Birmingham, con el compilado como mapa. Pero también vale como llamado a visitar cada lanzamiento puntual, para entender por qué hicieron lo que hicieron esta última década y media, desde The Back Room (2005) hasta Violence (2018).

 

 

Es cierto, le deben algo del campo sonoro a bandas de fuste como Depeche Mode, The Cure o R.E.M., pero supieron construir una personalidad propia que se descubre cuando predominan los sintetizadores (In The Light and on This Evening, 2010), o cuando comparten protagonismo con las guitarras (The Weight of Your Love, 2013). A veces ignorados por el propio sistema de medios británico pese a sus considerables ventas en relación al estilo (tan sólo el debut vendió un millón de copias), Editors se pudo acomodar casi siempre como una banda que llama la atención por propio mérito. Quizá fue el precio a pagar por ni siquiera haber intentado involucrarse con la escena londinense.

“A pesar de haber sufrido cambios en el sonido, siempre creamos nuestra propia imagen, no nos fijamos en los demás. Por eso se nos puede reconocer”, coincide el músico de 38 años. “Esos cambios se ven especialmente entre los dos discos que recién mencionaste, un período de destrucción virtual de la banda, en el que tuvimos que reconstruirnos.” Se refiere a la salida de Chris Urbanowicz, ex compañero en un negocio de zapatos y en los claustros de la Universidad de Staffordshire, donde estudiaron tecnología musical.

La falta de los sintetizadores de Urbanowicz fue saldada con una premisa simple: con algo más de cuerdas y distorsión, por entonces Editors quiso reencontrarse, aunque fuera un rato, con lo crudo. “Sentíamos la necesidad de volver a agarrar instrumentos de rock and roll, de dejar un poco de lado lo electrónico y volver a juntarnos en el estudio. Fue muy lindo sacar ese disco, más ahora, que lo veo en retrospectiva“, cierra Ed Lay. “Que se sea notoria la transición de un disco al siguiente es el mayor halago para nosotros.”